Desde las paredes, las simpáticas figuras sorprenden al transeúnte que camina por el Callejón Benicia Perdomo, de la capital camagüeyana. Los negritos bembones... los gatos... los perros... los fuertes matices de colores salidos del pincel de Ileana Sánchez Hing, atestiguan que estamos ante la obra de una creadora para quien el entorno le es totalmente indispensable.
No resulta ésta la primera intervención plástica urbana de la artista. Ya antes el Parque ubicado en la intersección de las calles de Lugareño y General Gómez — también en la antigua villa principeña — resultó escenario acorde para inundar de una calidez sugerente y necesaria a la céntrica esquina.
Se le conoce popularmente como El parque de los gatos, y ejerce una hermosa satisfacción entre pequeñines y adultos, en una demostración exacta de cómo es posible llevar el arte — de manera armoniosa y plena — hasta el seno de la comunidad.
¿QUIÉN ES ILEANA SÁNCHEZ HING?
Ileana nació en la ciudad de Camagüey, la cual ama apasionadamente como a su familia y a sus gatos. Se graduó en 1983 como Instructora de Arte y ya en marzo de 1984 presentaba una obra al Tercer Salón de Creadoras del territorio.
El año 1990 marcó su rotundo despegue en el ámbito de la paleta y del pincel, caracterizado por un ascenso indetenible a través de su lenguaje sumamente atractivo e impactante. De aquel período son sus Tropicolas, que aparecieron por primera vez en 1991 en el Sexto Salón Provincial de Artes Plásticas Fidelio Ponce de León.
Después de un período en el cual las Galerías no sintieron su presencia, volvió Ileana Sánchez Hing a ellas en 1995, con exposiciones personales como la que denominó Tres nostalgias no ensayadas, en el Centro Provincial de Arte: muestra eminentemente femenina, donde recurrió al uso del collage con papel, recortes de revistas y litografías, en aras de lograr la reflexión de la mujer acerca de su rutina cotidiana en el hogar.
EL LENGUAJE NAIF EN SU OBRA
Con propensión siempre hacia esa forma de concebir la plástica tratada con antelación por ella en la cerámica, la vuelta hacia lo NAIF — arte innato, instintivo o primitivista, como suele definírsele — le ocurrió después de sus presentaciones en el Taller Short, de Nigorra, en Mallorca, entre los años 1994 y 1997.
Para ese entonces, ya había dejado la temática campesina para incorporar lo vernáculo a su apreciación de la realidad circundante, en unión de otros personajes utilizados en lo adelante cariñosamente, de tan cercanos que son en su propia vida, como la perra Carmencita, el gato Leopoldo y la cotorra Margot.