Cuba

Una identità in movimento


La Ruta del Esclavo

Juan Antonio Alvarado Ramos


La llegada de africanos a Cuba, iniciada en los primeros años de la conquista y colonización de la Isla, se mantuvo durante casi cuatro siglos de trata esclavista trasatlántica, a través de la cual se desangraba el continente africano y se incorporaba violentamente a estos hombres, en condición de esclavos, a las nuevas sociedades que se gestaban en América.

En los primeros tiempos, el arribo de africanos a Cuba se produjo en pequeñas cantidades, como correspondía a necesidades de la economía colonial. Su inusitado incremento comenzó a finales del siglo XVIII y alcanzó su climax en la primera mitad del siglo XIX, para satisfacer la demanda de fuerza de trabajo de las plantaciones esclavistas, especialmente las azucareras y las cafetaleras.

Es difícil calcular el monto demográfico exacto de los africanos introducidos en Cuba. El estimado más aceptado hasta el momento es el de 1.300.000. Esta cifra habla por sí sola del impacto económico, social, biológico y cultural que se derivó de esos hechos.

Se trajeron esclavos de prácticamente toda el África subsaharana, lo que explica la gran diversidad de grupos étnicos que participaron en el proceso de transculturación que diera como resultado la formación del pueblo cubano y de su cultura. Sin embargo, no siempre los tratantes y esclavistas registraron sus etnónimos de origen, sino que los identificaron con denominaciones étnicas, de acuerdo con sus zonas de procedencia, puertos de embarque, etc., que se acuñaron en la cultura popular e incluso en la literatura especializada.

Torre del Ingenio Taoro, La Habana. Foto: Mario Alberto González PradoEn cuanto al aporte económico de los africanos, todavía en nuestros días pueden verse evidencias de la magnitud que alcanzaron los ingenios azucareros y los cafetales, receptores de grandes contingentes de esclavos. En ellos no sólo se situaban los edificios industriales, sino también los bohíos de los esclavos y posteriormente los grandes barracones, donde se les encerraba después de las jornadas de trabajo, construcciones que constrastaban con las lujosas mansiones de propietarios y admistradores.

Pero el aporte africano no se limitó a la económia de plantaciones azucareras y cafetaleras, sino que también la producción tabacalera, la construcción de vías de comunicación, fortificaciones, grandes mansiones en las ciudades, etc., cuyos exponentes han resistido el paso del tiempo.

El reconocimiento de esas construcciones como monumentos del patrimonio histórico y cultural de Cuba, ha motivado varias obras de rescate, como las realizadas en el ingenio Taoro, en la provincia de La Habana, en el cafetal La Isabelica, en la zona de la Gran Piedra, Santiago de Cuba. Muchos de ellos han sido declarados Monumentos Locales, Nacionales e incluso Patrimonio de la Humanidad, como se hizo con el Valle de los Ingenios, en Trinidad.

Ruinas del Barracón del Ingenio Taoro, La Habana. Foto: Mario Alberto González PradoEntre los acontecimientos asociados a la esclavitud, de gran significación en la historia de Cuba, se cuentan las diferentes formas en que reaccionaron los esclavos frente a las condiciones a que habían sido sometidos. La rebeldía se expresó tempranamente y de diferentes formas: desde la resistencia pasiva, tendiente a frenar la productividad del trabajo, pasando por el suicidio, que privaba a los amos de un valor económico tan importante y costoso, hasta el cimarronaje, el apalencamiento y las sublevaciones, algunas de las cuales alcanzaron una enorme magnitud y estensión por toda la isla. Tal es el caso de la que se desató en los años 1842-1843, en pleno período de esplendor esclavista. Por su significación, al celebrarse el centenario de la abolición de la esclavitud, en 1986, se levantó, en el antiguo ingenio Triunvirato, en la provincia de Matanzas, un monumento que simboliza la enconada lucha de los esclavos por su libertad. Mientras los cimarrones eran esclavos prófugos que deambulaban solos o en pequeñas cuadrillas, de un lugar a otro, muy cerca de las plantaciones, de las cuales frecuentemente obtenían su sustento diario, el palenque constituyó una forma de asentamiento de relativa estabilidad para los fugitivos. Su ubicación geográfica tenía lugar en zonas intrigadas y de difícil acceso, para evitar las constantes batidas que contra ellos se desataban por los propietarios y partidas de rancheadores, auxiliados con perros rastreadores especialmente entrenados para tales menesteros. En los palenques se desarrollaba una economía de subsistencia, junto a los ranchos que les servían de alberque, y no pocas veces, estos llegaron a desarrollar vínculos comerciales con localidades y haciendas de la comarça. Recientes trabajos de investigación etnohistórica y arqueológica, han posibilitado encontrar evidencias materiales de su antigua existencia.

Las expresiones de rebeldía y lucha por la libertad alcanzarían una connotación mucho más relevante para la formación de la nación cubana en la segunda mitad del siglo XIX, durante las luchas por la indipendencia del colonialismo español.

La política y la práctica de sometimiento desarrollada por el sistema esclavista, tenía entre sus objetivos privar a los africanos y a sus descendientes de todo su patrimonio cultural, imponiéndoles instituciones, costumbres, religión y lengua. Precisamente, la lengua española fue el instrumento de comunicación interafricana y de los esclavos con sus amos.

A pesar de ello, no pudieron impedir que componentes de las culturas del África al sur del Sahara se transmitieran a la cultura dominante de origen hispánico, se fundieran con ella y, progresivamente, dieran lugar a un fenómeno que posteriormente se expresaría en la cubanía. Simultáneamente tenía lugar la relación de carácter biológico, ostensible desde tiempos muy tempranos, y que trajera como resultado el alto grado de mestizaje que muestra hoy el pueblo cubano.

La interacción afrohispánica se producía en muy diversas facetas. No se limitaba a los reducidos y entrecortados contactos en las plantaciones, sino que también abarcaba la servidumbre doméstica, tanto en el campo como en las ciudades y pueblos.

Un lugar importante en el proceso de conservación de la cultura africana le correspondió a los cabildos, instituciones que agrupaban a africanos y a sus descendientes de un mismo origen étnico. Estas asociaciones de carácter religioso-mutualista contribuyeron significativamente a preservar múltiples expresiones culturales, pero, sobre todo, lograron mantener vivos y actuantes sus sistemas religiosos. Detrás de las imágenes católicas se ocultaban las verdaderas deidades africanas.

Existen en la actualidad varios sistemas religiosos de origen subsaharano, en correspondencia con las diversidad de componentes étnicos originarios y los diferentes procesos de intercambio etnocultural que se produjeron. Dentro de ese conjunto cabe destacar, por su extensión territorial y su arraigo en la población, la Santería o Regla de Ocha y el Palo Monte o Regla Conga.

La santería tiene su origen en el culto a los orichas o deidades del panteón yoruba, sincretizados con los santos de la hagiografía católica. El Palo Monte fundamenta sus creencias de ascendencia bantú en las fuerzas sobrenaturales de los elementos de la naturaleza y el espíritu de los muertos, cuyo depositario es el receptáculo mágico, cargado de energía, llamado nganga o prenda.

Debe resaltarse, además, que en las religiosidad popular que caracteriza a la mayor parte de los cubanos, los elementos religiosos de origen africano ocupan un lugar destacado, amalgamados con los aportes de otras expresiones religiosas, como el catolicismo y el espiritismo.

La prácticas religiosas desempeñaron también una función importante en la preservación de otras manifestaciones culturales como los cantos, la música y las danzas. El Día de Reyes, por ejemplo, era una de las ocasiones en que se permetía a los cabildos salir a las calles a ejecutar vistosas danzas, al compás de los toques de tambor.

Posteriormente, las casas religiosas, que paulitinamente fueron asumiendo las funciones del culto, continuaron siendo escuelas de la música y los bailes de origen africano y han resultado ser una fuente inagotable de la que se nutren grupos musicales y danzarios populares.

La fusión de elementos culturales hispánicos y africanos ha dado lugar a diversos géneros populares, entre los que podrían mencionarse los complejos de son y de la rumba. Desde luego, la huella subsahariana alcanza también la literatura oral y escrita, la poesía, la pintura y las comidas tradicionales, entre muchas otras manifestaciones. El carácter mestizo de nuestra cultura fue brillantemente expresado por Nicolás Guillén en el prólogo a su conocido poemario "Sóngoro Cosongo", cuando escribió:

    "La inyección africana en esta tierra es tan profunda, y se cruzan y entrecruzan en nuestra bien regada hidrografía social tantas corrientes capilares, que sería trabajo de miniaturista desenredar el jeroglífico".


Instituciones dedicadas al estudio de la Ruta del Esclavo

    Fundación Fernando Ortiz
    Calle 27 No. 160 esquina a Calle L, Vedado
    Ciudad de La Habana

    Centro de Antropología
    Calzada de Buenos Aires No. 111 entre Agua Dulce y Diana, Cerro
    Ciudad de La Habana

    Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana
    Calle G No. 505 entre Calle 21 y Calle 23, Vedado
    Ciudad de La Habana

    Instituto de Literatura y Lingüística
    Ave. salvador Allende No. 710, Centro Habana
    Ciudad de La Habana

    Centro de Estudios de la Cultura Cubana "Juan Marinello"
    Ave. Indipendencia No. 63 entre Bruzón y Lugareño, Plaza de la Revolución
    Ciudad de La Habana

    Centro de Estudio del Caribe "Casa de las Américas"
    Calle 3ra esquina a Calle G, Vedado
    Ciudad de La Habana

    Casa de África
    Obrapía No. 157 entre Mercaderes y San Ignacio, La Habana Vieja
    Ciudad de La Habana

    Casa del Caribe
    Calle 13 No. 154 esquina a Calle 8, Reparto Vista Alegre
    Santiago de Cuba

    Centro Cultural Africano "Fernando Ortiz"
    Ave. Manduley No. 106 esquina a Calle 5ta
    Santiago de Cuba

    Biblioteca Nacional "José Martí"
    Ave. Independencia y 20 de Mayo, Plaza de la Revolución
    Ciudad de La Habana


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