La mujer es la esencia misma al filo o borde del verdadero humanismo.
La mujer como ser humano y viviente es parte indispensable de la vida, no es solamente sensibilidad, ni amor, es también la fuerza que nos anima a luchar y a vencer, es la fiereza necesaria para defender una causa, es la entereza ante los problemas de la vida cotidiana, es por extensión la vida misma: el nuevo ser que entraña con dulzura y que sin ella sería imposible la nueva creación.
Motivadas por las transformaciones en la vida social, cultural y económica el ser humano ha tratado de involucrarse en muchos menesteres. Pero casi siempre hemos visto o se ha pensado que la mano que se acerca; es la del hombre.
Cuando se habla de ser humano, cuando se habla de niño, cuando se piensa en un logro, siempre se piensa en el hombre, en el macho varón masculino. Cuando pensamos en un cargo de dirección de empresa, en un ministro, o en un científico, siempre se piensa en un hombre. Desde muy temprano en la sociedad se ha globalizado el concepto de inferioridad de la mujer, es por eso tan importante aprovechar cada espacio para abanderar el discurso femenino y no feminista.
El mundo está formado por un ideal machista. Siempre ha sido así. ¿Seguirá siempre así?.
¿Es que la mujer, (el llamado sexo débil) no puede ser capaz de pensar o crear una idea, una acción, una transformación?.
Mujeres sabias y dirigentes innatas han poblado el planeta, aunque en épocas anteriores la situación era más difícil supervivir para ellas. Pero así y todo han existido mujeres del temple de: la reina Victoria I de Inglaterra, Mariana Pineda, Catalina de Aragón, Juana de Arco, la Malinche, Mariana Grajales o Celia Sánchez, y más recientemente, la madre María Teresa de Calcuta, Rigoberta Menchú, Celia Sánchez o Vilma Espín, por citar algunas; o con tanta entereza como: María Curie, Florencia Nithingale, Helen Kéller, Indira Gandhi, María Luisa Dolz, María Cabrales, Ana Betancourt o Haydée Santamaría. Pero también han existido en el mundo del arte con gran sensibilidad creativa mujeres tan importantes como: Greta Garbo, Betty Davis, Dulce María Loynaz, Sor Juana Inés de la Cruz, Concepción Arenal, la condesa de Merlín (con título muy europeo, pero tan cubana como las palmas), Ana Paulova, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Rita Montaner, Amelia Peláez, Monserrat Caballé o Raquel Revuelta y más recientemente Alicia Alonso, Rosita Fornés o Nancy Morejón, por sólo citar algunas. ¿Pero en fotografía que tenemos?. El gran discurso de la fotografía ha estado determinado históricamente por una estructura patriarcal y responde al modelo antropológico cultural no sólo de occidente, sino de la mayoría de las regiones del planeta.
Históricamente hablando podemos decir que George Potonniée señaló en el anuario del comercio de París en 1844 a la señora Gelot-Sandoz, en una lista de 12 fotógrafos y a Madame Sanz quien trabajó como fotógrafa en Valencia en 1845 y en Barcelona en 1846 y que además Madame Fritz llegó a Valencia en 1844 procedente de Lisboa, e instaló más tarde un estudio en Barcelona y otro en Cádiz.
Cuba no estaba ajena a los adelantos y cambios sociales y culturales, es por eso que el laboratorio fotográfico de Pedro Arias en O'Reilly No. 60
"... encierra algunas especialidades que son exclusivamente suyas, siendo entre otras lo inmejorable del punto, lo alegre del local y una luz suave y luminosa que en nada ofende a la vista. Además brevedad en los trabajos, equidad en los precios y exactitud en los compromisos. Pero la última especialidad, la sorprendente, la que es enteramente nueva entre nosotros es la siguiente: Desde hoy el bello sexo habanero podrá ir con toda confianza al referido laboratorio con la firme convicción de ver reproducida su imagen por la habilidad de una persona de su sexo que consagrada por mucho tiempo a la fotografía ha llegado a obtener tan buenos resultados como el mejor retratista. Esperamos que este simple anuncio será suficiente para que las señoras no dejen de aprovechar esta feliz oportunidad, que acaso será por poco tiempo".
Esta noticia era en verdad asombrosa en 1853, porque no sólo proclamó a esta retratista, Encarnación Iróstegui (esposa de Pedro Arias), como la primera fotógrafa cubana y una de las primeras del mundo, sino que con ella nació la primera manifestación artística y técnica de la mujer criolla, en medio de los prejuicios machistas de la época, donde los únicos trabajos que realizaban decentemente las mujeres eran de partera o el quehacer del hogar (planchar, lavar, cocinar y coser).
Es curioso ver como en el censo de población de 1899 ya en Cuba estaban registradas 7 fotógrafas, de un total de 219 personas dedicadas al oficio, entre ellas, Ida Concha, Clara García de Bravo (antigua viuda de Rom), Isolina Amézaga, Rosa Valdés y Francisca Maderno. En la etapa de la República muchas mujeres se dedicaron al retrato comercial en los estudios fotográficos como son el caso de la Sra. Castro viuda de Gregorio Casañas, en Sagua la Grande, Lotte Grahn de origen alemán, en La Habana; Studio Marietta en Guanabacoa o el Studio Sueiro, de Rosa Sueiro Nieto el más importante de la ciudad de Holguín, o el caso de Delia Zamora quien fue el puntal decisivo de los Studios Santiago en Cienfuegos, Santa Clara y La Habana. De esa época es la creación del CFC (Club Fotográfico de Cuba de 1935 a 1962), donde se involucraron mujeres aficionadas al arte fotográfico y desde donde ganaron importantes premios en encuentros nacionales. Esos son los casos de Ulderica Mañas, Rita Zurbano y la múltiple premiada Chea Quintana, ganadora de varios premios internacionales.
Después del triunfo de la Revolución la mujer se involucra más como parte de la nueva sociedad que se estaba formando, animada por el desarrollo que le brinda los cambios políticos, sociales y económicos. Es así como aparece una avalancha de creadoras en el mundo de la fotografía como son: María Magdalena Campos-Pons, Ana Mendieta y Nereyda García junto a las expositoras que se presentan en esta muestra.