El gran sonero cubano Rubén González fue sepultado en el cementerio de Colón, de esta capital, y con él el fraseo melódico de su piano, sello indiscutible que marcó la sonoridad del afamado grupo Buena Vista Social Club.
Nacido en 1919 en Santa Clara, en la central provincia de Villa Clara, el pianista integró las más famosas orquestas de las décadas del 40 y 50 del pasado siglo, como la de Arsenio Rodríguez, la Jorrín, América y el Conjunto Camayo, dueño de los hits parade de la época.
González se sentó frente a un piano por primera vez cuando tenía 7 años, 21 años después recibía el título de graduado en la Academia Santa Cecilia, de Cienfuegos, y ya nada detuvo su trayectoria en la música popular cubana, a la que le legó varias composiciones, entre las más famosas Melodías del río y Como siento yo, con las que solía comenzar sus presentaciones en varios escenarios del mundo como parte del Buena Vista.
Como casi todos los veteranos integrantes del grupo de la música tradicional cubana, lanzado al mercado por el guitarrista y productor estadounidense Ray Cooder, Rubén González ya había dejado de tocar en público hasta que fue redescubierto hace siete años para el proyecto del Social Club.
"Si bien es cierto que el nombre de Rubén González brilló con mas fuerza que nunca a raíz del Buena Vista Social Club, no es menos cierto que ya estaba dotado de una fama imperecedera", dijo el musicólogo Lino Betancourt en la despedida de duelo del pianista a quien se le reconoce más de un aporte a la música popular cubana.
En 1997, Rubén González, junto al Buena Vista Social Club, pasó a integrar la lista de los músicos de la Isla ganadores de un Grammy.
Descrito por quienes le conocieron como un hombre sencillo y modesto, González jamás hizo caso a la fama renovada que despertó con su actuación en el Buena Vista. "Si la gente dice que él es maravilloso, bien, y si no lo dice, bueno. Lo que me interesa a mí es tocar lo mejor posible. Entonces me siento dichoso, sin problema alguno", confesó a la prensa cubana en una de sus últimas entrevistas en la que dijo que su celebridad no le impedía hablar con la gente porque "cuando uno se queda solo no es pianista, ni famoso ni nada".
Recientemente, el estado cubano le confirió la Orden Félix Varela de Primer Grado, máxima distinción cultural de la Isla.
Rubén González murió a consecuencia de un paro respiratorio provocado por la artrosis que lo aquejó durante los últimos años.
Con González, son dos los gigantes de la música popular que pierde Cuba este año. El 15 de julio pasado fue enterrado en la necrópolis Santa Ifigenia, de Santiago de Cuba, Compay Segundo, estrella invitada del Buena Vista Social Club y uno de los soneros tradicionales más aclamados en los mejores escenarios del mundo, donde hacía vibrar al público pese a sus 95 años de edad.
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