Por lo expresado hasta el momento, debe existir un pacto para meditar y cerrar heridas en el diseño teórico de la nueva antropología que nos muestre al hombre en su dimensión biológica y cultural. Por ejemplo, ha existido una barrera en el estudio antropológico, donde el individuo se aborda por su somatotipo, hábitos de alimentación, raza, etc. Por otra parte se estudia como vive y como son sus tradiciones, su cultura y su historia, pero se necesitan cada vez con más fuerza, la utilización de fuentes escritas.
Entre tantas razones pudiera deberse, a que los estudios al respecto han intentado basarse en fuentes españolas y cubanas, no siempre analizadas adecuadamente. Otro aspecto a considerar es la necesidad de acudir a obras — la mayoría, desdichadamente en otros países e idiomas — de los viajeros que visitaron y describieron Cuba. Por supuesto, le correspondió a: franceses, alemanes, daneses, húngaros, suecos, italianos, ingleses y norteamericanos, así como de otras latitudes cargar sus valiosas arcas con todo el material conquistado.
En su afán de navegar y describir dejaron en archivos, valiosos documentos que nos costaría siglos descifrar. Entre las narraciones acerca de los pobladores de la Isla, su cultura, historia, geografía, flora y fauna, así como otras ciencias que aún faltan por pesquisar, siempre queda el ejemplo de: Cristóbal Colón (1436-1506), Alexander Humboldt Friedrich Wilhelm (1769-1859) y Aimée Jacques Alexander Bonpland (1773-1858).
Primeros pasos de la ciencia antropológica en Cuba.
Los que hicieron antropología en Cuba, que no es lo mismo que hablar de antropología cubana, como en general ocurre en casi todas las ciencias que se desarrollaron con limitadas posibilidades en el país. Inician sus estudios a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, donde hay un despertar de la conciencia nacional, conjuntamente con el auge que desde el punto de vista económico alcanza la Isla, producto del sistema de plantación de la caña de azúcar.
Un grupo de personalidades cubanas, se aglutinó para formar en la Habana la Sociedad Económica de Amigos del País (1793), durante el gobierno de Don Luis de la Casas, bajo cuya égida se constituyó el Papel Periódico de la Habana (1790). Es ésta la primera publicación autóctona que recoge noticias antropológicas del acontecer mundial y nacional. Le sustituyó, en los primeros años del siglo XIX, el Diario de la Habana, ambos respaldados por la antes referida institución. En los casos señalados se editaron artículos de figuras notables como: Francisco José Gall (1758-1828), George Cuvier (1769-1832), Lambert Adolphe Jacques Quetelet (1796-1874). En los artículos publicados, se trataron disciplinas como: Antropología Frenología, Zoología, Botánica y Geografía.
Al mismo tiempo reprodujeron un conjunto de trabajos que abordaban diferentes pueblos y razas, en cuanto a costumbres, someras descripciones físicas y descubrimientos arqueológicos. Pero también se recogen trabajos de figuras nacionales, de los doctores Tomas Romay y Chacón (1764-1849) y Nicolás José Gutiérrez Hernández (1800-1890), entre otros.
La Sociedad Económica fue en ese sentido una institución que apoyó el desarrollo de la ciencia en el país, no sólo a través de esas publicaciones, sino también mediante sus Memorias. Estas comenzaron a publicarse a inicios del siglo XIX y se mantuvieron durante toda esa centuria, pero con altibajos, producidos por la situación política y económica de la Isla.
En esta primera mitad del siglo XIX las Memorias y el Diario de la Habana representan las publicaciones más importantes en cuanto a los estudios antropológicos. Pero no sólo ellas recogieron este tipo de noticias, sino también otros periódicos de vida más o menos corta. Entre ellas resulta particularmente interesante El Faro Industrial, que publicó, entre otros, varios trabajos de Antonio Bachiller y Morales (1812-1899), sobre historia, arqueología y lingüística. También el español Miguel Rodríguez Ferrer (1815-1889), quién parte de la Isla a fines de la década del cuarenta, obteniendo diversas muestras arqueológicas y antropológicas, algunas de las cuales aún se conservan en el Museo Antropológico Montané. Los conocimientos de su viaje y de la posterior residencia en Cuba por más de una década, sirvieron al eminente investigador como importante fuente de estudios para su obra Naturaleza y Civilización de la Grandiosa Isla de Cuba, editada en 1876.
Grandes personalidades como: Bachiller y Morales, Rodríguez Ferrer, José Antonio Saco (1797-1879) y Felipe Poey y Aloy (1799-1891); son las figuras más significativas en cuanto a los estudios antropológicos cubanos en la primera mitad de siglo XIX. A Poey se debe el primer estudio craneológico que se realiza en la Isla. Tal investigación la efectuó en 1849 y amplió posteriormente, publicándola en sus Memorias sobre la historia natural de la Isla de Cuba (1865-66). También Poey escribió un discurso, que no publicó, para demostrar la igualdad de las razas y la unidad de la especie humana, tal discurso lo leyó en el Liceo de Guanabacoa en 1861.
Los conocimientos que tenía Poey sobre la materia le fueron reconocidos al serle escogido como primer Presidente de la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba, cuando ésta se fundó en 1877.
Antes de que se creara ésta institución, máxima representación de la antropología decimonónica cubana, se había constituido la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana, el 19 de mayo de 1861. La Academia, asimismo, premió en 1876 una obra de uno de los médicos y antropólogos más célebres del XIX cubano, el francés Henri Dumont (1824-1878), titulada Antropología y patología comparadas de los hombres de color africanos que viven en la Isla de Cuba. En realidad el caso de Dumont no es único, pero permite valorar correctamente cuáles fueron los criterios antropológicos predominantes en ese período.
En las primeras décadas del siglo XX, se precisa examinar muchos de los trabajos médicos que se escribieron por entonces y que, como era lógico, debían tener en cuenta los distintos componentes raciales de la población residente en Cuba, bastante heterogénea por cierto. Asiáticos africanos, peninsulares españoles y criollos, alternaban con mexicanos, y con diversas personas procedentes de Europa y América.
Luis Montané su vida antropológica
Una vez instaurada la Cátedra de Antropología y Ejercicios de Antropometría en la Facultad de Letras y Ciencias, que este año conmemora sus primeros cien años de vida académica, se inauguraba el Museo de Antropología de la Universidad, con el objetivo de desarrollar las clases prácticas, cursos y conferencias a estudiantes y público en general. Es importante señalar, que desde el siglo XIX se gestó la idea de crear un museo de antropología que atesorara todos los objetos pertenecientes a las sociedades comunitarias.
El 29 de junio de 1903, el Rector de la Universidad de La Habana firmó el acuerdo de la Facultad de Letras y Ciencias, de que el Museo Antropológico de la Universidad, llevara el nombre de Montané. Sus compañeros de la Facultad, a través de su Decano, Evelio Rodríguez Lendián, enviaron la proposición al máximo representante de la alta casa de estudios quien la aprobó, el 30 de junio de 1903. En ella, se lee: