Cuba

Una identità in movimento


Santiago Apóstol en la religiones tradicionales del pueblo cubano

José Millet


Confieso que he quedado sorprendido cuando, hace apenas unos meses, tomábamos algunas vistas para ilustrar gráficamente el presente libro. La causa de mi sorpresa era la cantidad de imágenes de distintos tipos de Santiago Apóstol encontradas en humildes casas de habitantes de esta parte del Oriente cubano, tan poco estudiada por la etnología. En los altares de los espiritistas cordoneros, de los muerteros y, en muchas casas de cubanos simplemente creyentes religiosos, con la mayor frecuencia aparecen cromolitografías del Sagrado Corazón de Jesús, de la Mano poderosa o imágenes de bulto, en yeso, de la Santísima Virgen de la Caridad del Cobre, de Nuestra Señora de las Mercedes, de Santa Bárbara... De San Lázaro también las hay, y muchas, debido a que es un santo-muertero y por ello se relaciona íntimamente con esta tierra oriental.

Tuve la dicha de entrevistar a Luis Felipe Banderas, "Kunino", hace apenas unos días fallecido. Nacido en el Occidente del país, era una de las personas que llevaba con mayor rigor la Regla de Ocha o santería cubana. A una pregunta mía respondió: "El muerto lo es todo. Sin muerto no hay fundamento congo, ni lucumí ni arará", con lo cual reafirmaba el pensamiento tradicional de los africanos de que Ikú lobi Osha, el santo nace de la muerte.

Kunino, quien fuera santero mayor de Santiago de Cuba, se retrató orgulloso ante el fundamento de Ogún, y encima de él estaba colocada la imagen de San Pedro, santo católico con quien se identifica al dueño de la forja y patrón de los herreros. Conocemos que esa identificación responde a que San Pedro es reconocido como el que da la entrada al reino de los cielos y, en tal condición, lleva en sus manos las llaves que permiten a las almas tal acceso. Pero el sombrero, y en ocasiones la pipa y el recipiente con ron, al lado del icono cristiano ponen en entredicho, aparentemente, las bases de tal asociación. Lo interesante del fenómeno de la presumible tensión es que en la conciencia de nuestro pueblo coexisten ambos elementos sin que se produzca en ella la más mínima alteración ni disturbio.

A esto debemos añadir que, además de con San Pedro, aquí la asociación se establece también con Santiago Apóstol, santo que alcanza una dimensión que no la tiene — que yo sepa — en ningún otro lugar de Cuba. De modo más explícito: Ogún se identifica más claramente con el patrón de España debido a su condición de guerrero, tal como fue recibido desde el arranque mismo de la conquista y se extendiera a lo largo del proceso de la colonización de la Isla. Súmese al hecho de que, en nombre de este Apóstol, fue fundado primero el puerto y luego la villa que lleva su nombre devenida desde aquellos primeros tiempos en capital de la colonia y segunda ciudad en importancia del país en el presente. Como se estudia en un articulo de este libro, no se trató de la mera designación del santo patrón, sino de su influjo en la subjetividad de sus habitantes, hasta el punto en que generó en ellos un orgullo de ser hijos de la ciudad y un profundo sentimiento de arraigo.

El símbolo de Santiago Apóstol tuvo otras repercusiones en la esfera de los valores éticos y de los modos específicos de concebir la vida y de encarar la muerte, no sólo del santiaguero, sino del oriental. Sin temor a equivocarme, percibo una actitud psicológica de enfrentar el peligro, de exponerse físicamente ante situaciones en estremo riesgosas y ese comportamiento, que comúnmente se define como valentía, se relaciona con patrones culturales configurados a partir del influjo o del impacto de la entidad Santiago-Ogún que venimos explorando. Tiene que ver con el desenfado y la ambivalente manera indiferente-alegre en que se envuelve la muerte. Podríamos, a guisa de ejemplo, ilustrar este fenómeno con el ya tradicional toque de conga con que es acompañado el cadáver de cada comparsero del carnaval o el toque de los tambores batá en el cortejo fúnebre de los santeros de esta ciudad, en ambos casos cuando se les rinde postrer homenaje en las calles que conducen al cementerio local.

No me sorprendió un informante de Las Villas cuando me testimonió que a Santiago Apóstol lo identificaban en su localidad con Ochosi, uno de los integrantes de los famosos santos guerreros. ¿Cuál es el significado de éstos? Adelantemos una información sobre ellos, antes de responder.

Los guerreros los debe entregar el babalawo, que conoce sus secretos. Los integran Elegguá, Oshosi, y Oggún, acompañados de un osun de metal. Veamos qué nos dice uno de los estudiosos cubanos más eminentes sobre estos temas:


"Osún es Oddúa y sale por su Eleda, para fijarle su conexión en esta vida con la Divina Providencia. No es un ser o entidad que llaman espíritu de muerto. Se da con los guerreros y los Ibeyis, que son otro secreto grande. Los Guerreros son tres Angeles Protectores, que todos tenemos; ellos sí son espíritus de seres que murieron, pero están vivos en espíritu y obran mejor que nosotros; algunas personas que tienen vista los pueden ver, si ellos se dejan; se llaman: Elegguá, que es el primerito; Oggún y Oshosi".


Según esta versión [de un santero] resulta que Elegguá, Oggún y Oshosi son un triángulo de fortaleza para la defensa personal en el plano espiritual y material donde está ubicado el hombre [...] resulta que los nombres de Elegguá, Oggún y Oshosi son genéricos-rituales, pero no entrañan tres respectivos seres, almas o entidades que las tiene todo el mundo [...] cualquiera que sean los tres espíritus-almas protectoras de un individuo humano se los fija como un Elegguá, un Oggún y un Oshosi, según las características que tales entidades expresen a la videncia del sacerdote y en el registro de oráculos de Osha [...]

Para Díaz Fabelo, Elegguá facilita la vía para que nuestro Eleda — ser encarnado, yo interno o Angel de la Guarda — realice su destino; Oggún representa la voluntad o capacidad de luchar para llevar adelante la vida y Ochosi el propiciador de los recursos médicos y mágicos


"... para luchar y hacer la vida que tenemos que hacer"[1].


Lo mismo que sucedió, pues, con la esencia de estos orishas africanos — convertidos en espíritus por obra de la transculturación acaecida en Cuba — sucedió con los santos del panteón católico: se los despojó del halo puro del misticismo, de la moral y se los puso de pie sobre la tierra del sol naciente, como lo hizo el dramaturgo Raúl Pomares en una obra teatral con Santiago Apóstol.

No sólo en este triángulo de misticismo criollo constituyen "los guerreros" observamos la acción creadora de la imaginación del cubano, sino aún más allá en el modo de apropiarse de los símbolos del amo europeo y luego del amo local; y de conjurarlas en una subjetividad integradora donde sobreviven en una "coexistencia pacífica" el caballo de Santiago con el machete de Oggún, en la fragua crujiente y apetitosa de nuevos ingredientes que Don Fernando Ortiz definió como el meltin pot de nuestra cultura nacional. En él todavía bulle el San Fancón chino, montado en su brioso corcel de guerra e identificado con nuestro Shangó, símbolo de la libertad.

No me extraña, pues, que un santero mayor haga convivir a su Ogún-San Pedro con Santiago Apóstol y que la imagen de éste aparezca más en los altares de los muerteros que en la de los católicos ortodoxos: aquí aprendieron a convivir, en enriquecedora y rica experiencia, las entidades espirituales de los primitivos exploradores de las Antillas, las de los europeos que los dominaron, las de los pueblos y grupos étnicos traídos de África con las de las más disímiles culturas del planeta. Como no me extraña que dichos muerteros tengan en sus cuartos ngangas o fundamentos congos, objetos rituales propios de la Regla de Osha u otros del vodú — a los que designan con su nombre sin haber sido iniciados en ninguna de esas religiones ni ser en propiedad oficiantes en rigor de alguna de ellas.

La Regla muertera o muerterismo, como lo definió Joel James[2], no se atiene a otro centro que no sea el muerto, principio integrador que nuclea y ordena las creencias, mitos y leyendas, sentimientos, ideas y conceptos provenientes de los más disímiles sistemas de pensamiento. He dicho en otros trabajos ya publicados[3] que la tendencia de las religiones cubanas es precisamente aquella conducente a una integración unificadora de todas las expresiones religiosas que convergieron en Cuba: Las del cristianismo, las de las religiones africanas, del espiritismo europeo y de otras más, como la asiática. Es un movimiento que se ha producido subterráneamente y que se manifiesta como lo ha hecho la umbanda en Brasil. Este movimiento Se le considera regente, como tendencia, se propone ordenar las relaciones existentes entre los dioses y los muertos, así como regular el curso de los acontecimientos y destino de los seres humanos, sometidos o no a un determinismo a priori a partir de la acción de las fuerzas trascendentes y/o inmanentes a su condición de mortales.

En este movimiento lo que predomina es el intercambio y la acción recíprocamente enriquecedoras entre elementos dispares y, en ocasiones, en posición de tensión. Sin desdorar los sistemas, o Reglas como popularmente son denominadas estas religiones, se consigue evadir los determinismos a fin de alcanzar mayor libertad en el accionar permanente. De ahí que se configuren constelaciones con entidades entre las cuales no existe una evidente relación asociativa; entre las que sí existen analogías, generalmente aparecen fusiones. En este último caso encontramos a Ogún y a Shangó, uno venido de Ife y el otro de Oyó, pero fundidos en el vodú de Haití en la entidad Ogun Shangó o Shangó Ogún, como guerrero y trabajador de metales. Ogún en considerado en África Occidental como patrón de los cazadores y Shangó, entre los Yorubas, fue el dios del trueno y el relámpago, reputado además como uno de los últimos reyes de Oyo. Como afirma Courlander, "el Shangó africano — como el haitiano — es identificado con el fuego, un corolario del relámpago y cuando las personas son poseídas por él toma recipientes con fuego en sus manos y se somete a otras pruebas de fuego"[4].

En la Regla Conga, la segunda religión africana en importancia en Cuba, a Shangó se le denomina Nsasi, y se le ubica como una entidad que reina como fuerza del fuego de estrella en el cielo y desde allí se precipita al suelo de la tierra. ?Acaso Santiago Apóstol no reina también en el firmamento y cae sobre el mal con la fuerza del trueno? A favor de esta asociación el Dr. Díaz Fabelo nos lleva más lejos cuando nos dice que, en la cosmogonía conga, "primero es Sambia Mpungo que todas las cosas, después Sarabanda y le sigue Nsasi"[5]. Pero aún más: Shangó en Nsasi Saulán Bombo, es decir, "rey de Africa entre los lucumíes y los bantúes"[6]. Los valores que se le atribuyen son el sentimiento del amor viril, la libertad y el fuego, de donde, su color simbólico sea el rojo.

Sarabanda constituye una fuerza opuesta, incluso al dominar el punto cardinal oeste y asociarse a la tierra (de donde surge: metal-monte). Su asiento es una piedra de color negro recogida en manigua y en su cazuela predominan piezas metálicas pues a él pertenecen el hierro y el acero de la nganga. Se trata de "una vibración especial, corporal y mental perturbadora; y para tal función es usada mágicamente" — como apunta Díaz Fabelo — quien afirma que es neutralizado por la de Tiembla Tierra y se transcultura con Ogún lucumí, con Gú dahomey y San Pedro católico[7] y símbolo de la lucha, el trabajo y la guerra, cuyos colores son el morado y también el negro y el blanco con cadena. En todo esto último es obvio el influjo de la santería sobre el Palo.

Volvamos a la constelación Ogún-Shangó-Santiago Apóstol a la cual consideramos como un "ser de naturaleza divina con funciones de demiurgo, inventor o introductor del progreso cultural"[8], el cual Leuzinger denomina héroe cultural.

Esta misma africanista identifica a la divinidad con las "grandes personalidades del pasado como son los héroes de la mitología y los fundadores de los estados y dinastías a quienes se atribuye una serie de grandes hazañas y hechos sobresalientes a favor de la estirpe"[9], entre los que sitúa a Odudua "el legendario rey y fundador de Ife [...] Shangó, uno de los primeros grandes señores (alafin) de Oyo, y nieto de Odudua, fue un cruel tirano que pervive en el recuerdo de las gentes como dios del trueno. Se le representa o como un jinete armado, o con el distintivo del carnero y de la piedra del rayo"[10]. No se hace difícil, pues, su identificación con el Santiago Matamoros,, popularmente representado por el jinete armado victorioso conquistador de pueblos en nombre del Occidente cristiano.

Sin ánimo de concluir el tópico, prefiero tratarlo pormenorizadamente con el caso del vodú practicado hoy en Cuba, por ser el menos conocido y estudiado. Antes quisiera subrayar nuevamente la coexistencia de tales sistemas de creencias y su flujo y reflujo creador en la conciencia del pueblo cubano. ¿Los resultados? Ya los intente bosquejar más arriba y pronosticaré que la marea del catolicismo que marca altas en Cuba continuará en ascenso; pero continuarán conviviendo con las ideas cristianas estas otras religiones que, a guisa de ejemplo final, manifiestan los humildes creyentes como el santero holguinero Argelio Frutos.


Vodú: Ogún-Saint Jaques-Santiago

El vodú ha tenido en las últimas décadas una extensión en la sociedad cubana que los cubanos no conocen en propiedad. Pero su estudio apenas ha comenzado. Fuimos los miembros del equipo de investigadores de las religiones populares de la Casa del caribe — el cual me honro en presidir — quienes descubrimos su alcance y nos dimos a la tarea de registrarlos y darlo a conocer. Aun cuando hemos publicado numerosos estudios, entre los que se destaca el voluminoso El vodú en Cuba, queda mucho camino por recorrer y asuntos de mucha importancia que explicar. En nuestro libro, quedó establecido que la estructura del panteón voduista de Haití y la jerarquización de los loa, vodús o espíritus de que ella es portadora, sufrió importantes modificaciones al entrar en Cuba, cuya geografía física y espiritualidad condicionaron o propiciaron muchos cambios.

Hemos podido determinar, no obstante, un fenómeno en estremo interesante en relación con el vodú de Haití que emigró a otros países. Así, en Cuba se produjo la feliz coexistencia de dos "clases" de vodú que no hallamos en República Dominicana: el clásico vodú que introdujeron los inmigrantes haitianos desde la época colonial y, en especial, en las primeras décadas del siglo que este año finaliza; y el otro vodú caracterizado por transformaciones que, nos permitimos apuntar más arriba. El primero conserva su empaque originario al haber tenido que sufrir un encapsulamiento a causa de la persecución, prejuicios y el cerco discriminatorio impuestos en el pasado por la burguesía cubana, que obligó a los inmigrantes haitianos a ocultar sus creencias e, incluso a refugiarse en los montes en un período en que se les sometió a una repatriación forzada[11].

Hemos denominado ogunismo[12] al segundo tipo de vodú para subrayar con él la preeminencia de la familia de los loa encabezados por Mait' Ogún[13] u Ogún Ferraile. Estamos en presencia de un jefe y ancestro de numerosos loas cuya actividad está estrechamente relacionada con la forja de los metales y con la guerra. En efecto, algunos loas son divinidades muy antiguas, otros que fueron fundadores reales de grupos humanos y otros espíritus ancestrales cuyos orígenes míticos se conocen a medias o sólo fragmentariamente. Ogún fue reputado en África sudoccidental como dueño de la forja devino en América dueño de todos los metales en base a una asociación de semejanzas hechas por los africanos. Debemos recordar que tanto Changó, Ogún como Loko fueron viejos espíritus de Nigeria mucho tiempo antes de que los barcos negreros trajesen al Nuevo Mundo a miles de negros africanos en condición de esclavos[14]. Como podemos visualizar a continuación, se ha producido una asociación y, diríamos, asociación enriquecedora entre el mítico Ogún y Changó, a mi entender producido por factores históricos-culturales y por una acentuación en la base de una venerable constelación de espíritus de Africa asociados al Dios del trueno. Llama la atención que algunos exégetas bíblicos llamaron a Santiago Apóstol " hijo del trueno" "por la connotación que su predicción producía", en tanto ésta "hacía temblar de espanto a los malos, sacaba de su tibieza a los perezosos, y despertaba a todos con la profundidad de sus palabras"[15]. Sabemos, no obstante, que fue la imagen del Santiago como jinete guerrero de la Edad Media hispana la que se impuso en América y ella ha sido, en mayor medida, la que provocó la identificación entre este santo católico y diversas entidades transplantadas aquí desde el continente negro.

Lo cierto es que estamos en presencia de un loa guerrero, patrón de los guerreros y del fuego, cuyo símbolo más distintivo es una barra de hierro incandescente colocada a menudo delante del altar, en posición erecta y descansando en un bracero. Cuando hace su posesión ritual o se apodera de uno de sus hijos, su "caballo" (pití-fei) puede tomar las brasas con las manos, meter sus manos en aceite hirviendo o jugar con trozos metálicos al rojo vivo, pues se dice que es un comedor de candela.

En algunos servicios en su honor, se ponen en evidencia ritos relacionados con el ron del cual es su dispensador: se le derrama en recipientes de hierro y se avivan las llamas de una hoguera con ese alcohol. Cuando ingieren alcohol encendido no se quema, como lo expresa este canto:


Caille Ogun boulé!
Gildive Ogun bel la!
Na Consolé![16]


El poder del vodú — y el espíritu del iniciado — están asociados al fuego y, por tanto, a Ogún, su dueño. Para demostrarlo, el vuduista debe pasar varias pruebas y, para su ascenso jerárquico, la determinante es la conocida por brulé zin o kanzo. El houngán jefe de ella porta un gorro de color rojo, una botella de ron y tabacos, en honor a este loa. Sus asistentes portan sables militares y los bailarines circulan en fila alrededor del poste central en una marcha militar con que se honra al dios de los ejércitos y la forja. En el dibujo ritual (vevé) se escribe su nombre. Tal es su poder que es inmune al veneno:


Ogoun Balindjo
Oh Ogoun oh!
Ogoun Balindjo
Oh Ogoun Oh!
É est pas manger rangé
pyral tuyé chwal moin[17].


También los miembros de una societé pueden invocar a Ogún, o a Saint Jaques, para curar a alguien que está enfermo:


St. Jaques marré chwal li,
li pas dit personne oh!
veyé li pou moin!
Li gainyain verre,
li met gainyain maline na dos,
St. Jaques oh!
Ba li lavie pou moin![18].


En cualquiera de sus manifestaciones. Ogún es una entidad de fuerza a la que se acude para solucionar quebrantos físicos o problemas de cualquier índole. Ogún Fai, identificado también con Santiago el Mayor, es considerado dios guerrero y es invocado en todo su valor y coraje:


St Jacques Majeur a voyé dit"m gácon déja!
" " " " " " " " "
" " " " " " " " lague!
" " " " " " " " " "
" " " " " " " " " "[19].


Como se aprecia, en el concepto haitiano de loa se evidencia la infiltración de los patrones religiosos africanos por parte de la Iglesia Católica y la mezcla con creencias populares en general venidas de Europa. Los santos cristianos han sido incorporados al sistema haitiano y sincretizados en muchos casos con los vodú, en base a identificaciones provocadas por rasgos caracterológicos semejantes o por funciones cercanas. Así, San Patricio, pintado con serpientes, se identifica con Damballa, simbolizado con ese ofidio, así como sucedió entre Jacobo el Mayor y Ogún.

Los haitianos afirman que hay "siete de cada cosa: siete Marassas, siete ogún, siete Ezilie. Hay siete hermanos y hermanos de cada familia de loa". Pero afirman también: "hay un solo Ogun, pero él tiene muchos rostros y nombres". Se puede escuchar el nombre de Ogún Changó y el Changó ogún para referirse al mismo loa. Ogún Badagry y Ogún Jékké se refiere uno a un poblado nigeriano y este último a otro de Dahomey. Entre esas caras y nombres están los provenientes del influjo euroccidental y el aportado por el propio proceso de forja de una nación y de una cultura de las más sólidas y originales del hemisferio. Responde a una estricta causalidad histórica que, en la célebre ceremonia de vodú, acaecida en Agosto de 1791 y con la que se inició la revolución que daría al traste con el dominio francés en Sait Dominique, los esclavos coloquen a la cabeza de las huestes celestiales a esa entidad guerrera:


Fai Ogún, Fai Ogún, Fai Ogún, Oh! Damballah m"ap tiré canon Fai Ogun, Fai Ogún, fai Ogún Oh! Damballa m"ap tiré canon


Como ha recreado el cubano Alejo Carpentier en su novela El reino de este mundo:


"Ogún de los hierros, Ogún el guerrero, Ogún de las fraguas, Ogún Mariscal, Ogún de las lanzas, Ogún Changó, Ogún Kankaikan, Ogún Batalá, Ogún Panamá, Ogún Bakilé, eran invocados ahora por la sacerdotisa radá, en medio del griterío descomunal".

Ogún Kadagri
General Sanglant
Zaizi zi orage
Quescell' orage
Ou fait Kataumz'eclei[20].


No se hace difícil concebir que, en base a estas asociaciones, a Ogún se le haya identificado con Saint Jacques Majeur y en Dominicana, a Ogún Balenyó con "San" Santiago. La investigadora norteamericana Martha Ellen Davis, basándose en los más reputados especialistas y en sus propios estudios, lo coloca como uno de los jefes de las seis divisiones que integran el panteón del vodú que señorea en ese hermano país caribeño y, justamente, sitúa su celebración ritual el 25 de julio de cada año, día de la celebración del Apóstol Santiago.

Desde la década de los ochenta, nuestros informantes de las comunidades haitianas ubicadas en la Sierra Maestra nos afirmaron que Saint Jacques Majeur no era otro que Ogún guerrero y nos mostraron la popular litografía del Santiago Matamoros — muy extendida en América — que aparece en muchos templos voduistas de Haití, Dominicana y de Cuba. Esto nos lo confirmó Elena Vidal, mambó que tiene su hunfort en la ciudad de Contramaestre y hemos podido confirmarlo en la cofradía presidida por la divineuse Silvia Hilmo Samedí, "Titina, reina del grupo Pití Dancé de la ciudad de Las Tunas, ubicada también en el oriente cubano.

Esta última sacerdotisa, en el pasado mes de diciembre, entre las celebraciones rituales que realizan cada año para la Navidad, dedicó una a honrar a Saint Jacques Majeur, identificado expresamente con Santiago Apóstol, cuyo conocido icono ya mencionado preside el altar. Ella lucía el clásico vestuario de Ogún sombrero de yarey en la cabeza, el machete en su funda de cuero atado a la cintura, pantalones remangados a la altura de la rodilla y pañuelos rituales cruzados en el pecho y también un collar de cuentas de semillas de árboles silvestres con un silbato, también, cruzado a la bandolera.

Tratándose de un vodú situado en un contexto urbano, el rito muestra a las claras un énfasis en los procedimientos distintivos del vodú de tipo radá: encendido de velas, aspersiones de agua y oraciones católicas, en su fase introductoria. Intervinieron la batería de los tambores radá y los toques y bailes que acompañaron los sacrificios primero de aves, con bastante discreción, y luego de un chivo, guillotinado sin la espectacularidad acostumbrada en otras cofradías. Con sangre del animal se hicieron cruces en la frente de los iniciados y se le tapó con mucha celeridad. Debajo del tonel, se sucedieron los cantos y los bailes ajenos a la violencia y a la patética actuación que caracterizan a los loa petró, crueles, vengativos y movidos de una ansiedad de derramamientos de sangre que los hace tan temibles.

A continuación describimos en sus rasgos característicos los miembros de la familia de Ogún encontrados por nosotros en Cuba.


Ogún del monte: viste camisa roja con motivos en negro y pantalón azul marino. Porta un machete y debajo del brazo una botella de aguardiente. En su manger loa se le sacrifican un chivo y un gallo colorados.

Ogún Guerrero: Dios de la guerra y de la forja. Porta una gorra de color rojo en la cabeza y un sable en la mano. Se afirma que es la verdadera pareja de Erzili, por lo que se identifica con Saint Jacques Majeur.

Ogún Batalá: Otros afirman que es la pareja de Erzilí. Viste de blanco y no bebe alcohol. Se le representa con una espada en la mano y una "gorra de plato".22

Ogún del río: Vive en aguas dulces. Al presentarse, pide un vaso de agua que debe derramársele ese líquido a su paso.

Ogún Chal: Cleptómano.

Gran Buá: Dueño del monte. Hosco y huraño. Poder risolutivo excepcional. Vinculado a la terapia hechicérica Come verraco al pie de su árbol.

Criminel: Al montar o posesionarse de alguien se remanga el pantalón. Gusta la violencia. Bebedor incansable; fuma mucho. Ama las armas blancas y usa un machete. Se revuelca en la hoguera o mete en ella a otra persona. Vive en los árboles. Color simbólico: el rojo.

Togó: lo apodan "el carnicero" por su gusto por los sacrificios cruentos. Porta armas blancas. Precisión y destreza en las matanzas rituales. Cuando monta, despliega una fuerza descomunal. Hunde su arma en el vientre. Colores rojo y negro.

Senché: ¿Saint Michel? ¿Ogún Saint Jean? Viste pantalón azul' de brillo y camisa roja. Lleva charretera y una tela terciada al dorso como si fuese un General. En su manger se incluyen cerdo, chivo y pollo, que sacrifica en compañía de Zombi. Altar: mesita en tierra, al pie del poste central.

Yudón: santo de labor, guía a los demás loa. Al "llegar", consulta a los presentes y se le hacen obsequios. Vive en el agua donde deposita sus prendas. Vestido completo de blanco concluido un collar. Manger: tortilla hecha con[21] huevos, arroz blanco, licor dulce, vino tinto o seco pero dulce y dos palomas bancas. A su paso, se riega perfume. También es general, pero ríe al presentarse. Colores: azul y rojo.






NOTAS

  1. T. Díaz Fabelo: Olórun, p. 69-70.

  2. También el cubano Rogelio Meneses se ha referido a este fenómeno en su artículo "La regla de palo monte o conga". Del Caribe. (24; 1994) p. 108.

  3. Vid Bibliografía al final del presente libro.

  4. H. Courlander: The drum and the hoe..., p. 322.

  5. Diccionario de la lengua conga... , p 116.

  6. T. D. Fabelo: Diccionario... p.132.

  7. Idem, p. 133.

  8. Leuzinger, Africa negra, p. 245.

  9. Id. p. 24.

  10. Id. p.135. A la doble segur del trueno en Africa se le atribuían poderes mágicos pues creían que caían del cielo durante las tormentas. Con los bastones de Shangó podían hacer milagros y conjurar males. Se les rociaba con sangre de carnero sacrificado. A Obatalá, creador de la tierra y dios de la pureza también se le representa como jinete armado de lanza. Lydia Cabrera menciona al Orisha Abokú que casi nunca menciona y lo identifica con Santiago Apóstol. (El monte, p.58).

  11. A ellas nos referimos en el capítulo inicial de “El Vodú..." y en nuestro artículo "Rancheadores del siglo XX?" aparecido en la revista Del Caribe.

  12. Término acuñado por el ensayista Joel James quien se basa en el "predominio de los luases vinculados al monte" dentro del panteón voduista cubano. Vid El vodú en Cuba.

  13. En Africa Occidental, Ogún es considerado el patrón de los cazadores y fue conocido ampliamente por muchos pueblos de Dahomey y Nigeria; entre los dahomeyanos, se consideraba hijo de los divinos Mawu y Lisa y entre los Yoruba de Nigeria se le consideró hermano de Changó y Dadá, dos espíritus que sobrevivieron en el panteón haitiano. Apud, Harold Courvelander, The drum and the hoe…, p. 321.

  14. Kebioso, Sobo y Changó desempeñan funciones semejantes entre los pueblos arada y yoruba. En Cuba existe la creencia de que las "piedras de rayo" — con las que se identifica a los loa y a los orishas — son lanzadas desde el cielo al suelo de la tierra por estas tres entidades.

  15. Apud Santiago e América, p. 202.

  16. La casa de Ogún está ardiendo!/La destilería de Ogún es bella!/ Nosotros nos consolamos a nosotros mismos.

  17. Ogún Balindjo/ oh Ogún oh!/ Ogún Balindjo/ Oh Ogún Oh!/

  18. St. Jacobo amarra su caballo/ el no le habla a nadie, oh/ cuídalo a él por mí/ El tiene calenturas/ Podría, tener mala su espalda/ St. Jacobo, oh/ Protégelo para mí!.. También se identifica a Santiago Apóstol con Ogún Fer. La familia de Ogún pertenece a los ritos dahomé y en Haití se le ubica dentro de los nagó.

  19. San Jacobo el mayor envía a decirme que ya es un hombre.

  20. El reino de este mundo. Ogún Ferrai es el amo de los hierros y un sable es su símbolo distintivo; es militar por excelencia y, como tal, se le aprecia como patrón de los ejércitos igual que lo es Santiago en España. Cuando "monta" en una persona, se le rinden honores como un oficial de carrera. Se le comporta marcialmente y se le agitan banderas a su paso en señal de pleitesía. Ogún Badagrí es un loa con extrema violencia, aunque avispado y pícaro. Se le considera dueño de las tempestades, lo cual acentúa su afinidad con esta constelación de espíritus que se asocia al trueno y a la tempestad (lo inesperado e incontrolable). En Haití, a Balindjo se le tiene por amo del rayo y de la tormenta, mientras que en República Dominicana se le representa como un militar distinguido por su coraje. El historiador Esteban Deive dice que allí se le asocia con Ogún Badagrí y Ogún Fegui, que pueden destruir matrimonios, causar otros desastres y hasta matar. Tiene enorme afición por el alcohol y el tabaco, siendo el rojo su color emblemático. Existen otros miembros de esta división: Ogún Batalá, de la familia nagó; Ogún Bayé, que en Santo Domingo es conocido por Ogún Bayí; Ogún Panamá, loa de gran fuerza que algunos identifican con Papá Legbá. A Ogún Saint Jean lo identifican con San Juan Bautista y se le atribuye mucho poder.

  21. M. E. Davis: La otra ciencia. p. 96 y 343. En la novela Gobernadores del rocío, de Jaques Roumain, fundador y organizador del Buró de Etnología de Haití, se transparenta el sincretismo entre dos religiones: "arde débilmente ante la imagen de un santo la mecha hundida en el aceite de palma-christi de la lámpara perpetua [...] Es la imagen de Saint-Jaques y al mismo tiempo es Ogún, el dios dahomeyano. Tiene aire feroz con su barba erizada, su sable blandiéndose y la llama lame el colorinche rojo de su traje rojo: diría que es sangre fresca". J.R., G. del R., p. 188/189.

  22. Courlander reporta un Ogún blanco en Haití (1985; 322) y Deive (1975: 174/175) a Grande Batalá, Batalá y Obatalá en R. Dominicana.



BIBLIOGRAFÍA

    Arrom, José Juan: Certidumbre de América. La Habana, Editorial Letras Cubanas, l960.

    Bolívar, Natalia: Ta makuende Yaya y las Reglas de Palo Monte. La Habana, Ediciones UNION, l998

    Cabrera, Lydia: El monte. Miami. Colección del Chicherekú, l97l.

    _______________: "Religios syncretism in Cuba". Journal of Caribbean Studies vol. 10, nos 122, Winter 1994/spring 1995.

    Courlander, Harold: The drum and the hoe. Life and lore of the haitian people. Berkeley, University of California Press, 1973.

    Davis, Martha Ellen: La otra ciencia. El vodú dominicano como religión y medicina populares. Santo Domingo, Editora Universitaria-UASD,1987.

    Deive, Carlos Esteban: Vodú y magia en Santo Domingo. Santo Domingo, Museo del hombre dominicano, 1979.

    Díaz Fabelo, Teodoro: Diccionario de la lengua conga residual en Cuba. Santiago de Cuba, Colección Africanía, Casa del Caribe, (sin año)

    _____________________: Olórun. La Habana, 1960.

    Frutos, Argelio: Panteón Yoruba Conversación con un santero. Ediciones Holguín, 1992.

    James, C. R. L.: The black jacobins. Tussaint L'ouverture and the San Domingo Revolution. New York, Vintage books, 1963.

    James, Joel y José Millet. El vodú en Cuba. Santo Domingo, Ediciones CEDEE, 1992.

    Leuzinger, Elsy. Africa Negra. Barcelona. Editorial Seix Barral, 1966.

    Menéndez, Ivonne y José Millet: “Glosario mínimo del vodú". Signos. No 43, Santa Clara. 1966.

    Meneses, Rogelio: "La regla de palo monte o conga" Del Caribe. No 22, 1994, Santiago de Cuba.

    Mestre, Jesús: Santería: mitos y creencias. La Habana, Prensa Latina, 1997.

    Millet, José: Del mundo terrenal a las fuerzas ocultas. México, Editorial Travesía, 1993.

    _____________: “El espiritismo de cordón, un estudio de caso". Del Caribe, a. 5(12): 88, Santiago de Cuba.

    _____________: El espiritismo, variantes cubanas. Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 1997.

    _____________: Glosario mágico-religioso cubano. Venezuela, Ediciones Gaby, 1996.

    _____________: Siete potencias. Religión Yoruba. Venezuela, Ediciones Gaby, 1996.

    _____________: Los sistemas religiosos cubanos: diez años antes, diez años después. CEPAE. A IX (52) Santo Domingo, S.F.

    Moliner, Israel: "Panorama y práctica religiosas en el Caribe". Del Caribe, No 16-17, 1990. Santiago de Cuba.

    Muerte y religión. Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 1994.

    Poesía anónima africana. La Habana, Instituto del libro, 1968.

    Price-Mars, Jean: Así habló el tío. La Habana, Casa de las Américas, 1968.

    Rosemberg. June: El gagá: religión y sociedad de un culto dominicano. Santo Domingo, 1979

    Simpson, George Eaton: Religious cults of the Caribbean: Trinidad, Jamaica and Haiti. San Juan. Universidad de Puerto Rico, 1970.




Lic. José Millet
Investigador Auxiliar, Profesor Asistente y escritor
Director del Centro de Investigaciones Socioculturales, Instituto de Cultura del Estado Falcón
Edificio Sta. Rosa, Coro, Patrimonio de la Humanidad
Estado Falcón
República Bolivariana de Venezuela.
E-mail: milletjb2004@yahoo.commilletjb2007@gmail.com
WEB: www.archivocubano.orgwww.afrocubaweb.comwww.latinoamerica-online







Página enviada por José Millet
(24 de agosto de 2008)


Cuba. Una identità in movimento

Webmaster: Carlo NobiliAntropologo americanista, Roma, Italia

© 2000-2009 Tutti i diritti riservati — Derechos reservados

Statistiche - Estadisticas