Cuba

Una identità in movimento


Mitos y leyendas para el Catauro Cubano

Jesús Guanche


Mitos y leyendas para el Catauro CubanoResultado de una de las Becas de Investigación Cultural que otorga el actual Instituto Cubano de Investigaciones Culturales Juan Marinello, acaba de ser publicado y presentado el Catauro de seres míticos y legendarios en Cuba, La Habana, 2005, 572 pp., de Manuel Rivero Glean y Gerardo Chávez Spínola.[1]

La obra es fruto de largos años de investigación y de un prisma muy abierto a la inclusión, tanto de seres míticos como leyendas propias de la época precolonial, colonial y republicana (neocolonia y revolución) como a los primeros años del recién iniciado siglo XXI.

En tanto Catauro, cual recipiente ampliamente incluyente ¾de estirpe indígena ya cubanizado¾ la obra está estructurada como diccionario no exhaustivo por orden alfabético con múltiples referencias cruzadas a la amplia fuente de información que lo nutre o a otros términos que forman parte del texto.

Luego de un breve Prólogo, que permite ubicar esta obra dentro una tradición investigativa nacional e internacional muy apropiada a los tiempos actuales debido al reconocimiento patrimonial de los saberes tradicionales, los autores explican en el Prefacio las diferencias y puntos de vista encontrados que existen entre el mito y la leyenda como objeto de estudio y como producción cultural, del mismo modo que pasan un sintético balance acerca los esfuerzos que se han realizado en Cuba para estudiar y valorar el inmenso legado de la tradición oral como patrimonio cultural vivo.

Quien no conozca la riqueza del legado de muchas generaciones precedentes podría considerar ingenuamente paradójico: ¿qué puede significar a la altura del siglo XXI un intento de sistematizar saberes tradicionales convertidos o transmitidos en la forma narrativa del mito o de la leyenda o de los múltiples intersticios que encontramos entre uno y otra? Podría tomarse en consideración también que con el desarrollo acelerado de los medios de comunicación masiva mediante la revolución científico-técnica relacionada con la cibernética, la telemática, la robótica y la informática, que desdibujan hoy las fronteras disciplinares de la identificada otrora como "ciencia moderna", qué necesidad humana habría para contar con mitos y leyendas en la vida cotidiana.

Lo significativo de estos mitos y leyendas es precisamente su cualidad de depositarios de la memoria colectiva, que mediante la oralidad se transmiten transformados y enriquecidos por el propio decir de las personas en su ciclo vital, o dejan de ser representativos para determinado momento histórico y pueden perderse de la memoria colectiva. Este decir está caracterizado por formas verbales y no verbales de comunicación cargadas de valores simbólicos, desde el grito o la palabrota enfática hasta la señal de ojos más sutil e imperceptible para quien no es capaz de decodificar el mensaje.

Uno de los múltiples antídotos a las ideas autofágicas de una supuesta "globalización" del pensamiento, controlado a distancia por medios de comunicación masiva desde centros del poder informativo, es precisamente la capacidad peculiarmente humana de demostrar a diario que la diversidad cultural, en este caso a través del mito y la leyenda, no es una idea construida por el pensamiento abstracto para tratar de identificar procesos cotidianos de adaptación e interacción con los ecosistemas donde los seres humanos viven, sino el conocimiento de una realidad objetiva que hereda, procesa, re-crea y transmite valores morales y normas de comportamiento social e individual consuetudinario independientemente o vinculadas con las otras normas que puedan estar reguladas mediante el derecho.

El conocimiento, uso y transmisión de mitos y leyendas creados o asumidos como propios y en su narración adobados con múltiples formas de decir y de hacer es un acto supremo de resistencia frente a la posibilidad histórica de ser convertidos en otra cualidad cultural ajena a los intereses endógenos a la vez que representa una fortaleza para ideas perspectivas de vínculos regionales. Constituyen una inagotable fuente nutricia para la creación artística y literaria, a la vez que una obligada referencia para la educación en todos los niveles de enseñanza.

Cuando se culminó el Atlas etnográfico de Cuba: cultura popular tradicional,.[2] los mitos que salieron a la luz con una muestra nacional hicieron posible trazar tres regiones de variada complejidad clasificatoria con tres niveles de intensidad en la transmisión, identificadas y trazadas como alta, media y baja:

  1. Occidente, desde Pinar del Río hasta la parte occidental de Villa Clara, donde se observó una alta complejidad de relatos, sobre todo en las provincias habaneras y Matanzas, con una alta concentración en Ciudad de La Habana; así como la presencia dominante de mitos relacionados con la santería cubana sobre una fuerte base del cristianismo, junto con los mitos de las sociedades masculinas abakuá en Ciudad de La Habana, Matanzas y Cárdenas.

  2. Centro, desde el occidente de Villa Clara hasta la zona central de Ciego de Ávila, donde se observó una complejidad variable entre alta y media en el recuerdo y transmisión de los relatos; una presencia activa de tres complejos religiosos (catolicismo, santería y palomonte), así como mitos vinculados con cultos ya desaparecidos, de los que solo quedan referencias aisladas.

  3. Oriente, desde la zona central de Ciego de Ávila hasta Guantánamo. Allí no se observó complejidad en los temas de los relatos, sólo una exposición sintética y esquemática, con una mayor elaboración de los mitos vinculados con el catolicismo.

De igual manera, en el trazado espacial de las leyendas fueron identificadas seis regiones con los referidos tres niveles de intensidad en la transmisión (alta, media y baja) a partir de la reiteración y frecuencia de tres temas principales: sobre apariciones sobrenaturales, sobre elementos sagrados y sobre sucesos históricos. Estas regiones reflejaron las siguientes características:

    Región 1: Desde Pinar del Río, excepto su área sudoriental, hasta el área noroccidental de la provincia La Habana, donde predominan las leyendas sobre apariciones sobrenaturales, seguidas en frecuencia de las que abordan elementos sagrados y pocas basadas en sucesos históricos, con mayor intensidad en toda el área norte de esa región.

    Región 2: Desde la parte sudoriental de Pinar del Río hasta el área centro-occidental de La Habana, incluso toda la capital del país, donde predominan las leyendas sobre elementos sagrados, seguidas de las basadas en sucesos históricos y pocas sobre apariciones sobrenaturales, con predominio en la capital y el área sur de esta en la otra provincia (La Habana).

    Región 3: Desde el área central de La Habana, la mayor parte de Matanzas, excepto su franja nororiental, la provincia de Cienfuegos, la parte occidental de Sancti Spíritus y el sur de Las Villas, donde se reitera la misma frecuencia de la región 1, pero con mayor intensidad en Matanzas y el este de La Habana.

    Región 4: Desde la franja norte de Matanzas hasta la mayor parte de Camagüey excepto su franja oriental, donde se observa un equilibrio en la presencia de leyendas sobre apariciones sobrenaturales y sobre sucesos históricos, con menor intensidad de relatos acerca de elementos sagrados. La mayor intensidad de esta región se evidencia en toda su franja sur.

    Región 5: Desde la franja este de Camagüey hasta Guantánamo, menos las provincias de Granma y Santiago de Cuba, excepto la zona norte de la primera y la franja sur de Holguín, donde se observa un predominio de leyendas sobre apariciones sobrenaturales, seguidas de las basadas en hechos históricos y pocas sobre elementos sagrados.

    Región 6: Provincias de Granma y Santiago de Cuba, excepto la franja norte de la primera e incluye el área sur de Holguín, donde se observa un predominio de leyendas sobre elementos sagrados, seguidas de las basadas en apariciones sobrenaturales y pocas sobre sucesos históricos, con mayor intensidad en el área centro oriental de Granma, coincidente con la mayor presencia del espiritismo de cordón.

Todo lo anterior es una demostración fehaciente de la diversidad y variaciones en la intensidad y temas narrativos de mitos y leyendas en el contexto nacional de Cuba que ahora se muestra de manera sistematizada en esta obra.

Con un texto de referencia y consulta para otros estudios como este, se impone nuevamente recurrir a la sabiduría y actualidad del pensamiento martista ¾como prefería decir Fernando Ortiz¾ cuando enfatizaba:

    Conocer es resolver. Conocer el país, y gobernarlo conforme al conocimiento, es el único modo de librarlo de tiranías. La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria.[3]

El conocimiento de mitos y leyendas cubanos, o cubanizados con el paso de generaciones, no es letra muerta ni una curiosidad intelectual, es la vida cotidiana reflejada en el imaginario colectivo, es una forma peculiar de expresión de la identidad cultural que se manifiesta de manera muy diversa en todo el territorio nacional.


    Notas

      1. Si bien la fecha de edición corresponde al año 2005, de hecho fue dado a conocer al público el 14 de noviembre de 2007. Es un inevitable atraso que generalmente no debe ser imputable a las instituciones de investigación y mucho menos a los autores.
      2. La versión digital fue publicada en el 2000.
      3. Martí, José. "Nuestra América", vol. 6: 18, en Obras Completas, Centro de Estudios Martiano, CD-ROM, 2001.





Página enviada por Jesús Guanche
(15 de noviembre del 2007)


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