Cuba

Una identità in movimento


Un acercamiento a las fiestas desde Fernando Ortiz

Guillermo Julián Hernández


Acercarse al estudio de la obra del "más útil de todos los cubanos en la cultura y la ciencia del siglo XX", como lo calificara oportunamente Miguel Barnet,[1] constituye para cualquier investigador un privilegio y un reto. Significa un reto, porque el pensamiento fundacional del sabio cubano rebasó con creces las expectativas de la época que le correspondió vivir. Su pensamiento, en extremo creativo, inquieto y dinámico, hizo que hurgara científicamente en disímiles e innumerables fuentes del saber, desde la historia, la docencia y el derecho, especialidad en la que obtuvo el grado científico de doctor, hasta la antropología, a través de la cual realizó un profundo y complejo análisis del cubano, a partir de vista de su origen, costumbres, tradiciones y comportamiento social. Fundó diversas revistas científicas y culturales, así como instituciones y asociaciones, las cuales prestigió con su nombre, desde la dirección o la simple membresía.

Por esos caminos el insigne cubano, conocido también como nuestro Tercer Descubridor, se fue acercando a una de las actividades más importantes que desarrolla el hombre desde tiempos remotos y en los más diferentes contextos geográficos y sociales: las fiestas.

El sabio cubano, junto a otros especialistas de su época, realizó ingentes esfuerzos para que fuera aceptado por las instancias oficiales el carácter científico de los estudios de la cultura popular tradicional y no se viera ésta como una expresión de la "baja cultura", por parte de los gobiernos y las clases elitistas precedentes a 1959. Sin embargo, a pesar de la enorme labor intelectual desarrollada por Don Fernando Ortiz, fue necesario el advenimiento del triunfo de la revolución para que se revalorizara y refuncionalizara, desde los medios oficiales, el enfoque científico hacia estas prácticas, que no solamente incluyen la religiosidad popular, sino también el amplio abanico que comprende la cultura de los pueblos, en el que ocupan un lugar destacado sus fiestas y festejos.

Cuando se habla de pasos precisos y consolidados en este sentido hay que referirse a la creación del Teatro Nacional de Cuba — "una de las tres primeras instituciones culturales creadas en el año 1959 (junto a la Casa de las Américas y el ICAIC) que desplegó durante sus primeros dos años y medio de vida una intensa actividad creadora... " ,[2] y contribuyó decisivamente a promover una orientación científica de la cultura popular tradicional, acorde a los nuevos tiempos.

La constitución del Departamento de Folklore, dirigido por el musicólogo y etnólogo Dr. Argeliers León — quien mantuvo profundos e interesantes vínculos de trabajo con Fernando Ortiz — en la incipiente estructura del Teatro Nacional de Cuba, constituyó un paso inusual en nuestro país. Cabe reiterar la existencia de conceptualizaciones emanadas fundamentalmente de criterios etnocentristas, las cuales entendían el folklore como una expresión peyorativa de los genuinos valores culturales y tradicionales de un pueblo. Este departamento promovió un giro de 180 grados en la programación y proyección de la cultura popular tradicional a través de

    "... un espectáculo escenográfico que fuera capaz de reunir una serie de actividades que contribuyan al total y coordinado esfuerzo del plan de trabajo de la Revolución".[3]

El Departamento de Folklore, funcionó de hecho como un Centro de Estudios del Follkore, del cual se derivó, a su vez, el Seminario de Estudios del Folklore, que contó desde sus inicios con la colaboración de la Comisión Cubana de la UNESCO, y cuyo objetivo principal fue iniciar a un grupo de interesados y permitir el acceso a la información, a través de la docencia y la investigación científica. Entre aquellos primeros alumnos cabe destacar a los jóvenes Miguel Barnet y Rogelio Martínez Furé, quienes ostentan actualmente sendos Premios Nacionales de Literatura y Danza, y son a su vez especialistas de elevadísimo nivel en los estudios antropológicos.

Esta institución de estudios folklóricos sirvió de base posteriormente para la creación del Instituto Nacional de Etnología y Folklore, el 19 de diciembre de 1961, adscrito inicialmente al Consejo Nacional de Cultura[4] y posteriormente a la Academia de Ciencias de Cuba. De igual modo creó e impulsó la revista Actas del Folklore, cuya corta y valiosa vida abarcó de enero hasta diciembre de 1961 y constituye un documento de suma importancia para el estudio y comprensión de la antropología, fundamentalmente en el campo de la cultura popular tradicional. Vale destacar el esfuerzo de la Fundación Fernando Ortiz en la publicación del conjunto de revistas en un solo tomo, recientemente. Todo este quehacer fundacional de instituciones, departamentos de folklore, seminarios, institutos y publicaciones, entre otras actividades de importancia, facilita a finales de la década de los setenta del siglo pasado el tratamiento científico a las más diversas expresiones de la cultura popular, entre ellas y de manera destacada el complejo de fiestas, el cual cobra un auge insospechado en nuestro país gracias a los estudios del Atlas de la Cultura Popular Tradicional Cubana, monumental esfuerzo que llevó a cabo un grupo de perseverantes y entusiastas investigadores, especialistas y técnicos del Ministerio de Cultura y sus direcciones sectoriales. Este empeño masivo, que se realizó con amor y entusiasmo extraordinarios, contribuyó al resurgimiento de todo un compendio de tradiciones y costumbres, cuya génesis se perdía en el tiempo, que se celebraban históricamente a lo largo y ancho de todo el país, algunas de las cuales por diversas razones dejaron de efectuarse o perdieron su vigencia y participación popular, paulatinamente.

Posteriormente, estos trabajos de investigación de la cultura cubana formaron

    "... parte de una obra mayor, aún inédita, el Atlas Etnográfico de Cuba, en el cual tuvo una destacada labor cartográfica el Instituto de Geografía Tropical y cuya elaboración ha sido el resultado de dos décadas de investigación de terreno en el país y de una acuciosa indagación en fuentes bibliográficas y documentales".[5]

Esta obra se encuentra publicada parcialmente en versión digital e impresa.

Una vez puntualizado este necesario paréntesis en torno al enfoque científico de la cultura popular, se pueden retomar los antecedentes históricos en el estudio de las fiestas en la obra orticiana, los cuales se remontan a su más temprana juventud. Con solo 14 años, en 1895, publica Principi y Prostes, folleto de artículos de costumbres en dialecto menorquín,[6] que permite corroborar la acuciosa capacidad para la observación directa, la anotación e interpretación que acompañó a Don Fernando toda su vida. Su breve estancia en la isla paterna no fue desaprovechada por el incipiente investigador social.

Algunos años más tarde publica Para la agonografía española: estudio monográfico de las fiestas menorquinas.[7] Al respecto escribe Isaac Barreal:

    [...] fruto de su temprana capacidad analítica del medio social que le rodeaba, Ortiz nos dejó un muy interesante estudio sobre las fiestas de San Juan en la menorquina villa de Ciudadela, donde habían transcurrido su niñez y temprana adolescencia.
    Formando parte de las actividades científicas que organizaba el Instituto Sociológico, Ortiz ofreció, bajo la presidencia de Sales y Ferré, dos conferencias sobre este tema los días 23 de noviembre y 7 de diciembre de 1901. Unos años más tarde, en 1908, se editó en La Habana una refundición de ambas conferencias, constituyendo el primer folleto de Ortiz publicado en Cuba,[8] con un prólogo del pedagogo menorquino Juan Benejam, quien fuera su profesor de instrucción primaria en la propia Ciudadela.[9]

Es conveniente destacar la preocupación latente y sobre todo manifiesta que demostró Don Fernando Ortiz por el estudio de las fiestas, lo cual corrobora el hecho de que la primera obra que publica en Cuba se haya referido a este tema. De igual modo, mostró su inquietud por la carencia de estudios sociológicos sobre los festejos populares, a los cuales concedía un importante y vital papel en la vida de los pueblos. La siguiente cita corrobora fehacientemente el criterio del sabio cubano al respecto:

    [...] la conclusión más triste que la agonografía habría de deducir de la observación sintética es la de que los pueblos que no tienen fiestas públicas, son pueblos caducos que van rodando hacia su disgregación y absorción por otros; son pueblos en germen que no han podido todavía cristalizar sus expansiones de gozo en moldes propios y ya definidos.[10]

Gracias a los estudios fundacionales de Don Fernando Ortiz, y otros importantes antropólogos e investigadores, Cuba dispone de un abanico de fiestas vigentes, actualizadas, amplias y plurales, en el cual se entremezclan, como en el enjundioso "ajiaco", con el que el propio Ortiz calificara la cultura cubana,[11] las más diversas tradiciones, de diferentes países y grupos étnicos, incluso. El ejemplo personal y monumental legado documental que nos dejó el insigne sabio cubano — en negritas y subrayado, sin temor a la adjetivación, porque considero que aún son insuficientes los adjetivos — ha permitido que los investigadores y antropólogos cubanos cuentan con una certera base teórica para continuar profundizando con conocimiento de causa en los estudios de nuestro rico y diverso complejo de fiestas y también cimbrar de júbilo — por qué no — en cualesquiera de nuestros festejos, ya sean sociales, populares, religiosos o patrióticos.


    La Habana, 23 de febrero de 2008




      Ms.C. GUILLERMO JULIÁN HERNÁNDEZ

        Profesor Auxiliar de la Universidad de La Habana
        y del Instituto Superior del Arte (Universidad del Arte).
        Profesor Principal del Centro Nacional de Superación para
        la Cultura del Ministerio de Cultura de la República de Cuba.



    Notas

    1. Barnet Miguel. "Fernando Ortiz y su Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar". En: Colectivo de Autores, Antropología Social. Selección de Lecturas, p. 119. Editorial Félix Varela, La Habana, 2003.

    2. Monal Isabel. Actas del Folklore, p. 5. Ed. Fundación Fernando Ortiz, Ciudad de La Habana, 2005.

    3. León, Argeliers. "La expresión del pueblo en el TNC". En: Actas del Folklore, p. 15. Ed. Fundación Fernando Ortiz, Ciudad de La Habana, 2005.

    4. Ver Ley 994, del Poder Ejecutivo del Consejo de Ministros. En: Actas del Folklore, p. 372. Ed. Fundación Fernando Ortiz, Ciudad de La Habana, 2005.

    5. Colectivo de Autores. Cultura Popular Tradicional Cubana, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello y Centro de Antropología, 1999, p. Presentación.

    6. García Carranza Araceli. Bio-Bibliografía de Don Fernando Ortiz. Instituto Cubano del Libro, La Habana, Cuba, 1970, p. 35.

    7. García Carranza Araceli: Ob. Citada, p. 35.

    8. La cursiva es mía.

    9. Barreal Isaac: Retorno a las raíces. Editorial La Fuente Viva, Fundación Fernando Ortiz, La Habana, 2001, p. 53.

    10. Ortiz Fernando: Entre Cubanos, Fiestas Populares. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1986, pp. 69-70. En: Feliú Herrera, Virtudes: Fiestas y tradiciones cubanas. Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Habana, 2003, p. 18.

    11. Ortiz Fernando. "Los factores humanos de la cubanidad" En: Fernando Ortiz y la Cubanidad. Selección Norma Suárez, Colección La Fuente Viva. Ediciones UNION, p. 9. Ciudad de La Habana, 1996.





Página enviada por Jesús Guanche
(4 de marzo del 2008)


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