Cuba

Una identità in movimento


Crecimiento Espiritual: una de las dimensiones posibles de la personalidad

Semiramis López Rodríguez


Todo hombre tiene en si mismo dos elementos básicos que lo componen: cuerpo y espiritualidad; por lo tanto existe en dos dimensiones posibles. Todo hombre crece o se atrofia en esas dos direcciones de una manera natural o de una manera artificial.

En su desarrollo crece como cuerpo a la vez que alcanza un determinado nivel de impulso psíquico que está en condiciones de concebirse como un todo único, igual y diferente a los demás hombres. Igual como raza humana bio-psico-social y diferente como individuo-personalidad.

Cada hombre se caracteriza, entonces, por poseer determinados puntos de vista y actitudes y tener en sí exigencias morales muy propias, exigencias espirituales específicas de él, que no se forman de una vez ni se heredan.

El desarrollo de la dimensión específica de la espiritualidad del hombre marcha a la par del desarrollo biológico, comienza en la infancia, transcurre intensamente en la adolescencia y la juventud, y alcanza su punto climático en el estado de adultez, y cuando el hombre ya no puede crecer más como cuerpo, cuando el hombre ha comenzado a envejecer; se da lo más curioso e importante de su personalidad puede seguir creciendo, puede seguir rejuveneciéndose en la dimensión del alma.

Y de esa manera cuando Karl Morgenstern, un profesor de Estética y de Historia de la literatura y el arte dictando conferencias allá por el siglo XIX, usó el término Bildung, que procede de la palabra alemana que significa educación, no estaba haciendo otra cosa que dando inicio al estudio sobre el crecimiento espiritual. No estaba haciendo otra cosa que indicándonos que el hombre puede crecer siempre y perfeccionar su personalidad por influencias externas desde la familia, la escuela, el barrio o la sociedad en general o autoperfeccionarse desde su espíritu, desde su alma, desde su psiquis.

Bildund por su parte tuvo su evolución hacia Bildungsroman, que es un término aplicado generalmente a novelas de iniciación, educación, aprendizaje, e incluso formación que siguen el crecimiento espiritual, intelectual y emocional del protagonista desde su nacimiento o primera infancia hasta la edad adulta y la madurez. Y que se utilizan aquí, en estas reflexiones, teniendo en cuenta que para lograr un correcto crecimiento espiritual no basta con que la sociedad quiera, o tenga medios eficientes para lograrlo como una alfabetización revolucionaria y abarcadora, un sistema de educación gratuito y permanente que vaya desde la enseñanza elemental primaria hasta la universidad, con su variante más democrática y justa: la universalización; no basta que se de para un universo gigantesco la oportunidad y la posibilidad o que se extienda por los medios masivos una "universidad para todos" única y exclusiva en el mundo, no basta con eso, ¡no! Hace falta que el hombre comprenda la necesidad de autoperfeccionarse desde su mundo interior: sus sentimientos, emociones, pensamientos, voluntad o búsqueda de nuevos valores, entre otras razones; hace falta que el hombre comprenda que su crecimiento espiritual es eterno aunque la vida sea finita; que se puede crecer en ese orden hasta el momento más cercano a la muerte.

El crecimiento espiritual de los hombres se puede y debe lograr junto al crecimiento biológico, natural y humano; y contemplar como eslabón necesario su parte en el desarrollo en general de la personalidad humana, que se vislumbra como un proceso de evolución permanente desde lo mondo a lo lirondo, desde lo simple a complejo, desde lo inferior a lo superior en una evolución lineal ascendente, a veces, o de un estado cualitativamente viejo a uno nuevo; con la máxima de que la renovación, el nacimiento de lo nuevo y la muerte de lo viejo siempre es posible y natural por una cuestión elemental de dialéctica como nos enseña el pensamiento filosófico más universal desde la antigüedad hasta hoy día.

Se dice por especialistas en estudio del crecimiento espiritual que Johann Wolfgang von Goethe siguió este modelo para la mejor narrativa alemana de los años en que formaba parte de la generación romántica. Entonces, por qué no seguir los mejores ejemplos, por qué no aplicar para el desarrollo espiritual esa filosofía necesaria de que el avance en espíritu es permanente y por tanto debe haber una lucha eterna entre los principios; por tanto, comprender que el crecimiento espiritual no es sólo proceso de crecimiento en sí sino maduración del organismo más allá del crecimiento biológico.

La espiritualidad, no es otra cosa que desarrollo de la dimensión espiritual del hombre. El ser humano se compone de una naturaleza material o corporal y otra espiritual. Aunque unidas e inseparables, hay actividades que desarrollan de un modo más específico una u otra dimensión. Ha de tenerse en cuenta que no se trata de diferenciar una parte buena y otra mala, y ambas confrontadas entre sí, como sostiene el maniqueísmo, doctrina condenada por la Iglesia católica apostólica romana, sino de delimitar el campo donde la espiritualidad actúa y se enriquece.

El desarrollo humano es ante todo un proceso muy complejo de desarrollo espiritual, de perfeccionamiento permanente, de cambio cualitativo más que cuantitativo en todas las esferas importantes de la vida: de la realidad vivida, o la realidad reflejada y hasta en la soñada que puede conformar sus utopías; o en todas las actitudes ante los fenómenos y ante los hombres — incluso ante sí mismo —, o ante los fenómenos epistémicos.

Desde épocas lejanas las tensiones creativas en la sociedad y la política originaron nuevas ideas, tales como las intercambiadas en los debates acerca de la fe y la razón en las nuevas universidades. Asimismo dieron cauce a la aparición de nuevas órdenes religiosas y formas de espiritualidad. Las nuevas ideas surgieron en el seno de la religión popular durante las luchas entre el cristianismo ortodoxo y las numerosas herejías. La influencia de los eruditos judíos y musulmanes, el auge de una clase educada de profesionales de carrera y el crecimiento de un público lector urbano fueron factores que contribuyeron asimismo a este fermento cultural e intelectual en Europa. Que no estuvo ajeno a otras sociedades como por ejemplo, estas cuatro que le expondremos a continuación:

En la Roma antigua donde apareció Eneida, epopeya latina escrita por el poeta Virgilio entre 29 y 19 a.C, donde se parte de la leyenda que liga la fundación de Roma a una figura mítica venida de Troya, Virgilio narra el viaje, peripecias y establecimiento del héroe Eneas en Italia, donde establece las bases del futuro dominio romano del mundo como manifestación concreta del crecimiento espiritual de un hombre que se traduce a crecimiento espiritual de un pueblo, una raza, un imperio.

Los aztecas que según se puede interpretar en sus códices diseñan el crecimiento espiritual de cada uno de ellos así: a las mujeres se les exhorta a que fueran discretas y recatadas en sus modales y en el vestir y se les enseña todas las modalidades de los quehaceres domésticos que, además de moler y preparar los alimentos, consistían en descarozar el algodón, hilar, tejer y confeccionar la ropa de la familia y a los hombres se les inculca la vocación guerrera; desde muy pequeños; se les forma para que fueran fuertes, de modo que los bañaban con agua fría, los abrigaban con ropa ligera y dormían en el suelo; muy parecido a lo que hacían los atenienses de la Grecia clásica, y le procuraban fortalecer el carácter desde la niñez, mediante castigos severos y el fomento de los valores primordiales como amor a la verdad, la justicia y el deber, respeto a los padres y a los ancianos, rechazo a la mentira y al libertinaje, misericordia con los pobres y los desvalidos; dándole así un crecimiento espiritual específico; sin olvidar enseñar en la juventud a cada uno música, bailes y cantos, además de religión, historia, matemáticas, interpretación de los códices, artes marciales, escritura y conocimiento del calendario, entre otras disciplinas.

Y el taoísmo chino donde para lograr el crecimiento espiritual se desarrollan las enseñanzas auténticas de Zuang-zi que revelan a ese pensador dinámico utilizador de parábolas e imágenes más que argumentos, y que muestran una imaginación poética brillante y donde se enseña a los hombres a censurar a la lógica rígida, cuyas distinciones artificiales sólo oscurecen el camino ( tao ) del Universo hasta llegar al desdén místico de los valores convencionales que incluían una audacia absoluta ante la muerte, la que se acoge con éxtasis; paradójicamente, el taoísmo posterior se inspiró en la metáfora sobre la xian inmortal de Zuang-zi para acometer la búsqueda infructuosa de la inmortalidad física.

La ética confuciana con su clave en el jen, se traduce de diversos modos como 'intuición humana', 'amor', 'bondad' y 'humanidad', o "virtud suprema" que representa las mejores cualidades humanas; donde las relaciones entre los hombres, se construyen entre una persona y otra, así jen se manifiesta en chung, o la fidelidad a uno mismo y a los demás, y shu, o altruismo, mejor expresado en la regla de oro del confucianismo: "No hagas a los otros lo que no quieras que te hagan a ti mismo"; son valores virtuosos importantes en esa ética: la honradez, la decencia, la integridad y la devoción filial y el que posea todas estas virtudes será un chün-tzu (caballero perfecto) por eso toda su acción se resume en el principio: "en educación, no hay diferencia de clases".

A partir del crecimiento espiritual y desde el concepto espiritualidad han surgido en el tiempo, numerosas escuelas de magnanimidad que en la mayor parte de los casos se encuentran vinculadas a una personalidad o a una orden religiosa concreta; es por ello usual que llegue a hablarse de una espiritualidad dando al término una connotación peculiar o distintiva, como pueden ser, la espiritualidad franciscana, la ignaciana o la benedictina, por ejemplo; que son en nuestras reflexiones no el núcleo ni la esencia, sino un punto a tener en cuenta para reflexionar y ganar en "visión culturológica". El crecimiento espiritual de la edad media aumentó con la alfabetización, especialmente entre la población laica urbana que disponía de más tiempo para la lectura. Luego se pensó que el auténtico desarrollo humano, centrado en los valores de la persona, de la espiritualidad, del destino universal de los bienes de la Tierra, de la igualdad entre los pueblos y de la solidaridad internacional eran componentes imprescindibles en sí mismo.

El reflejo del término Bildung referido anteriormente, como crecimiento espiritual de personajes, que se pueden ver como crecimiento de hombres en ese fenómeno múltiple y complejo que es la vida social, y que según le escribió en una ocasión Marx a Engels es donde "la verdadera riqueza espiritual del individuo depende de la riqueza de sus relaciones reales": lo podemos encontrar en otros escritores; como aquellos que hacen los libros artúricos como La búsqueda del Santo Grial y Sir Gawain y el caballero verde; o aquellas fábulas de animales que a menudo realzaban las virtudes y habilidades de los trabajadores por encima de las características de las clases más altas; los Cuentos de Canterbury de Chaucer caricaturizaban a todas las clases sociales; los libros religiosos, los sermones, las biografías de santos y las narraciones de milagros que proporcionan literatura enriquecedora a los lectores piadosos, en su mayoría mujeres; sin olvidar esos libros que fueron volúmenes manuscritos, minuciosamente copiados por los escribas en pergaminos de pieles de animales utilizando plumas de ave o cañas y los manuscritos más costosos que estaban decorados con ilustraciones dibujadas con oro y colores brillantes de Cristo y otros santos, así como enredaderas, plantas y bestias fantásticas que se cruzaban y entrelazaban en los márgenes.

y ¿ que decir de los llamados Ejercicios espirituales?, nombre por el que es conocida la obra más importante del religioso español san Ignacio de Loyola, redactada entre 1522 y 1523 en Manresa y publicada por primera vez en Roma, en 1548, bajo ese título para vencer a sí mismo y ordenar su vida sin determinarse por afección alguna que desordenada sea; con el fin de lograr el crecimiento espiritual de los creyentes; que fue escrita originalmente en español, y con posterioridad lo fue en latín, que ha sido traducida a gran número de lenguas y constituyó un escrito clave en la conformación de la espiritualidad de la Compañía de Jesús y que sirvió como modelo para los retiros espirituales católicos que un día no se sabe cuando con exactitud se trajo a estas tierras americanas.

Lo podemos encontrar en el Marqués de Sade a partir del cuento filosófico escrito en 1787 en La Bastilla, Los infortunios de la virtud, el texto se revisa y evoluciona en la novela Justine o los infortunios de la virtud, publicada en 1791, hasta llegar a la versión definitiva, La Nueva Justine o los infortunios de la virtud seguida de La Historia de Juliette, su hermana (esta última parte, añadida a la anterior, es más conocida por el título de Juliette o las prosperidades del vicio ), que se publicó en 1796 y que son muestras de la primera manifestación en Francia del "género negro", donde revela el poder de la imaginación del autor y su capacidad para cuestionar la moral y los valores sociales; desde un mundo y un crecimiento espiritual complejo.

Y ese ejemplo de Helena Petrovna Blavatsky (1831-1891), líder religiosa estadounidense de origen ruso, que fundó un sistema filosófico-religioso conocido por el nombre de teosofía como manera muy propia de crecimiento espiritual desde su experiencia donde justifica, con ideas después de salvarse de morir ahogada en el mar, un espiritualismo al que se unió y desde donde declaró que poseía poderes físicos.

O el otro ejemplo que se encuentra en Hermann Hesse (1877-1962), contemporáneo de Mann, el que escribió novelas en las que el protagonista está habitualmente inmerso en un viaje para descubrirse a sí mismo; para saber como es su crecimiento espiritual o en Peter Camenzind (1904), este viaje es el del desarrollo de un escritor; y Siddhartha (1922) y Viaje al Este (1932) que reflejan los intentos por obtener la iluminación y el conocimiento de uno mismo a través de la mística hindú; y que es seguido por esos múltiples ejemplos de la literatura inglesa que son: Sartor Resartus (1833-1834), Thomas Carlyle, David Copperfield (1849-1850) y Grandes esperanzas (1860-1861) de Charles Dickens, El camino de la carne (1903) de Samuel Butler, Hijos y amantes (1913) de D. H. Lawrence, Retrato del artista adolescente (1914-1915), El viaje más largo (1907) de E. M. Forster, o los ejemplos del género en francés donde caben destacar La educación sentimental (1869) de Gustave Flaubert y, esa novela póstuma de Albert Camus, El primer hombre (1994), que narra la infancia y adolescencia de un pied-noir argelino con un marcado sabor autobiográfico para demostrar su crecimiento espiritual.

Y como dejar de hablar de Alejandro Deústua (1849-1945), filósofo cuasi-Inca cuyo magisterio ejerció una influencia determinante en el conjunto de la filosofía de su país durante la primera mitad del siglo XX; y por tanto un enriquecer al crecimiento espiritual de aquella otrora sociedad aborigen del Perú; el que nació en Huancayo (Junín) y que luego se desempeña como profesor en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, que nos deja un pensamiento que se caracteriza por suponer una crítica al intelectualismo y al positivismo preponderantes en su tiempo; desde el influjo intelectual de Henri Bergson, y que defendió una filosofía de la libertad creadora la que tenía dos aspectos: una armonía natural y un impulso creador; como partes del desarrollo del cuerpo y el alma o sea el crecimiento espiritual completo; así sus tesis alcanzaron una meta importante en la creación de una filosofía práctica, en la que la libertad es el fundamento de los valores morales; sus principales obras, donde mucho pesa la reflexión estética, se destacan entre otras: Las ideas de orden y libertad en la historia del pensamiento humano (2 vols., 1919-1922), Estética general (1923), Estética aplicada (3 vols., 1929-1955), Los sistemas de moral (2 vols., 1938-1940) y La estética de José Vasconcelos (1939).

O Sinclair Lewis (1885-1951), novelista estadounidense que cambió la tradicional visión romántica y complaciente de la vida norteamericana por otra mucho más realista, e incluso amarga como por ejemplo en su obra Calle mayor (1920), donde desarrolla por primera vez un tema que se convertirá en leitmotiv de sus principales obras: la monotonía, la frustración emocional y la falta de valores espirituales e intelectuales de la clase media estadounidense, que la limitan en su crecimiento espiritual, o su novela Babbitt (1922) en la que ofrece un retrato despiadado del arquetipo del hombre de negocios de una ciudad pequeña que acepta ciegamente los valores sociales materiales y éticos de su entorno, olvidándose de ese otro componente que es la espiritualidad y en El doctor Arrowsmith (1925), donde expone la falta de idealismo científico que en ocasiones se observa entre los médicos; Elmer Gantry (1927) es el retrato a la figura de un falso e hipócrita líder religioso infiltrado en la iglesia Protestante; y en otras de sus novelas, como Dodsworth (1929), retrata a la mujer casada, egoísta y pretenciosa, que a veces se encuentra en los círculos de clase media estadounidense; sin perder de vista algo de su visión futurista porque en su obra Eso no puede pasar aquí (1935), escribe la escalofriante historia de una "futura revolución" que situaría a Estados Unidos bajo control fascista; — sin revolución ha llegado Busch — , y en Sangre de rey (1947), refleja otra faceta interesante y posible del crecimiento espiritual del hombre, la intolerancia racial.

Por otra parte Yukio Mishima, seudónimo de Kimitake Hiraoka (1925-1970), novelista japonés muy conocido en Occidente, cuyo tema central es la dicotomía entre los valores tradicionales de Japón y la esterilidad espiritual de la vida contemporánea, el que después de la guerra estudió Derecho y estuvo empleado un tiempo en el ministerio de Hacienda; escribiendo su primera novela, autobiográfica, Confesiones de una máscara (1949),la que le permitió dedicarse por entero a la literatura; luego vendría El rumor de las olas (1954), su siguiente publicación, que es una novela de amor; donde se recoge otra variante del crecimiento espiritual del hombre; por otra parte El pabellón de oro (1956) retrata a un hombre obsesionado con la religión y la belleza; El marino que perdió la gracia del mar (1963) es un relato truculento sobre los celos adolescentes; y en su epopeya de cuatro volúmenes, El mar de la fertilidad (1970), que también comprende Nieve de primavera, Caballos desbocados, El templo del alba y La corrupción de un ángel, analiza la transformación de su país en una sociedad moderna pero estéril; interesante manera de ver el crecimiento espiritual del Japón; por ello ese prolífico autor fundó una sociedad para fomentar la cultura física y las artes marciales, el Tatenokai (Sociedad del Escudo), de donde partió a suicidarse ritualmente, como lo hacían los personajes de sus novelas, en lo que se considera como su protesta final contra la decadencia japonesa.

Y podemos encontrar hasta el llamado sionismo cultural, cuyo principal portavoz fue el escritor ruso Ahad Ha-am, el que subrayaba la importancia que tenía convertir a Palestina en un centro para el crecimiento espiritual y cultural del pueblo judío; con esa otra variedad del sionismo que fue elaborada por A. D. Gordon, quien escribió y practicó la "religión del trabajo", concepto tolstoiano que concebía que la unión del pueblo y de la tierra se lograba trabajando el suelo.

Y que decir de Caio Fernando Abreu (1948-1996), ese escritor brasileño que ofrece en toda su obra, un retrato sentimental del Brasil urbano, que escribió once libros, traducidos a cinco idiomas; donde se destacan: Morangos Mofados (Fresas mohosas, 1982), Os dragões não conhecem o paraíso (Los dragones no conocen el paraíso, 1988) y Onde andará Dulce Veiga (Dónde estará Dulce Veiga, 1990) en los que consigue expresar las inquietudes existenciales y las situaciones límites de su generación, marcada por el movimiento hippie, el comunismo, la música rock y el punk, aunque siempre envueltas en un aura de crecimiento espiritual muy concreto hecho que lo llevó a confesar cierta vez que su obra estaba "centrada en el desamparo humano"; desde un estilo fragmentario, narrativo y poético, formado de retratos sentimentales del Brasil urbano; del Brasil que crecía internamente en sí para mostrarse al mundo y del que dejó al morir, inédito Ovelhas negras (Ovejas negras, 1996); que llevó a la escritora Lygia Fagundes Tellesa definirlo como "el escritor de la pasión".

Sin olvidarnos de Marcel Mauss que es autor de ese magnífico libro de ensayos Sociología y antropología y del que Claude Lévi-Strauss dijo que había permitido descubrir las reglas concretas que acceden a la creación dentro de cualquier tipo de sociedad de ciclos de reciprocidad cuyas leyes de funcionamiento eran ya conocidas, asintiendo así el empleo del razonamiento deductivo en un campo que parecía sujeto a la arbitrariedad más absoluta.

Y el filósofo y filólogo alemán Friedrich Nietzsche, que expuso en algunas de las tesis fundamentales y de su pensamiento más maduro, tras haber realizado una serie de fulminantes críticas contra la cultura burguesa de su tiempo y contra la tradición platónico-cristiana, sustentada en su libro Also sprach Zarathustra (Así habló Zaratustra ):

O el propio Claude Lévi-Strauss que escribió Raza e historia donde puntualiza que relación de causa-efecto a la que existe en el plano biológico también existe en el plano espiritual, sin olvidar que el propio escrito es racista en sí mismo.

Y por último Alvin Toffler, el que hizo la interpretación del mundo de la revolución postindustrial en La tercera ola (1974), donde muestra las nuevas relaciones geopolíticas, los nuevos estilos de vida y formas de comunicación, que exigen ideas y analogías, clasificaciones y conceptos totalmente nuevos.

El hombre es libre, pero con una libertad condicionada, me ha enseñado la vida. El crecimiento espiritual del hombre es un elemento activo del desarrollo de la Historia, pero no contiene en sí mismo ese desarrollo. El crecimiento espiritual es necesario para que las grandes obras creativas del hombre se realicen: el arte, la cultura o la producción material, para que las revoluciones traigan cambio y progreso.

En una sociedad que tiende a la universalización, una actitud abierta, la capacidad para tomar iniciativas y la creatividad, son valores fundamentales para el desarrollo profesional y personal de los individuos y para el progreso y crecimiento de la sociedad en su conjunto con un reflejo fértil en el crecimiento espiritual donde no se puede olvidar ni por un minuto aquella sentencia de Antoine de Saint Exupery cuando escribió en "El principito" que "sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos".





Página enviada por Eliécer Fernández Diéguez
(23 de mayo de 2008)


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