Sí, hemos vivido en estos días momentos trascendentales. Hemos sido testigo de un Aniversario que no se repetirá igual, aunque los venideros, siempre tendrán esa luz que ilumina los caminos del mundo entero que son las ideas de justicia de Fidel, las mismas ideas de José Martí, las de Simón Bolívar.
En un breve recuento acerca del recibimiento del 50 aniversario del desembarco del Granma realizaré el comentario, en el cual no puedo dejar de mencionar la maravillosa Jornada promovida por la Fundación Guayasamín que culminó el día primero en el coloquio Memoria y Futuro de Cuba y Fidel.
Esa misma noche, la Juventud cubana preparó sus actividades en cada provincia para esperar la gloriosa fecha. En la Ciudad de La Habana, se organizó una Gala, una especie de serenata habanera, con muchas voces.
Son las nuevas generaciones de cubanos los protagonistas y continuadores de las epopeyas y victorias de estos tiempos. Esa fidelidad es uno de los más apreciados regalos que ha recibido el Comandante en Jefe Fidel Castro, es el mejor compromiso que se le puede hacer a los expedicionarios, a los héroes y mártires de la Patria: La unidad, la continuidad histórica para preservar nuestra independencia y soberanía. Nicaragua, Bolivia, Venezuela, le han obsequiado con la conquista de la soberanía de sus pueblos.
Una inmensa masa de jóvenes de la ciudad esperaron el día 2 de Diciembre, frente al Museo de la Revolución, edificio que guarda Historia y Cultura.
Ellos cantaban, coreaban, bailaban, acompañados de diferentes agrupaciones de artistas.
Actuó Beatriz Márquez, La Musicalísima de Cuba. Y la presencia de Sara González, que hemos visto desde que era casi adolescente, fue acompañada en la canción constituida en un himno: Girón, la Victoria que ella dedicó a Fidel, al Comandante en Jefe.
A las 12 y un minuto de la madrugada del día 2 el pueblo en las calles, o en sus hogares frente al televisor, estaba cantando el Himno Nacional. Mientras tanto, las cámaras trasmitían el momento en que era izada la enseña de la estrella solitaria en el Monte de las Banderas de la Tribuna Antiimperialista, donde la obra del escultor Andrés González dedicada a José Martí, se convierte en enérgica palabra y denuncia contra las injusticias del Imperio.
Veintiuna salvas se escuchaban desde la Fortaleza de la Cabaña y una sorpresiva fiesta de fuegos artificiales iluminó, aún más, el espacio, al mismo tiempo, una nave se desplazaba por la Bahía con luces que destacaba el saludo: ¡VIVA FIDEL!
El Grupo Moncada, que también hemos visto crecer, continuó la Bienvenida y la alegría, mientras las luces de los fuegos artificiales sobre el Malecón habanero poco a poco disminuían la intensidad. ¡Fueron treinta minutos inmensamente emocionantes!
No hubo sueño, la madrugada contagiaba. Más de tres generaciones de cubanos se uníeron para desfilar junto a su Pueblo Uniformado que es decir: sus Fuerzas Armadas Revolucionarias.
A las 8 a.m. comenzó el des file. El mundo era testigo. Nuestros amigos, hermanos, venidos de diferentes países fueron igualmente protagonistas de las actividades en estos días.
Después de la ceremonia militar, el toque de silencio, y el Discurso Central pronunciado por el General de Ejército, Raúl Castro Ruz; abrió la marcha una representación de la Caballería Mambisa Campesina.
Detrás, venía despació, el yate Granma, parecía que navegaba entre las olas que imitaban los pañuelos azules agitados por las tiernas manecitas de los pioneros cubanos. Su Timonel, el Capitán de Navío Norberto Collado, iba en la Proa, se escuchaba la interpretación instruental de "La Lupe" esa canción del Comandante Juan Almeida que identifica la gesta libertaria. El yate desde 1956, no se ha detenido, y seguirá navegando con la gigante expedición de su solidario pueblo, al lado de los desposeídos de cualquier parte del planeta.
Una pionera habló en nombre de todos: Yanet Martínez. Palabras e ideas claras y bellas, poesía y dicción perfecta.
Una columna de 18 jovenes, que representaban a los expedicionarios que subieron con Fidel a la Sierra, iba delante de las tres columnas de soldados, símbolos de las que se desprendieron de la primera. Jóvenes representando a los fundadores del Ejército Rebelde.
Seguidamente las Fuerzas Armadas Revolucionarias con sus tres Ejércitos; las Academias, Institutos, Brigadas, Agrupaciones y Escuelas Militares; la representación del Ministerio del Interior; el Ejército Juvenil del Trabajo; las Milicias de Tropas Territoriales; las Brigadas de Producción y Defensa.
Un mar de pueblo pasó después, daban vivas a Fidel y Raúl. Saludaban a todos los Comandantes presentes en la Tribuna. La histórica Plaza de la Revolución, con la imagen de José Martí meditativo, universal, vivo, obra de Juan José Sicre; testigo de las concentraciones más relevantes de la Historia de la Revolución Socialista de Cuba, destacaba su inmortalidad, bajo el cielo intensamente azul y el brillante sol de la mañana.
De frente, no podía faltar, el Comandante Ernesto Che Guevara, allí, gigante, en la obra del escultor Enrique Ävila y en la unidad indestructible del pueblo que tiene a miles de sus hijos en más de 60 países dando vida, salud, a través de la Operación Milagro, y otras misiones, o en la hermosa tarea de "Yo sí Puedo". llevando la luz a cientos de miles que aprenden a leer y escribir.
El desfile que parecía interminable llegó a un cierre abierto: ¡ Los universitarios! El dominio de las ciencias, las técnicas, las letras, y las armas de la defensa. Los estudiantes de la moderna Universidad de Ciencias Informáticas de Cuba. alzaban cinco gigantescas banderas cubanas, las levantaban al nivel del azul de sus camisas como en andas. En cada una, estaban: Antonio, Fernando, Gerardo, Ramón y René, los Cinco Héroes, prisioneros del Imperio.
Terminó el desfile. Yo vi crecer a los pinos nuevos. ¡Qué dicha! Los vimos recien sembrados, pequeñitos y levantarse desde la tierra, año tras año, hacerse fuertes vigorosos. Tienen tanta fortaleza, nobleza y majestad, como si fueran suyas las cualidades del Caguairán.
Página enviada por Froilán González y Adys M. Cupull Reyes
(4 de diciembre de 2006)