El cantante cubano Polo Montañez, murió prematuramente cuando se perfilaba como el rescatador del género de la Guajira, que
antaño cultivaron figuras del renombre de Guillermo Portabales, Ramón Veloz y Celina González.
Al volante de su Hyundai, Polo Montañez, la gran revelación de la canción cubana en el 2000, se estrelló contra un camión rastra en estacionamiento, que lo dejó moribundo durante una semana hasta su fallecimiento.
La carretera ha sido durante decenios la gran tumba de talentos:
en España murieron en accidentes de coche Luis Manuel Ferri, más
conocido como Nino Bravo, Bruno Lomas, Cecilia, y dos miembros de Los Ángeles. Y hasta Paco Pastor (Formula V) y Julio Iglesias por nada no sobreviven a descalabros similares.
En Francia, a mediados de los 60, se volcó el automóvil de Francoise Dorleac, la hermana de Catherine Denueve. Hasta ese momento
prometía más que su fraterna después de actuaciones destacadas en El hombre de Río, con Jean Paul Belmondo, y Gengis Khan, junto a Omar Shariff y Stephen Boyd.
Argentina tuvo en los 90 la pérdida de Rodrigo, un cantante que
amenazaba con convertirse en el antiGardel más inquietante del nuevo milenio.
La Rusia de los 70, sufrió con el deceso de Vladimir Visostki, el
James Dean Soviético, así como Polonia perdió, en esa misma década, aplastado por un tren, a Zbignew Cibulski (Cenizas y diamantes), verdadera fuerza descomunal de la actuación eslava.
Un infarto del miocardio sacó de competencia a mediados de los 90
en Italia a Massimo Troisi (El cartero), a quien se suponía heredero
de los Mastroianni y Gassman, y la mala suerte de un cáncer de pulmón frustró a un actor y cantante del talante del francés Jacques Brel.
Pero precisamente Francia fue todavía más trágica con el suicidio
de Patrick Deware, el actor más prometedor de los 70, incluso mejor
que el actual "monstruo" Gerard Depardieu, crisis agudizada por la
muerte en accidente de moto del fantástico comediante Coluche,
heredero de los Fernandel y los Tati.
Polo Montañez se había embarcado hace tres días en un Hyundai
desde su natal Pinar del Río. No es que estuviera en la cima, pero se
encontraba en su mejor momento después del éxito universal de su Cd Guajiro natural y el sencillo Un montón de estrellas.
En una conversación reciente con este redactor me dijo: "No te
creas, yo me hago el bobo pero no lo soy", y sin embargo con Un
montón de estrellas logró reflejar la imagen del antihéroe, del
perdedor: "el hombre que en el amor es un idiota que ha sufrido mil
derrotas".
Y esa fórmula funcionó en América quizás como una respuesta al
trunfalismo de Y sigo siendo el rey, del mexicano José Alfredo
Jiménez.
Polo con su rostro bondadoso y ademanes tranquilos logró "colocarse" en el corazón de los cubanos, que lo tuvieron como su
"nuevo paradigma de héroe" en época de crisis, descubierto por la
casualidad de una disquera menor (Lusáfrica) que apostó a "los frutos naturales de la tierra" y logró, entre otros, a Cesaria Evora.
Se le vió contento en el lanzamiento de su segundo disco, Guitarra
mía, y con esas dos obras ya pasó a la historia de la música.
Melódico, natural, Polo Montañez pertenece a la mejor tradición de
cantante populares, como Benny Moré, Miguelito Valdés o Pablo
Quevedo.
A la historia del arte cubano, paradójicamente, le hacía falta un
James Dean, un bardo muerto prematuramente, en el mejor momento de su carrera, al volante de su coche, y cuya desaparición nos dejara con la incertidumbre de hasta donde pudo haber llegado.
Polo Montañez cumple con el requisito: joven (47 años), talentoso,
fuerte como un toro y carismático. Siempre lo recordaremos como el
hombre que reconoció su derrota, siempre viajará por dentro de un
montón de estrellas con su carga de armonías y tragedias.
Fuente
El autor es periodista de la redacción cultural de Prensa Latina. E-mail: cultura@prensa-latina.cu
