Otros cinco poemas de Marié Rojas Tamayo
Marié Rojas Tamayo
Ilustraciones: Ray Respall Rojas
PARIS
Quiero decirte tantas cosas
Y no alcanzan las palabras...
Quiero hablarte de París,
De los olores que trae el viento,
De las notas que lleva en sus alas,
De la lluvia que moja mi rostro,
Del ocaso que se cierne
Sobre los tejados,
Y de nuestro abrazo,
De ese abrazo nuestro
Que ciñe la vieja ciudad.
Pero no puedo,
No me alcanzan las palabras...
Para decirte que sin ti
París no es ciudad,
Sino lejanía.
Las flores solo portan aromas de nostalgia,
La lluvia no es otra cosa que gotas de agua,
Que el viento no lleva ni trae melodías antiguas,
Que el ocaso no es sino símbolo de algo.
Porque sin ti,
Y sin tu abrazo,
Sin tu mejilla junto a la mía,
Contemplando como se oculta el sol
Tras los tejados,
No sirven,
No son nada las palabras.
CITA
Te veré
A la hora sin sombras
Bajo el árbol cuyo nombre convocamos.
Viajaremos
A ese mundo con tres soles
Que visitamos cuando unimos nuestros sueños.
Danzaremos, triples siluetas crepusculares,
Mecidos por el canto de cigarras
Y la vieja fuente
Acunará en sus palmas nuestros nombres.
Te veré
Inexorablemente
Esta noche,
Y verte me hará feliz.
TAROT
La ignorancia es felicidad,
El saber
Solo trae dolor a nuestro lado.
Envidio al tonto, al inocente,
Al que no sabe...
Envidio al loco,
Que se inventa un mundo,
Y se marcha a vivir en él con un hatillo
De corolas olvidadas.
Envidio al niño
Porque cree en sus fantasías...
La pirámide invertida
Se recorta contra el poniente,
Hay demasiadas nubes
En este cielo de otoño.
Circuito cerrado, el Mundo,
Giroscopio de cometas extraviados,
Sin sentido,
Sin llegar a su destino.
Abre las puertas
Cuando toque en ellas la mañana,
Haz de tus esperanzas un puñado
Y échalas a volar.
INFANCIA
Ayer jugábamos a disfrazarnos de adultos,
Hoy, a nuestro pesar,
Hemos crecido.
Guardadas están en baúles nuestras ropas,
Mantillas, sombreros y antiparras,
Que nunca serán las de esta época.
Hemos regalado los juguetes,
No porque no los necesitemos:
Porque son y han de ser para los niños.
¡Ay, infancia que se va,
candidez perdida!
Nos queda solo el alma,
El alma inocente como una semilla
Y estas manos de acariciarnos cada día.
NOCHE
Era de noche y sonaban
A lo lejos, no sé dónde
Las campanas.
Vino la oscuridad a mi encuentro
Como dama de mil velos
A contarme sus historias.
¡Ha escuchado tantas voces,
ha sido fiel compañera de tantos!
Yo, desvelada, insomne,
Recordando que vivo entre silencios,
Presté oído a la negra dama.
Ella me dijo que
Allá lejos, no sé dónde.
Alguien,
Esta noche,
Se ha puesto a imaginarme.
Página enviada por Marié Rojas Tamayo
(23 de junio de 2007)