Los oráculos de los africanos en Cuba y sus descendientes criollos, creadores del culto afrocatólico llamado Regla de Ocha o Santería, han influenciado en la vida activa de esta comunidad religiosa de procedencia yoruba, tan popular en el quehacer diario de nuestro país. Han marcado y señalado desde el comportamiento del creyente, hasta las formas de expresión, comida, ropas, colores, etcétera, que debe seguir durante toda su vida y han irrumpido en el desarrollo social de la Nación.
Estas consultas frecuentes abarcan desde respuestas a los problemas simples, hasta los rituales más complejos, como por ejemplo, la Tirada de Fin de Año por las casas de Ifá de más prestigio, las cuales, durante los tres últimos días del año (30, 31 y 1°) y a través de los complejos ritos y ofrendas a los orishas y orissas, marcan los fenómenos sociales, naturales y políticos que sucederán durante ese año para Cuba y para el mundo entero. Este oddun o letra de Ifá es sacado por el mayor de la rama(1), al menor (que representa el país) y decidirá la vida por todo ese año de los fieles, los ebbó que habrá que hacer, la bandera que identificará la casa donde vive el religioso, todo lo bueno y lo malo que sucederá y cómo se podrá evitar, siguiendo los sabios consejos de los babalawos.
Estos sistemas en general, le dan una seguridad al consultado y lo ayudan a resolver problemas de toda índole a través de los orishas, las Reglas de Palo, las Misas Católicas, las promesas, los ebbó, los despojos, los sarayeyeos, etcétera.
Estos oráculos alivian todo sentido de inseguridad en el religioso y el aleyo, puesto que son indicaciones directas de las deidades u orishas, los égguns y todo el mundo de la riqueza imaginativa de nuestro pueblo descendiente de la tradición oral de nuestros ancestros africanos y las amalgamas de razas y religiones que forman nuestra cubanía.
Como hemos visto en forma general, nuestros oráculos, los cuales el religioso serio y estudioso lleva desde las interpretaciones más didácticas y actuales (refranes, charlas, prohibiciones, etcétera), sirven, o bien para que el babalawo pueda interpretar el complejo adivinatorio de Ifá, o bien para que, a través de las posiciones simples del Obbi y el Diloggún los babalochas e iyalochas puedan hacerlo.
Estos tres sistemas, tras un aprendizaje de padres a hijos en los tiempos de la Colonia y en los cabildos que tanta fama e importancia han tenido pará la conservación de tradiciones de la lengua, el baile, la comida, los trajes, los colores, la iconografía y, en fin, todo lo que conforma lo bello, poético y ancestral de nuestras raices antillanas, han permanecido como un fiel exponente de todo lo misterioso, esotérico y mágico de esta Isla unida por un cordón umbilical a todas las Antillas, a la América de nuestros próceres y a las tierras africanas que, a través de sus tambores, llevan el eco y la resonancia de nuestra sangre enardecida por los calores tropicales.
Nota
(1) Rama: Casa o familia de santo.
Tomado de: NATALIA BOLÍVAR ARÓSTEGUI — VALENTINA PORRAS POTTS, Orisha Ayé. Unidad mítica del Caribe al Brasil, Guadalajara (España), Ediciones Pontón, pp. 226-227
