Cuba

Una identità in movimento

Seminario sobre la Nueva Trova Cubana. Víctor Casaus: "Para mirar la nueva trova"

Víctor Casaus



Agradezco a la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano y a Alquimia, en especial, compartir con ustedes estas palabras para presentar el programa de documentales sobre la trova que pasará en estos días por los espacios del cine Yara y del Centro Cultural del ICAIC.

Lo agradezco porque me da la oportunidad de comentar con ustedes cosas entrañables que pertenecen a nuestra memoria colectiva y a esas zonas de la memoria personal que el tiempo resguarda y recupera de tanto en tanto, como en los momentos que ofrece este Seminario.

Habría que recordar cómo el cine cubano documentó en sus imágenes la historia de la música cubana, y dentro de ella la de esa manifestación popular y poética, comunicadora y vital, que es la trova cubana.

El cine, arte joven, nacido aquí, como industria y como sueño realizado, con la Revolución, contribuyó al desarrollo de nuestra cultura rescatando y creando, dándonos rostros y proponiéndonos pensar y participar: dos elementos imprescindibles, que debieran ser siempre inseparables.

El cine cubano fue, además, espacio vital, cuna y taller, escuela y ámbito de la imaginación, para la nueva trova cubana. Como toda manifestación naciente que busca, halla y realiza la necesaria ruptura que le corresponde, la nueva trova encontró en el ICAIC de Alfredo Guevara y en la Casa de las Américas de Haydée Santamaría el apoyo imprescindible, el aliento y la enseñanza, la confianza y el coraje necesarios para mantener e impulsar aquellos cantos, aquella poesía que traía, guitarra en mano, la sustancia de nuestros sueños de entonces, la agudeza de las preguntas, la diafanidad de las voces.

Todavía recuerdo con emoción las imágenes de Silvio, de Pablo y de Noel en los fotogramas del Noticiero ICAIC Latinoamericano: flacos y entusiasmados en la aventura siempre riesgosa de crear y de creer, todavía los veo entre los techos de la Habana Vieja, frente a los carteles de la guerra de Vietnam, y todavía y siempre agradezco la valentía y el talento intuitivo y generoso de Santiago Alvarez, maestro de documentalistas, revolucionario de mirada profunda y amplia a la vez, batallador por la verdad, la belleza y la justicia, tres elementos imprescindibles que debieran ser siempre inseparables.

Santiago, desde la improvisación artística y el aprendizaje cotidiano, nos enseñó a todos los cineastas de entonces (y de después) el valor de la ética. Hoy se verán aquí obras de Oscar Valdés y Bernabé Hernández, sombras luminosas de la historia del documental cubano y no sólo cubano. La memoria de María Teresa Vera y los oscuros versos resplandescientes de Luis Gómez nos acompañarán gracias a la magia de estos fundadores de imágenes, de estos hermanos poco recordados.

Compartiendo su ética martiana y cristiana, nos hablará — pobre, nómada y libre — Teresita Fernández, desde el documental realizado por Jorge Fuentes, para revelarnos, juntos, el valor de la palabra y de la sencillez humana. En el mundo que trata de imponerse — a lo lejos y a lo cerca — con las reverberaciones de las falsas maravillas, los colores repetidamente irrepetibles de los lumínicos y el deslumbrante aburrimiento de las superproducciones, el brillo de una violeta sembrada con amor puede obrar el milagro de la identidad, la certeza de la comunicación, el arco de la ternura que nos salve: tres hallazgos imprescindibles, que debieran ser siempre inseparables.

El comentario del cuarto documental de esta noche — Que levante la mano la guitarra — pertenece a esa zona de la memoria personal que el tiempo resguarda y recupera, de tanto en tanto, como lo estamos haciendo ahora aquí.

Hermano de su libro homónimo, ésta es una obra realizada desde el territorio de la amistad. Junto a Luis Rogelio Nogueras, guionista del filme y co-autor del libro, establecimos la complicidad necesaria para contar y vivir algo que también nos pertenecía: la aventura creadora de la nueva trova cubana que apostaba, en el mismo tiempo y el mismo espacio, a similares sueños, preguntas y respuestas.

Por eso libro y documental han sido obras compartidas que hoy la memoria reivindica; por eso documental y libro han acompañado a los seguidores de la nueva trova cubana y de Silvio hasta los vertiginosos espacios actuales de Internet — no por virtuales menos fieles y cálidos.

Por mi parte, he llevado el documental como materia acompañante en viajes cercanos y lejanos. Nos acompañaron sus imágenes, a María y a mi, a lo largo de toda la Argentina, donde son tan queridos los trovadores cubanos desde que Silvio y Pablo la recorrieron (y fueron descubiertos por ella) en 1984.

He debatido las secuencias que arman este filme en los campamentos de Nicaragua, las universidades de España o Estados Unidos, los centros culturales de Puerto Rico, las cinematecas de Montevideo o Medellín.

Su historia pertenece a mi historia como yo a ella. Los que entonces armamos su estructura — El Rojo, Silviano, el que cuenta — pertenecemos a una historia mayor, aguerrida e imperfecta. Esa ha sido nuestra alegría, quiero decir, nuestra vida.

En homenaje a la amistad, la imaginación y los verdaderos encuentros — tres hallazgos imprescindibles, que debieran ser siempre inseparables — dedico, al filo de la nostalgia, el poema que sigue a la guitarra que sigue levantando la mano entre nosotros.


Letra para ninguna canción
Para Silvio, claro

Hace sólo un rato te veía sobre una tela blanca
brillando en la oscuridad de este cine de Gerona
hábilmente editado cantabas La trova que ahora
dicen que era para Sindo
y a lo mejor es verdad que Sindo siempre estuvo ardiendo en la guitarra
más allá de esa fachada benévola del celuloide
de esas luces sobre los tejados
de ese brillo inigualable de los telefotos
te vi me pareció verte cantando de verdad
en medio de la noche
silencioso haciendo muecas buscándole
un chirrido nuevo a ese animal prehistórico
que te acompaña a todas partes pero más que todo eso
preguntando dónde está la soledad dónde sus patas
trovador de la muerte
después de años y conversaciones qué raro suenan
de pronto
los nombres poéticos si siempre hemos hablado
tan fácilmente de la propia soledad de los vientos
propicios
de tantas mujeres inefables que luego resultan
excelentes figuritas de marfil decoraciones
en la gran ciudad
y un como gran hueco en el poema en la canción
de por la noche
cuando parece que truenan todos los huesos
de la tierra
deja ver si pongo en orden todas estas cosas
yo decía que me pareció verte más allá
de las miradas
de las muchachitas que adoran al cantante juvenil
envuelto en tus gafas en tus ganas de ser útil
de una vez
con esa pena por los muertos enormes de Bolivia
bajo el arco del sol de la época trovador de la guerra
quiero decir que fue como si nos viéramos
llorando la muerte de preciosos camaradas leyendo libros de poetas suicidas
riendo con nuestros chistes con nuestras mujeres
organizando el caos entre las planillas de los ignorantes
pero sobre todo
cantándole a la inmensa puta de la muerte
una canción un poema horrible
que le haga estremecer el huesito de su pelvis
y alejándonos (acercándonos) a un horizonte
erizado de colores brillantes
(sin duda los colores de los muñequitos que leímos)
donde hay un futuro que espanta y resplandece
y estamos llegando a él
cuando resulta que se encienden las luces del cine.


Cuba. Una identità in movimento

Webmaster: Carlo Nobili — Antropologo americanista, Roma, Italia

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