Datos éstos, como reconoce el profesor Ortiz, erróneos, lo que nos da una idea de lo difícil de ordenar debidamente a los esclavos representados en Cuba. Posiblemente este escritor obtuvo sus informaciones por medio de los propios esclavos y entre la gente empeñada en la trata, lo que hace presumir que muchos de los lucumí entrados en la Isla procedieran de los variados mercados situados en la Costa de los Esclavos, y denominados de acuerdo con el nombre de tales factorías añadido al término lucumí.
Más curiosos aún son los datos encontrados al estudiar los distintos ejemplares yoruba presentes en la Isla. Así se hallan nombres como el de lucumí eyó, el cual, como se ve, es una corrupción de la designación dada por Norris a los yoruba. Otros entraron bajo la denominación lucumí fée; fé era el nombre dado por los dahomeyanos a la ciudad de Ifé. De suerte que está claramente demostrado que el término lucumí se aplicó tradicionalmente a los esclavos procedentes de la zona Yoruba vendidos en uno u otro barracón del litoral africano.
Tratemos ahora de determinar el auge numérico de los yoruba en la Isla y las causas que dieron lugar a esto. Es de suponerse que mientras la trata de negros estuvo en manos de los ingleses, la presencia de los lucumí en Cuba no tuvo gran importancia numérica, ya que de esta fecha data el poderío de Oyo; lo mismo que debemos de aceptar que muchos de éstos entraran como consecuencia del tráfico al norte del Ecuador, y la condicional decisiva para que inundaran los barracones de la Costa de los Esclavos fue el colapso de los yoruba, acontecimiento, más o menos, contemporáneo a la traba puesta por Inglaterra a la trata. Este suceso debió de dar un formidable incremento al tráfico negrero.
A la vez, en Cuba se creaban las condiciones para estimular comercio de esclavos. Así, el desarrollo de la producción agrícola daba gran margen para que se absorbiera gran número de esclavos. Cuba abrió sus puertas al comercio de negros a despecho de las protestas de Inglaterra y los significativos acontecimientos ocurridos en la Antilla francesa, que si bien fueron un alerta para las sociedades esclavista del Nuevo Mundo, también constituyeron un primordial factor para e crecimiento de la riqueza en Cuba.
De suerte que del año 1790 al 1875 — fechas que señalan el auge de la economía agrícola —, de acuerdo con las estadísticas oficiales, en la Isla entraron 436.844 bozales, y se estima que estas estadísticas fueron confeccionadas con mucha veleidad y que no cuentan los esclavos entrados clandestinamente, se ha de pensar que la cifra debió de encimarse en mucho a la mencionada, aunque ya ésta es de por sí muy elocuente. Y si en aquellos momentos en que "... ni las conspiraciones ni los alzamientos a mano armada que tantas veces habían experimentado, bastaban para apagar la sed de negros que tenían los colonos, ni tampoco servían de freno al gobierno para levantar un dique contra el torrente que inundaba sus posesiones americanas" (José Antonio Saco), la zona Yoruba proporcionaba tan magníficas condiciones para la extracción de esclavos, es de pensarse que de allí procedieran en su inmensa mayoría los siervos requeridos por la producción cubana.
Relacionemos ahora, aunque de manera aproximada, el derrumbe de Oyo con la entrada de bozales en el territorio de la Isla, Del año 1820, fecha que señala la completa decadencia de los yoruba, hasta el 1865, fecha que a su vez indica la ruina del contrabando de negros, se registraron en la Isla 28.948 bozales. Contemporáncamen te a la primera fecha, el 30 de mayo de 1820, España se había comprometido con Inglaterra a suprimir el tráfico en todos sus dominios, a la vez que prohibir a sus súbditos continuar el tráfico en parte alguna al norte de la línea del Ecuador. Así se entiende que si la Corona española hubiera cumplido su compromiso con Inglaterra, los esclavos entrados en Cuba con posterioridad al tratado entre ambas naciones, procederían del stock Bantú, es decir, serían congos, mozambicanos, etcétera.
Pero las cosas no ocurrieron de este modo. España no cumplió su compromiso, y si bien Inglaterra más tarde le puso las banderillas de fuego a la trata clandestina, ésta duró por espacio de cuarenta años, minando como un cáncer toda la costa occidental de África. Y por una feliz coincidencia para los negreros, en un vasto territorio enclavado en la zona prohibida se desarrollaban acontecimientos que seducían grandemente su audaz espíritu, y lo suficientemente decisivos para que los barcos negreros del Nuevo Mundo se arriesgaran al peligro de los cañones ingleses encargados de vigilar el mar por donde éstos habían de pasar atestados de "cargamentos" humanos.
En el bajo Níger se desmoronaba un grande y poderoso imperio que, por espacio de mucho tiempo, había impuesto sus condiciones a los pueblos vecinos; país fuerte que desde los inicios de la trata se había empeñado en ella bajo muy ventajosas condiciones. éstos eran los yoruba. Los trafricantes de Wida, Porto Novo, Babagry, etc., pioneros de la intriga política europea en África Occidental, hubieron de vigilar atentamente el declinar del imperio Yoruba, a la vez que hacer esfuerzos para acelerar su destrucción. Dahomey, un Estado sin mucho poderío, que había estado bajo la tutela de Oyo y sometido al yugo férreo de los alafin o soberanos yoruba por espacio de un siglo, fue eje de estas intrigas.
Los dahomeyanos, con una ventajosa posición geográfica, lucharon tesoneramente por acercarse a la costa occidental y traficar con los europeos a semejanza de sus vecinos de Wida y Ardra; pero para esto necesitaban someter a ambos pueblos. Así que en el año 1724, de acuerdo con su política, organizan un poderoso ejército y capturan Gran Ardra, dos años más tarde se apoderan de Wida; mas tienen que enfrentarse con los yoruba. Celosos éstos de las ganancias de Dahomey, pretendiendo ayudar a los de Wida, declaran la guerra a los dahomeyanos y los someten a sus condiciones. Detrás de todos estos acontecimientos bélicos estaba oculta la mano de Inglaterra y Francia, entonces dos poderosos rivales en la trata de negros, la cual declinaba con tantos trastornos en los mismos sitios donde se celebraban las transacciones con los esclavos. Las cosas se normalizaron, y a partir de este momento los yoruba frecuentemente invaden el territorio dabomeyano, frustrando las ansias de los reyes de Dahomey.
Es de suponer que la actitud de los yoruba descansaba en razones económicas de peso y en íntima conexión con el tráfico de esclavos, una de las principales fuentes de ingreso que tenían aquellos pueblos. Así, el interés que tenían los yoruba para detener el ascenso le los dahomeyanos no estaba basado en "el gusto que tienen los pueblos salvajes por la guerra y la destrucción", sino que esto era simplemente una lucha por mercados. La ventajosa posición geográfica de los dahomeyanos los ponía en condiciones de tener, a través de Wida y Ardra, intercambios con los europeos del litoral. Los yoruba, como más fuertes, trataron de estrechar la esfera de influencia comercial de sus rivales. Ardra, por aquellos tiempos, era un emporio comercial en la Costa de los Esclavos, y por este motivo fue una de las principales causas de las rivalidades entre ambos pueblos. Sobre esto, Burton dice lo siguiente:
The history informs the king of Ayeo (Oyo) used to say that Ardrah (Allada) was 'Eyeos', calabash out of which nobody should be permited to eat but the king himself(14).
Y los yoruba en esto tuvieron éxito. Circunstancia que hubo de incrementar grandemente la trata, y tal vez fue una de las causas de la presencia del gran número de dahomeyanos que inundaron los mercados del Nuevo Mundo.
Más tarde Yoruba comienza a declinar. Y los dahomeyanos en revancha se ensañarían con sus antiguos rivales, lo que significaba la presencia de los yoruba en las factorías de esclavos. A partir de 1702, la unidad yoruba flaquea por circunstancias políticas interiores, y sobre todo por la entrada en el escenario histórico de las tribus hamito-negroides Hausa y Fulani: una constituida en una nación estable como la Nupe, y otra por gente nómada dispersada en el alto valle del Níger, aunque establecieron algunos Estados con cierto carácter permanente. Empujados los hausa por los fulani, se metieron en el mismo corazón de Yoruba, conmoviéndola en sus cimientos. El imperio Yoruba se despedazó. Fatalmente esta fina raza se convirtió en la víctima de la rapacidad del tráfico negrero.
En 1818, Gezo, de la familia real dahomeyana, asciende al trono y libra a su pueblo del yugo yoruba y se truecan los papeles; los dahomeyanos serán los que realizarán incursiones guerreras en el territorio yoruba, una de cuyas consecuencias fue el incremento del tráfico de negros.
De este modo, Ellis nos dice: "The break-up of the yoruba kingdom... left the Dahomi without any neighbour sufficiently powerful to cope sith it. This break-up was caused by the conquest of the Hausa country by the Fulas, for the Hausa driven southward, overran northern Yoruba..."(15), entrando los yoruba en un proceso de desintegración caracterizado por un ciclo de luchas intestinas que atomizaron el floreciente imperio, transformándolo en las llamas de un incendio que destruyó no sólo el poder político sino que arruinó la economía agrícola de uno de los más feraces suelos de¡ bajo Níger. Y los negreros de la costa, vigilantes y taimados, atizaron el fuego, transformando las guerras en redadas de esclavos para surtir a los barcos negreros que esperaban en la costa.
Correspondió este colapso del reino Yoruba, como hemos apuntado, con el crecimiento de la producción en Cuba. Obvio es decir entonces que el incremento del "consumo" de esclavos en la Isla dependió, en gran parte, de la explotación de esta fina veta para la extracción fácil de esclavos. Cierto que no todos los esclavos entrados en Cuba durante este período fueron yoruba, sino que procedían indistintamente tanto de los mercados establecidos en la zona prohibida, incluidas la región del delta del Níger y la zona al norte de Sierra Leona, como de los de la cuenca del Congo y otros mercados ocultos en la vasta costa occidental de África. Pero durante el período comprendido entre 1810 y 1856, ningún mercado proporcionó tan buenas oportunidades a los negreros como aquellos donde se embarcaban yoruba, tales como los de Wida, Lagos, Badagry y Porto Novo, de donde salieron grandes contingentes de yoruba para Cuba y Brasil.
Tres notorios negreros, Félix da Souza, Domingo Martínez y el francés Regis, constituyeron el eje de sutiles intrigas en la zona del tráfico prohibido. Por el conocimiento que estos hombres tenían del territorio donde operaban, adquirido en larga y aclimatada estancia, por la influencia que tenían con algunos monarcas nativos y por la sagacidad con que manejaban su comercio, no sólo encendían guerras entre las tribus nativas sino que su influencia llegaba al punto de quitar y poner soberanos, vías que utilizaban para acrecentar su comercio, convirtiéndose en los más importantes proveedores de yoruba en el Nuevo Mundo.
Da Souza y Martínez, establecidos alrededor de 1818, el uno en Wida y el otro en Otonu, viendo su tráfico comprometido porque el rey dahomeyano Adosan desperdiciaba muchos prisioneros de guerra en los sacrificios religiosos, concibieron el proyecto de destronarle poniendo en su lugar a su hermano, el mencionado Gezo, quien se comprometió a favorecerlos en el comercio de esclavos. Es cierto que Gezo conspiraba ya contra su hermano, hombre tirano y de pocas luces, pero su éxito en usurpar el poder fue debido a los mencionados negreros.
Ellis narra este suceso del siguiente modo:
Gezo's success was largely due to da Souza and Martínez, who had spent money in his cause... He then gave to them special trade privilege created for da Souza the title of "First of the White Men" and made him Chacha at Whidah... He [Da Souza] soon became the most oppulent and notorious of the slave traders, and aimost monopolized the supply of slaves for Cuba and Brazil(16).
Incidentes como el mencionado fueron comunes en el centro de operaciones de estos negreros, que cuando fueron acosados por la persecución inglesa movían sus factorías de un lado a otro en la Costa de los Esclavos con mucha flexibilidad, burlando la vigilancia e intrigando a rienda suelta con los gobernantes nativos a fin de hacer flaquear el empeño inglés. El francés Regis no fue menos audaz; éste llegó al extremo de embarcar esclavos como trabajadores libres.
Quiere decir que en circunstancias tales como el incremento de esclavos proporcionado por la crisis en Yoruba que duró alrededor de treinta años, la presencia de traficantes inteligentes y audaces en el mismo escenario de los acontecimientos, y la estupenda demanda de bozales que requería el florecimiento agrícola en Cuba, ningún razonamiento puede contradecir que durante todo el tiempo que duró el auge esclavista en la Isla, período que corresponde a los acontecimientos referidos, la gran mayoría de "cargamentos" fueron surtidos con negros procedentes del territorio Yoruba.
Ya hemos apuntado que la designación lucumí aplicada a los negros yoruba se debe a un hecho puramente tradicional. Lo más lógico es que dicho término fuera usado en los primeros tiempos de la trata para designar a los esclavos entonces procedentes de¡ reino de Ulkuma o Ulkami, siendo estos esclavos preferentemente obtenidos por españoles y portugueses, los que les dieron tal designación — como hemos visto, Snelgrave les llama también lukkami —. Más tarde, la palabra lucumí pasó tradicionalmente tal vez como un sello de garantía para designar a esclavos que por sus condiciones físicas y rendimiento fueron preferidos en los mercados españoles y portugueses.
Por otra parte, los hombres comprometidos en el tráfico estaban muy al margen de los cambios históricos que se verificaban en el escenario de la trata; de suerte que se acostumbraron a llamar lucumí a cierto tipo de negro procedente de un lugar que habían conocido como Ulkuma, y continuaron usando este apelativo sin preocuparse de otros detalles, fenómeno común y hasta cierto punto justificable. Aun las personas que estudiaron los esclavos con más cuidadosa atención, incurrieron en errores producto de la naturaleza de la trata y del desconocimiento que se tenía del interior de África. Así, los esclavos procedentes de una misma región se clasificaban como distintos.
En demostración de esto veamos lo que dice el padre Labat de los yoruba. Refiriéndose a los nago dice lo siguiente:
On reconnoit les Negres de cette Nation a de longes rayes au'ils ont au front dont l'assemblage forme grossierement les figures de quelques animaux. Ces Negres sont bons pour le travail, il y a peu de difference entre eux et les Aradas(17).
Tal vez estos nago referidos por dicho escritor sean los clasificados modernamente como los Ikpolo, clan de la subtribu Ahori de los yoruba, los cuales llegaron a los barracones procedentes del suroeste de Dahomey, que hizo que Labat los diferenciara de los yoruba de Oyo.
De ellos dice lo siguiente:
Les negres de cette Nation sont tous guerriers, hardis, braves, entreprenants; ils sont robustes, ils aiment le travail & le suportent plus qu'aucune autre Nation. On les recon-noit a des rayes qui commencent aux yeux et qui finissent aux oreilles, qui les rendent effroyables. Tous les Negres les craignent quand on en a dans un vaisseau, il faut se defier d'eux, un scul est capable de faire soulever tous les autres et d'exciter une revolte, d'autant plus a craindre qu'elle est difficile a appaiser, parce que ces gens meprisent les plus grandes perils, me se soucient point de leur vie et poussent les choses aux derniéres extremités sans s'embarraser des conséquences. Il y a des vaisseaux de toutes les Nations quin en ont fait la triste experience, dont les Capitaines et les Equipages ont ete massacrés, aprés quoi les vaisseaux sont venus s'echoüer en pleine cote avec la part de Negres qui étaient dessus(18).
Lo mismo le ocurrió a Snelgrave, quien, como hemos señalado, al hablar de la destrucción de Wida, menciona a los lucumí como un pueblo distinto de los yoruba, expresándose de este modo:
About this time [1727], several Portuguese ships arriving at Whidah, staid there on a prospect of the country being settled again; for the king of Dahome had permited a great number of the common people to return who hegan to build houses near the English and French Forts. But this was only to deceive the portuguese gold, with which they purchase negroes, sent a great many slaves down to Whidah which made trade dull at Jaquin. For since the destruction of the country by the Dahomes there remain only one port called Lukkami, to the nort east, for the Jaquin to trade to which scaped by means of a wide river... [Ogun river?](19).
Quizá si este puerto referido por Snelgrave sea la factoría a que se refiere Fernando Ortiz(20), de donde estima procedieron los lucumí de Cuba. Pero lo más probable es que la existencia de esta factoría, la que pudo estar en la desembocadura del Ogun, aproximación que hemos hecho de acuerdo con la descripción de Snelgrave, corresponda a una de las comunicaciones con la costa que suponían los escritores de aquella época, como Bello de Hoossa, al reino de Oyo, lo que era una suposición muy cercana a la verdad, y era muy natural que este poderoso pueblo tuviera comunicaciones, a través de uno de sus puertos, con los europeos, especialmente los portugueses, como apunta el mencionado Snelgrave, lo que viene a ser una confirmación más para aceptar las posibilidades de que Oyo y Ulkuma fueron un mismo reino.
En lo que respecta a la designación lukkami o lucumí, esto se debe simplemente a una de las frecuentes corrupciones de los términos que expresan nombres de pueblos o de tribus africanas por los europeos. Es decir, el vocablo ulkami o ucami pasó a ser lucumí o lukkumi, quizá si procedente de la ortografía francesa, perdiendo el apóstrofe que sustituye la vocal del artículo le al unirse con el término ucumi, lo que es muy posible que haya ocurrido. Esta presunción nos acerca a aceptar que este vocablo fue utilizado por negreros españoles, franceses y portugueses que comerciaban preferentemente con Cuba y Brasil.
Más tarde, cuando la desintegración Yoruba vertía grandes masas de esclavos en los barracones, los nuevos nombres como fee, ijaya, eyó, etc., complementaron la primera designación, porque lo que interesaba en los mercados del Nuevo Mundo era la "mercancia" conocida, o sea, los lucumí. Y sin especular más en esta materia, aceptamos la designación lucumí como procedente de la tradición dejada, entre los negreros, por el antiguo reino de Ulkuma o Ulkami.
Finalmente, tratemos de poner en relación el índice numérico de los lucumí con el de los otros especímenes africanos hallados en Cuba, de lo cual depende, en cierto grado, el desplazímiento de los rasgos culturales, costumbres, religiones, etc. de los pueblos yoruba tomados aisladamente.
Los yoruba, por su fuerza numérica, la cual fue adquirida en los momentos que señalan la entrada de esclavos a chorros en el territorio de la Isla, provocaron etapas intermitentes en la amalgama, y por consiguiente dejaron un remanente de rasgos yoruba en toda su crudeza, que aparentan estar rezagados. Estos rasgos actuaron como agente catalizador de las otras procedencias culturales en la amalgama. Causa de esto no sólo fue su fuerza numérica, sino también el propio carácter de sus culturas, las que, quizá por circunstancias que tengan su razón de ser en el carácter tomado por los elementos procedentes de las culturas de los otros tipos africanos que participaron en la amalgama, tendieron a absorber muchos de estos rasgos, conformándolos en un molde preponderantemente yoruba.
Entiéndase que el fenómeno referido no tomó un carácter general en la Isla, que pueda darnos el patrón del desplazamiento de los rasgos africanos en Cuba; sino que al mencionar los intercambios que determinaron la preponderancia yoruba, nos referimos a aquellas regiones o localidades donde circunstancias económicas concentraron una más densa masa de esclavos lucumí, como ocurrió en la región occidental de la Isla, donde la producción no sólo expresó el ascenso numérico de los lucumí, sino también fue donde el sistema esclavista estuvo más reacio a desaparecer — en lo que respecta a las consecuencias de éste —, cuestiones éstas que trataremos con detenirniento más adelante.
Notas
(13) Henry Dumont: Antropología y patología comparada de los negros esclavos, Habana, 1922, p. 28.
(14) ["La historia nos dice que el rey de Aveo (Oyo) acostumbraba decir que Ardrah (Allada) era 'Eyeos' un güiro en el cual no debía permitirse comer a nadie excepto al propio rey"]. Sir Richard F. Burton: A Mission to Gelele, king of Dahomey, London, 1864, vol. 1, p. 62.
(15) ["La destrucción de¡ reino yoruba... dejó a Dahomi sin un vecino bastante poderoso con el cual competir. Esta destrucción fue ocasionada por la conquista del país Hanna por los Fulas, pues los, Hannas arrojados hacia el sur invadieron el norte de Yoruba"). Alfred Burdon Ellis: The Ewe-speaking Peoples of the Slave Coast, London, 1890, p. 309.
(16) ["El éxito de Gezo se debió en gran parte a Da Souza Martínez, quienes habían invertido dinero en su causa... él les otorgó entonces privilegios especiales en el comercio, creó el título de 'El Primero de los Hombres Bancos' en favor de Da Sousa y lo hizo Chacha en Widah... él (Da Sousa) se convirtió al poco tiempo en el más opulento y notorio de los traficantes de esclavos, y llegó casi a monopolizar el suministro de esclavos destinados a Cuba y Brasil"]. Alfred B. Ellis, ibídem.
(17) ["Se reconoce a los negros de esta nación por las largas rayas que llevan en la frente, las cuales semejan, en forma grosera, la cara de algunos animales. Estos negros son buenos pára el trabajo; hay poca diferencia entre ellos y los Aradas"]. Jean Baptiste Labat: Voyage du Chavalier Des Marchais en Guiné... [1725-1727], Amsterdam, 1731, vol 2, pp. 101 y ss.
(18) "Todos los negros de esta nación son belicosos, atrevidos, emprendedores; son robustos, aman el trabajo y lo soportan mejor que los de ninguna otra nación. Se les reconoce por las rayas que comienzan en los ojos y terminan en las orejas, los que les da un aspecto horroroso. Todos los negros les temen; cuando se les llevan a bordo de un navío, hay que desconciar de ellos; uno solo es capaz de soliviantar a todos los demás y provocar una revuelta, tanto más temible cuanto resulta difícil de aplacar, pues estas gcntes desprecian los grandes peligros, no tenien por sus vidas y llevan las cosas hasta los últimos extremos sin preocuparse por las consecuencias. Hay barcos de todas las naciones que han tenido tristes experiencias, cuyos capitanes y tripulaciones han sido asesinados, después de lo cual los barcos han venido a varar en plena costa con los negros que quedaron en ellos".
(19) ["Por esta época [1727] varios navíos portugueses que llegaron a Whidah, permanecieron allí ante la perspectiva de colonizar el pueblo nuevo, pues el rey de Dahoma había permitido el regreso de, gran número de sus humildes habitantes, quienes comenzaron a construir sus casas cercas de las fortalezas inglesas y francesas. Pero esto fue sólo para disimular el oro portugués, con el cual compraron negros, y enviaron gran número de esclavos hacia Whidah, lo cual afectó negativamente el comercio en Jaquin. Pues a partir de la destrucción de¡ país por los Dahomes quedó sólo un puerto llamado Lukhami, hacia el nordeste, para el comercio de los habitantes de Jaquin a través de un ancho río... (¿el río Ogan?)"]. W. Snelgrave: Astley Collection of Voyages and Travels, London, 1745, vol. 2, p. 499.
(20) Fernando Ortiz:"La música sagrada de los negros Yoruba en Cuba", en revista Estudios Afrocubanos, La Habana, 1938, vol. E, no. 1, p. 91.
Parte I — Parte II
Tomado de: RÓMULO LACHATAÑERÉ, El sistema religioso de los afrocubanos, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, pp. 149-163 (or: en la revista Actas del Folklore, Boletín Mensual del Centro de Estudios del Folklore del Teatro Nacional de Cuba, La habana, febrero de 1961, año 1, no. 2, pp. 3-10)