Expresó una amiga que le escuchaba.
Llegó a la Fragua Martiana y encontró a alguien que no imaginaba: José Julián Martí Pérez. De él le habló Carlos Manuel Marchante, el director del prestigioso recinto:
Así conoció de cuando Martí era un adolescente, como él; del inició de la guerra independentista en Cuba; y de la aparición de sus primeros escritos políticos en pequeñas publicaciones: el soneto "10 de Octubre" y su drama épico "Abdala".
Supo de la inicua acusación del Gobierno Colonial Español; de aquel 4 de octubre de 1869 cuando fueron arrestados Eusebio y Fermín Valdés Domínguez, Manuel Sellén, Santiago Balbín y Atanasio Fortier, amigos y compañeros de Martí. Ellos fueron acusados de insulto a una escuadra del "Batallón de Voluntarios Primero de Ligeros" y sospechas de infidencias. Días después, el 21 de octubre José Martí también quedó detenido, acusado de traición a España.
En La Fragua, parece que las piedras hablan, allí todo tiene voz, las plantas, las tarjas, los monumentos y bustos; los documentos y objetos que pertenecieron al Héroe Nacional de Cuba, y otros relacionados con los jóvenes que le hicieron vivir en el Año de su Centenario.
La narración de Marchante no se detiene:
Luego de cinco meses de encierro en la Cárcel
Nacional, José Martí fue sometido a Consejo de Guerra y sancionado a
seis años de prisión y de trabajo forzado. El 4 de abril de 1870, fue
trasladado al Presidio Departamental, lugar donde cumpliría la sanción.
Conmueve profundamente la fotografía del joven en el presidio, y la estatua de bronce del escultor José Villa Soberón situada en "El Jardín del Recuerdo" donde se encuentran las ruinas de la Cantera del Presidio. Allí, Incrustadas en la pared de piedras, dos tarjas de bronce con las imágenes de sus padres, Leonor Pérez y Mariano Martí; y siete placas con los nombres de los prisioneros que él menciona en su obra "El Presidio Político en Cuba".
Se mira la estatua del preso 113, aquellos hierros, en la cintura, bajando sobre la pierna derecha hasta el pie. Altiva la mirada y "el corazón lleno".
Años después, José Martí, pidió que se le hiciera con el mismo material del grillete que lo martirizó, una sortija con la palabra CUBA, que Leonor, su madre, le entregó en Nueva York. La Fragua rememora este hecho, y ha instituido que sea entregada una rèplica de la original a los miembros destacados de los clubes martianos, a los pioneros, y adultos amigos del Centro.
Sorprendido y con José Martí de frente, el joven español recibió el simbólico anillo, ante un colectivo de alumnos de la Cátedra Universitaria del Adulto Mayor que allí funciona, desde donde se paró Eberto Castillo Villavicencio, maestro jubilado y le obsequió el poema "De las montañas al llano" inspirado en Fidel Castro Ruz.
Para tí joven, dijo Eberto, que lo quieres conocer, escucha, te voy a decir en mi poema quien es Fidel:
El es manantial de justicia y verdades
Su gigante corazón forjado
con el viejo dolor serrano de sus fieles campesinos
¡No cambiará jamás!
Su espíritu sublimado con la meditación en las montañas
¡Jamás flaqueará!
Sus sabias palabras expresadas claramente
con énfasis sincero, penetran en los corazones
de todos los hombres buenos
Dicen que tiene la atracción de los héroes legendarios
Que muchos lo aman como a un iluminado
Más es FIDEL, FIDEL MARTIANO, DE BRONCE, HUMANO.
Su obra motivará que las serpientes rieguen su veneno
Y los lobos imperialistas, ¡rapaces!
Afilarán sus dientes de tamaño de siglos
Y brazos traidores en la oscuridad de la noche
¡Esgrimirán el puñal!
El mismo que mató a Mella y a Sandino
El impío que a los justos del mundo ha herido.
PERO TÚ SIEMPRE VENCERÁS JUNTO A TU PUEBLO
Todo eso tú lo sabes: FIDEL DE LAS MONTAÑAS
Fidel del pueblo, de los campesinos, de los humildes
Tú lo has palpado en tus pocos años
de experiencias vividas con sabiduría de siglos.
¡Pero cuídate por Cuba!
Y por esas tierras hermanas
de sangre y dolor regadas
¡CUIDATE!
Por los pueblos de América y del Mundo
Que con nuestra causa están abrazados
¡A LA MISMA ESPERANZA!
Al despedirse, Imanol llevaba en una mano el anillo; en la otra, el libro "El Tiempo de los Cedros" que su autora Katiuska Blanco le envió y que le fue entregado por el escritor Froilán González.
En su corazón se llevó a Martí, Fidel, y Cuba.
Página enviada por Froilán González y Adys M. Cupull Reyes
(11 de diciembre de 2005)