Cuba

Una identità in movimento


Ni yankis, ni mercenarios: Una elegía para la humanidad

Adys M. Cupull Reyes Froilán González


"Para mi, este encuentro se quedará por siempre en mi corazón", dijo Pamela Vitaggio, al referirse a Jesús Orta Ruíz.

Pamela Vitaggio, es una joven italiana que junto a Dommingo, su esposo, visitó La Habana el pasado año. Ya había leído la Elegía De Los zapaticos Blancos, del Indio Naborí. Por eso cuando hablamos sobre los hechos terroristas que han afectado a nuestro pueblo, ella recordó a Nemesia, la flor carbonera, la niña en quien el poeta se había inspirado para escribir aquella elegía.

Sabíamos que el poeta, como otras veces, cuando otros jóvenes quisieron conocerlo, respondería que sí a los deseos de Pamela de estrechar su mano.

El encuentro con el cubano sensible y amable, Premio Nacional de Literatura 2005: Jesús Orta Ruiz, y Eloína, su esposa, fue en la casa del autor de aquella obra que Pamela no olvidó y que perdurará en la humanidad.

Conversaron de otros poemas. El Indio Naborí, le entregó uno de sus libros, en el cual aparecen los poemas referidos a las víctimas de los atentados terroristas fraguados y ejecutados por los Estados Unidos contra Cuba.

La elegía dedicada a Nemesia y su familia, es una obra escrita para hombres y mujeres y niños de cualquier país del mundo, que no olvidarán el drama vivido por aquella cubanita, hija de carboneros, que residía en la Ciénaga de Zapata, en aquel triste y a la vez victorioso abril de 1961, en que mercenarios de los Estados Unidos invadieron, e intentaron apoderarse de parte del territorio cubano asesinando a humildes familias.

Escribimos a Pamela, que ya tiene un hijo llamado Marcello, para que nos permitiera dar a conocer su encuentro con Jesús Orta. Su respuesta fue inmediata:

    Soy honrada de que agregue mi apellido que es Vitaggio, porque para mi este encuentro se quedará por siempre en mi corazón y no veo la hora de contarlo a mi niño.

    Por coincidencia, el sábado pasado en el "Malanga Amarilla" hemos hecho una actividad dedicada à las víctimas de "Playa Girón" con poesias de El Indio Naborì y canciones de Silvio Rodriguez. Para hacer comprender y sensibilizar a la gente, hemos traducido al italiano el testimonio de Nemesia y la "Elegía de lo zapaticos blancos" y algunas canciones de Silvio (si las quiere te las enviaré). Mientras el martes 18 por el 45° aniversario, hablaremos del terorismo contra Cuba.

    En esta pequeña lucha de hacer conocer la cultura y el corazón del pueblo cubano, fruto de la Revolución, la gente ha dado un grande aplauso al escuchar estos versos:

"... Pero Nemesia no llora.
Sabe que los milicianos
rompieron a los traidores
que a su madre asesinaron.
Sabe que nada en el mundo
— ni yanquis ni mercenarios —
apagarán en la patria
este sol que está brillando,
para que todas las niñas
¡tengan zapaticos blancos!"

Del libro RIO DE SANGRE Y LLANTO, publicado por la Editorial Capitán San Luis, que recibió Pamela de manos del autor: Jesús Orta Ruiz son estos testimonios de las víctimas de la invasión a Playa Girón, por mercenarios de Estados Unidos.


NEMESIA

    "(...) Yo iba sentada sobre una caja de madera, llevaba cargado a mi sobrinito de seis meses y cerca los zapaticos blancos. Entonces el avión comenzó a disparar. Mi mamá cayó, la habían herido en el vientre y en un brazo. a mi abuela una bala la hirió en la columna, quedó inválida. A mi hermano le atravesaron una pierna y un brazo. Me agaché y mi mamá abrió los ojos. Le pregunté si estaba herida. Ella alzó el brazo y quiso tocarme pero se desmadejó. Entonces mi papá me bajó del camión. 'Si no bajan a mi mamá, yo no me voy, ella está viva'. Mi papá le había puesto una sábana y no se le veía la herida de la cintura. Por eso yo creía que estaba viva. Entonces el viento levantó la sábana y vi la herida. Tenía todo afuera. Yo vi a mi mamá por dentro".

HIRTOLIDIA ANGULO

    "Cuando salían del Caletón que iban a coger la carretera de Jagüey Grande, allí salieron y ametrallaron el camión que iba descubierto. Se veía que eran civiles, niños, mujeres, y un viejo que iba allí".

    "Estaba Nora, que era mi hija en el medio, Dulce María, la hermana, por otra parte, y María Ortiz, que era la tía abuela por la otra parte de ellas".

    "Entonces salen los mercenarios y ametrallan el camión, donde cayó enseguida mi hija Dulce María que solamente tenía 14 años. María Ortiz que acompañaba a su hermana por la situación que tenía, también cayó muerta. Ramón Mel, esposo de Amparo, también murió. Allí cayó también Cira María García que quedó herida, lo demás no sé cómo sucedió, al fin murió".

    "Esta es mi hija (señala en la foto) esta es la tía. Esa es la imagen de mi familia que destrozó el gobierno de los Estados Unidos, perdónenme, (llora), pero esto es muy grande, ELLOS NO PAGAN CON NADA EL DAÑO QUE HICIERON AL PUEBLO CUBANO. Porque hay muchas madres, muchos padres, muchas familias que están sufriendo por lo mismo".

En parte del prólogo del libro Río de Sangre y Llanto, el destacado poeta y escritor cubano, Premio Nacional de Literatura 2006, Angel Augier escribió:

    "Nunca se ha ignorado la saña y crueldad y desprecio a los sentimientos de humanidad y a prevenciones de índole internacional, con las que sucesivas administraciones norteamericanas han agredido al pueblo cubano y protegido y financiado a terroristas de origen cubano, en su afán de volver a arrebatar a nuestro pueblo su plena independencia y libertad. Y ese tenebroso ejercicio de terrorismo ha causado miles de víctimas humanas y daños sociales irreparables a la nación cubana que la conciencia internacional y el sentimiento de humanidad de los pueblos no cesan de condenar, y que muestran la hipocresía y vileza de quienes pretenden erguirse en combatientes contra el terrorismo cuando han sido y son los más activos terroristas de la historia".


ELEGÍA DE LOS ZAPATICOS BLANCOS
Autor: Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí)

Vengo de allá de la Ciénaga,
del redimido pantano...
Traigo un manojo de anécdotas
profundas, que se me entraron
por el tronco de la sangre
hasta la raíz del llanto.
Oídme la historia triste
de unos zapaticos blancos...
Nemesia flor carbonera —
creció con los pies descalzos,
¡Hasta rompía las piedras
con las piedras de sus callos!
Pero siempre tuvo el sueño
de unos zapaticos blancos.
Ya los creía imposibles,
los veía tan lejanos
como aquel lucero azul
que en el crepúsculo vago
abría su flor celeste
sobre el dolor del pantano.
Un día, llegó a la Ciénaga,
algo nuevo, inesperado,
algo que llevó la luz
a los viejos bosques náufragos.
Era la Revolución,
era el sol de Fidel Castro.
Era el camino triunfante
sobre un infierno de fango.
Eran las cooperativas
del carbón y del pescado.
Un asombro de monedas
en las carboneras manos,
en las manos pescadoras,
en todas, todas las manos.
Alba de letras y números
sobre el carbón despuntando.
Una mañana... ¡qué gloria!
Nemesia salió cantando.
Llevaba en sus pies el triunfo
de unos zapaticos blancos.
Era la blanca derrota
de un pretérito descalzo.
¡Qué linda estaba el domingo
Nemesia con sus zapatos!
Pero el lunes... ¡despertó
bajo cien truenos de espanto!
Sobre su casa guajira
volaban furiosos pájaros.
Eran los aviones yanquis,
eran buitres mercenarios.
Nemesia vio caer muerta
a la madre. Vio sangrando
a sus hermanitos. Vio
un huracán de disparos
agujereando los lirios
de sus zapaticos blancos.
Gritaba trágicamente:
¡Malditos los mercenarios!
¡Ay mis hermanos! ¡Ay mi madre!
¡Ay, mis zapaticos blancos!
Acaso el monstruo se dijo:
"Si las madres están dando
hijos libres y valientes,
que mueran bajo el espanto
de mis bombas... ¡Quien ha visto
carboneros con zapatos!"
Pero Nemesia no llora,
sabe que los milicianos
rompieron a los traidores
que a su madre asesinaron.
Sabe que nada en el mundo
— ni yanqui ni mercenario —
apagará en esta Patria
este sol que está brillando,
para que todas las niñas
¡tengan zapaticos blancos!

Jesús Orta Ruíz
abril de 1961




Página enviada por Froilán González y Adys M. Cupull Reyes
(17 de abril de 2006)


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