Luis Suardíaz Rivero escribió sus primeros poemas y prosas en el camagüeyano hotel Plaza.
En la casi centenaria edificación conoció a muchas personalidades de la cultura, las letras, la música, el deporte...
El hotel fue testigo asimismo de sus actividades en la lucha clandestina en la capital agramontina, donde convinó poesía y revolución.
El 13 de agosto de 1958, surge su
"... instante donde sostiene toda la luz".
"Alguna vez,
mañana
levántame y dispérsame,
entrégame con el triángulo
fatal de tu inocencia
el continente oscuro y breve
de su vida".
"Y que la sangre
suba entonces,
mientras la carne deja
su existencia en el tiempo.
Sin un asombro, sin un grito, circundando el vacío".
El hotel fue su refugio durante mucho tiempo: Siempre lo perseguía constantemente la nostalgia y lo traía por horas o días de regreso a su ciudad y a su habitación 241.
"Mañana es siempre un sueño".
Cuántas veces no soñó el periodista en esas cuatro paredes con vista al sur.
En el Plaza están sus recuerdos, sus vivencias e incluso el poema Nonsense, mecanografiado en su siempre fiel máquina de escribir, con fecha 13 de junio de 1955.
Para un instante,
cruel y torpe,
vivimos;
parados en la sed
y en el castigo.
Vivimos hermanados
al último sonido,
a la pena singular
del
más cercano.
Buscando un corazón
Con sangre de otro
cuerpo,
gastamos nuestras armas
sueño a sueño hasta
llegar.
Y una noche de campanas
y cerzas perdidas,
el lodo nos sonríe
y...
terminó el andar.
Para un instante vivimos
(uno sin par)
y, a veces lo perdemos
— ¡Final! —
El hotel le dio la posibilidad de "haber vivido" una etapa imprescindible de su existencia y desde donde, constantemente presenciaba "La fuga de los trenes" con destino disimiles: al norte, el sur, el este y el oeste para donde dirigía la mirada y el corazón.
El hotel Plaza recobró su vida. Ahora sus trabajadores se siente orgullosos de ese gran hogar. Han decidido decorar la habitación 241 que siempre utilizó el poeta, con algunos de sus libros, documentos, fotos y su máquina de escribir que tanto amo y conservó hasta el final de su vida física.
Luis Suardíaz Rivero es para siempre el huésped más distinguido del hotel Plaza.
La esposa del periodista, maestro y ensayista, sus hijos, sus nietos y sus amigos de siempre así lo ven. Sus libros nunca serán papeles de inútiles palabras, ni mojados; ni su ciudad, la madre tenebrosa de aquellos años en que la gente con piel de momia arrastraba el vacío de sus huesos, parafraseando al escritor.
En el Plaza se inspiró cuando escribió el poema
"Retrato de un ascensoristas adolescente".
Hablaba de si mismo. Describe ese transitar por los pasillos del inmueble donde trabajó como carpetero, mensajero... Allí escribió algunos de sus libros, plegables, memorias y poesías desde la visión de sus personajes: los trabajadores de los servicios del Plaza de los años 50:
Quizás se refiera a los fornicadores, soldados, politiqueros, asesinos a sueldos, senadores, alcaldes...
Desde los grandes ventanales del hotel vio también desaparecer aquella podrida sociedad contra la cual conspiró desde su posición de intelectual revolucionario:
"... se va también esta ciudad con el fantasma de la tiranía..."
Y se hace realidad con el triunfo revolucionario su sueño de conocer La Habana que lo cautivó desde su adolescencia. En la gran urbe decidió fundar hogar y familia.
Como apuntó Luis Pavón en el conmovedor artículo Haber vivido:
"A poco lo veremos dirigiendo la página literaria de Prensa Libre y desde entonces desempeñará una sucesión de responsabilidades en la Dirección del Consejo Nacional de Cultura — a él se deben algunas de las buenas ediciones de la recién estrenada biblioteca popular —, en las Relaciones Exteriores y en el periodismo, que sería extenso relacionar." (...)
"Su obra siguió un desarrollo ascendente, y sus poemas, a la altura de lo conquistado, se multiplicaron. Incesante en la creación, recuerdo haberlo encontrado en el aeropuerto de Moscú, cuando era Consejero Cultural en la URSS, mientras el frío asolaba los contornos y los aviones cruzaban veloces y sonoros sobre el edificio, en espera de una delegación que debía llegar, al parecer, ajeno al entorno: trabajaba afanosamente en uno de sus poemas".
"Volvía sobre ellos una y otra vez, en la soledad de su biblioteca o en lugares menos creíbles. Muchos de sus poemas están dos veces fechados, como testimonio del empeño crítico puesto en cuanto hacía. A su tesón se deben antologías imprescindibles como Poesía Cubana, de 1966, y La Generación de los años cincuenta, entre otras".
En su refugio perpetúo, en el Camagüey, El Hotel Plaza, "Como quien vuelve de un lago viaje", está también una gran colección de sus libros sin faltar tampoco "La simiente", su último poemario que no logró ver impreso porque la muerte lo sorprendió el 6 de marzo de 2005[1].
Nos dijeron
esta es la belleza.
Para que no pudiéramos
verla con nuestros ojos
ni hacerla con nuestro
propio esfuerzo.
Por ahora sería difícil
decir: esta es la belleza.
Y no lo hacemos porque
fatalmente nos equivocaríamos.
Pero Suardíaz a decir de Volodia Teitelboim, en mensaje desde Chile a Elisa Masiques, la viuda del poeta:
"Hombres así dejan en la vida y la historia un trazo que va más allá del tiempo... "
(...)"La revolución se enorgullece de su poesía. Hizo de ella un canto nuevo y un poderoso mensaje. Evoquémoslo sencillamente como un personaje atado a la memoria del futuro. Contemos a diario con un hombre que se quedó para estar donde siempre estuvo... "
No habrá nostalgia por su ausencia, porque está en el corazón de su gente que jamás dejara que se marche a ningún lado. Vuelve a su ciudad del Puerto del Príncipe que lo vio nacer el 5 de febrero de 1936, donde se le recuerda por su extrema sencillez, perenne sonrisa, amabilidad, respuesta ágil e inteligente y su peculiar sentido del humor. Estará en su Camagüey de siempre, donde
"... bajo la misma lluvia aérea" salta aquel niñez "una tapia de ladrillos rojos" y evoca "... sin ninguna piedad para mi alma las calles de invierno en las que nadie me espera".
"(...) ... Volver.
Llueve sobre los escombros
y los techos ocres de la ciudad...
Empecinada, inútilmente,
yo compongo los hilos rotos
de los desencuentros".
Vuelve a su ciudad para siempre, aunque como expresara Rafael Bernall en la despedida de duelo:
"Nada disminuye la magnitud del hecho: Camagüey pierde a uno de sus más fieles lugareños, Cuba a un hijo magnifico, la poesía a un brillante exponente, el periodismo una pluma recia y fértil, la revolución a un militante, todos nosotros a un amigo, Elisa a su esposo y sus hijos a un padre ejemplar. El vacío es enorme... "
Muy conmovida, Mireya Suardíaz Masiques, la hija del poeta, pronunció unas palabras de agradecimiento por la entrega a su padre (post mortem) del título Honoris Causas en Ciencias Humanísticas. Cuando hablaba lo hacía con ese amor al padre que no puede ser sustituido. Estaba allí en nombre de su madre que en el amor y la tristeza levanta cada día más su poesía:
Gracias a nuestro padre por estar tan alto, por volar tan lejos, por estar presente hoy en este Camagüey que está de fiesta con tus ideas, tu prosa, tu poesía; por lo que dejaste a los amigos, a los intelectuales con tu magnifica obra en la que tendrán los estudiosos y las futuras generaciones un lugar de referencia, reflexión , aprendizaje y gratificación, por tu bellísima poesía llena de vivencias, desde los primeros pasos dados en esta ciudad, de su lucha y su historia, así como de tantos lugares que tuviste la suerte de visitar, de homenajes a grandes figuras de la cultura universal, otros de expresión del amor, sentimiento sublime y del cual eres un gran exponente en tu andar por la vida.
Disculpen que hable en presente pero el esta aquí con nosotros...
Un día le escribieron a mi madre a raíz de un triste acontecimiento:
No dejes que la tristeza sea amarga, haz que sea dulce y si duele mucho huye, piérdete dentro de una flor que mires o deja que tu alma se eche a volar para coger una nube, o tocar un color del cielo o deja que viaje sobre las notas de una música, o convierte, la tristeza en poesía o algo. Úsala para encontrar poesía.
Ella no escribió poesía, cada uno nace con su don, pero encontró su poeta y gracias a esta incansable mujer que alguien hace muy poco definió como mujer de huellas, río de sendas, flor de resistencia, luna de girasoles, el poeta pudo volar y dejarnos en la tierra tanto fruto.
Mucha razón tiene Luis Pavón cuando afirmó:
"¡Cuántos sueños, poemas, himnos de combate, versos de amor, truncos o apenas empezados o insinuados en la neblina del sueño, nos deja, además de la falta de su jovial y generosa presencia diaria!"
Nos queda, ciertamente, que mostró la certeza de que haber vivido puede ser, como en su caso, una hermosa tarea que deja tras sí un gran, útil y permanente recuerdo.
Nota de referencia
- La universidad de Camagüey le otorgó a Luis Suardíaz, el titulo (Post Mortem) de Doctor Honoris Causa, en ceremonia solemne efectuada en el salón de Protocolo de la Plaza de la Revolución Ignacio Agramonte, el domingo 5 de febrero de 2006, en el aniversario 70 de su natalicio.
Lázaro David Najarro Pujol, escritor y periodista.
Labora en la emisora Radio Cadena Agramonte de Camagüey.
Autor de los libros Emboscada y Tiro de Gracia,
ambos publicados por la Editorial Ácana de Camagüey.
Editor del Sitio Web: http://camaguebax.awardspace.com/