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Paradero de Las Minas: La primera embestida domó la soberbia natural
Lázaro David Najarro Pujol
Aún con los ecos del llamado a los camagüeyanos a empuñar las armas y lanzarse a la manigua, aquel 4 de noviembre de 1868 en el levantamiento de Las Clavellinas, al estenordeste de la otrora Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, comenzaron a surgir algunas figuras claudicantes dentro del campo revolucionario.
José Martí muy claramente sentenció que había
"... espíritus blandos que se rizan como la superficie de los mares, a unos y otros vientos, y van donde va el aire".
Estas frases del apóstol vienen muy bien con lo que se empezó a fraguar en Camagüey tras el levantamiento, amenazado este último por la actitud traidora de Napoleón Arango, hombre como dijo Martí de espíritus blandos.
Este "patriota" convocó a una reunión en el histórico sitio donde se habían levantado en arma los hombres dignos de Puerto Príncipe y expuso las ventajas que los representantes españoles ofrecían a los cubanos, tales como reformas económicas y políticas, pero pronto encontró la resistencia a la idea traidora cuando Ignacio Mora declaró la reunión como ilegal, al no contar con la presencia de la mayoría de los rebeldes.
El 26 de noviembre de ese mismo año 1868, en el Paradero de Las Minas, Ignacio Agramonte Loynaz dejó claro la posición de los camagüeyanos de continuar la lucha cuando expresó indignado aquellas históricas palabras:
"Acaben de una vez los cabildeos, las torpes dilaciones, las demandas que humillan: Cuba no tiene más camino que conquistar su redención, arrancándosela a España por la fuerza de las armas".
Con su firmeza encausaba el curso de la Revolución e imponía la razón y la verdad sobre la traición y la cobardía. Desde ese instante Agramonte estaba recabando de sus compatriotas el llamado a la vergüenza para enfrentar al enemigo. Demostraba con esa actitud sus dotes de dirigente, porque como apuntó Martí:
"... domó de la primera embestida la soberbia natural" o "Era como si por donde los hombres tienen corazón tuviera él estrella..."
Ese mismo día 26 se constituyó el Comité Revolucionario de Camagüey, organización civil que dirigiría la insurrección en el territorio y que integraron Ignacio, Eduardo Agramonte y Salvador Cisneros Betancourt, como
"... el árbol que no se arranca, sino rompiendo con su empuje la tierra que oculta".
El Mayor General, dos días después de la brillante intervención en el Paradero de las Minas, se destacó en su primera acción armada: el combate de Bonilla, que culminó con una contundente victoria sobre las fuerzas españolas y dio así por finalizados
"... los espíritus blandos que se rizan sobre la superficie de los mares a unos y otros vientos que van donde va el aire".
Fuente: Radio Cadena Agramonte, Camagüey
Lázaro David Najarro Pujol, escritor y periodista. Cuba. Una identità in movimento
http://www.cadenagramonte.cubaweb.cu/historia/paradero_de_las_minas.asp
Labora en la emisora Radio Cadena Agramonte de Camagüey.
Autor de los libros Emboscada y Tiro de Gracia,
ambos publicados por la Editorial Acana de Camagüey.
Editor del Sitio Web: www.cibercuba.com/camaguebax
Webmaster: Carlo Nobili — Antropologo americanista, Roma, Italia
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