|
Cuba |
|
Una identità in movimento | ||
|
Camagüey: Una ciudad acariciada por los vientos
Lázaro David Najarro Pujol En el corazón de la Isla de Cuba se levanta majestuosa — acariciada por los vientos — la otrora villa de Santa María del Puerto del Príncipe, una de las demarcaciones más antigua del país; fundada el 2 de febrero de 1514, según la tradición.
La villa se asentó inicialmente en Punta del Guincho, en la norteña Bahía de Nuevitas.
Jorge Juárez Cano, en su libro Apuntes de Camagüey[1], asegura que ese día
... llegó el teniente Ovando y su pelotón de jinetes a punta del Güincho, Nuevitas, y momentos después, por rara coincidencia, arribaba al mismo punto el bergantín del gobierno, procedente de Baracoa, con el resto de los castellanos destinados allí por Velázquez. Desembarcaron éstos y reunidos todos y bajo la misma cruz que allí plantó el Almirante el 18 de noviembre de 1492, se procedió a la fundación de la villa, con el ceremonial de costumbre.
En la última decena de marzo de 1516, según el manuscrito de Balboa Troya, el vecindario de la Villa la habitaban 97 castellanos, entre ellos 15 varones, mayores de edad y 23 hembras adultas.
La villa se estableció en el sitio actual el 6 de enero de 1528, como consecuencia de una sublevación de indios que destruyó la comunidad y una gran parte de sus moradores castellanos perecieron en la rebelión, según considera Jorge Juárez
Así, impetuosamente, se trasladó la Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, de las márgenes del histórico Caunao, al pueblo indio Camagüey, junto al Tínima, o sea el lugar donde actualmente se levanta esta legendaria ciudad.
Pero no fue hasta el año 1903 que asume el nombre indígena de Camagüey, relacionado con el árbol de la Camagüa. Ya en 1741, la Villa contaba con 13 000 habitantes. No fue hasta 1756 que se terminó el puente sobre el río Tínima.
A decir del Poeta Nacional Nicolás Guillen, esta comarca de pastores y sombreros "tiene una rojiza piel de barro" — entre renovada y vetusta — conformada por las tejas criollas, los ladrillos cocidos, los tinajones y las múltiples piezas de cerámicas. En la capital agramontina se festeja — desde 1760 — el San Juan camagüeyano, que se inicia cada 24 de junio — día de San Juan — y concluye el 29 del propio mes — día de San Pedro.
Salen a las calles y avenidas, las comparsas y congas para amenizar los desfiles. Durante esos días es muy común el ajiaco criollo, un caldo espeso, con diversas carnes y viandas, aliñado con ají, ajo y otras especies. Entre los platos tradicionales también se incluye el tasajo, acompañado de arroz; aporreado, picadillo y la montería, confeccionada de recortería de cerdo asado, cocinada en salsas y servida en zócalo de casabe.
Camagüey es una ciudad de gente cautivadora, educada y culta, con un promedio de edad de 35 años y una esperanza de vida de más de 74. Es la cuna de El Mayor General Ignacio Agramonte; de la poetisa Gertrudis Gómez de Avellanada; de la patriota Ana Betancourt de Mora; del eminente científico Carlos Juan Finlay Barres y del poeta Nicolás Guillén.
Entre los principales símbolos que identifican a la legendaria y heroica demarcación está el tinajón, que constituye una vasija de barro que se utiliza para almacenar agua.
Camagüey es una ciudad de calles estrechas y sinuosas que dan acceso a plazas y plazuelas, de estas últimas la conocida como las Cinco Esquinas del Ángel, que data del siglo XVIII, conformada por tres calles, dos de ellas se cruzan en el punto central y la tercera se proyecta diagonalmente desde allí. En la otrora villa de Santa María del Puerto del Príncipe, se observan asimismo sólidas torres, consideradas entre las más hermosas del país, principalmente la de la iglesia de Nuestra Señora de la Merced. Las criptas de esta centenaria edificación, atesora en su museo, el valioso mueble religioso El Santo Sepulcro.
La plaza de San Juan de Dios — monumento nacional — representa el más importante conjunto arquitectónico colonial de la capital provincial. Orgullo es además la casa quinta Amalia Simoni, construida en 1848 por el padre de la esposa de Ignacio Agramonte Loynaz y el antiguo cuartel de caballería, actual museo, que conserva entre otros documentos, el poema Espejo de Paciencia, el primero que se conoce de la literatura cubana y escrito en la villa de Puerto Príncipe, por Silvestre de Balboa.
La sede del gobierno municipal es la institución estatal que mayor tiempo ha permanecido en el mismo sitio. Se adquiere para establecer el Cabildo desde 1730.
La ciudad cuenta con el casino campestre, un verde corazón considerado como el parques más grande de Cuba construido dentro de una población; el cementerio general, (1814) el más antiguo de los que aún funcionan, y el teatro Principal, que se inauguró el 2 de febrero del 1850. Si Cuba fue el sexto país del mundo que contó con ferrocarril, Camagüey se convirtió en el segundo territorio de la Isla Grande en poseer ese ingenio del transporte, al poner en servicio en 1846, el tramo de línea Camagüey-Nuevitas.
La entonces villa de Santa María del Puerto del Príncipe — la tercera ciudad en importancia de Cuba — ahora es una potencia cultural, con la prestigiosa compañía de ballet clásico, la segunda del país, y la Orquesta Sinfónica, entre muchas otras agrupaciones danzarias, musicales o teatrales. Ahora la población de la Ciudad de Camagüey está inmersa en los preparativos de su 490 cumpleaños.
Cuba. Una identità in movimento
Inmediatamente el heraldo del teniente Ovando leyó el bando o pregón del gobernador general, en NOMBRE DEL REY; dicho oficial declaró instalado el Ayuntamiento, compuesto del alcalde, dos regidores, alguacil y escribano; anunció la instalación de la Parroquia, y de los oficiales reales que eran: contador, tesorero, factor y vendedor, y avisó por tres veces, que se iba a fundar allí una Villa que "DEMANDABA OPOSICIÓN, EN NOMBRE DEL REY".
Visto que nadie se opuso a las pretensiones del teniente Ovando, éste declaró fundada la Villa del Puerto del Príncipe, por su Ayuntamiento, Párroco y Oficiales Reales, los ya nombrados, y por vecinos a todos los presentes, mandando que las autoridades, clérigos y oficiales reales tomasen inmediatamente posesión de sus cargos y jurasen ante el escribano el fiel cumplimiento de sus obligaciones y deberes para con la Villa, "E CON EL REI" y cada uno ocupó su puesto.
Webmaster: Carlo Nobili — Antropologo americanista, Roma, Italia
© 2000-2009 Tutti i diritti riservati — Derechos reservados