Una sensible pérdida sufrieron las letras nacionales. Nos dijo adiós Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí), cantor de la Revolución y el decimista más significativo de la literatura cubana contemporánea.
En medio de la campiña cubana, nació el 30 de septiembre de 1922, allá por la finca ganadera Los Zapotes, de San Miguel del Padrón, en el seno de una familia humilde y rodeado de un entorno que posiblemente lo condujera sin remedio por los caminos de la décima, de la cual fue uno de los principales cultores en Cuba.
Entre los años cuarenta y cincuenta, transformó la espinela en arte mayor, al fusionar en ella lo popular y lo culto al tiempo que desarrollaba con similar altura el repentismo.
Lector estudioso y ávido, se nutrió de las mejores técnicas para dar tal realce a la espinela, género que cultivó en las vertientes campesina, social y autobiográfica. De lado tampoco dejó el soneto, el cual desarrolló dentro de la mayor soltura y nivel estético.
Indio Naborí, su seudónimo, lo ostentaba por remembranza de los aborígenes agricultores de la Isla y en oposición a los juglares que en su época se autollamaban caciques. De hecho, sus raíces siempre estuvieron identificadas con los signos más genuinos de la identidad nacional desde que a los 9 años se gestaba su vocación por improvisar.
De él no podemos olvidar su decidido compromiso revolucionario plasmado en aquellos inolvidables versos La mañana de la Santa Ana, o en otros dedicados a pasajes de la historia más reciente. Sus dotes naturales de bardo lo acompañaron hasta en momentos tan angustiosos como la pérdida de la visión que no fue impedimento para dejarnos de sí mismo Con tus ojos míos.
Guardarraya sonora; Bandurria y violín, de esencial cubanía; Elegía de los zapaticos blancos; Al son de la historia; Esto tiene un nombre; Elegías a Noel; Entre, y perdone usted; Entre el reloj y los espejos; la inolvidable Viajera peninsular y otras en que el amor hace acto de presencia: Gratitud, Tu voz, El amor en tiempos de prosa quedaron como aportes sustanciales a la literatura de nuestra Patria.
Fundador de la Jornada Cucalambeana, la máxima exaltación de la música campesina y la décima improvisada, mereció reconocimientos tan importantes como el Premio Nacional de Literatura (1995), Premio Nacional de la Crítica Literaria (1996) por el antes mencionado texto Con tus ojos míos, y el habérsele dedicado junto al dramaturgo Abelardo Estorino la XIV Feria Internacional del Libro de La Habana, en febrero pasado.
Pero mucho más puede citarse de este trovador y rapsoda en canturías amistosas, cronista de glorias patrióticas y hazañas revolucionarias, como lo calificara su compañero de lides intelectuales Imeldo Álvarez.
El Indio luchó contra la tiranía de Batista junto al Movimiento 26 de Julio y fue militante del Partido Socialista Popular, dio su impronta periodística en los diarios Hoy, El Mundo, Granma — del que formó parte de su colectivo fundador —, las revistas Bohemia, Mujeres, Romances, Mella, y Verde Olivo.
Su prosa, también reconocida y laureada, abarcó diversos temas como prólogos, ensayos, estudios de tradiciones, folclor. Figura en la mayoría de las antologías cubanas del siglo XX. Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, italiano, ruso, checo, chino y serbio. En su extensa obra aparecen diez títulos en prosa y catorce poemarios.
Ayer lo colocamos en su dimensión tierna y sensible en el terruño que tanto lo motivó. En el pensamiento nos quedan aquellos versos que hoy parecerían un augurio:
No me asusta morir...
Sólo lamento no tener ojos para ver
las cosas que se transformarán:
zarzas en rosas, lobos en hombres,
polvo en monumento.
No me asusta morir...
Sólo lamento ser sordo como el frío de las losas
cuando vengan las músicas gloriosas,
cuando una larga risa sea el viento.
Fuente: Granma Diario (1 de abril del 2004)
http://granma.co.cu/2005/12/31/cultura/artic01.html
La Habana, sábado 31 de diciembre de 2005. Año 9 / Número 365