Tales ansias, de sobra logradas a base de esfuerzo y talento, han acompañado la vida del más representativo cultivador de la décima en estos tiempos, Jesús Orta Ruiz (el Indio Naborí), aquel que nació el 30 de septiembre de 1922 en la finca ganadera Los Zapotes, del municipio capitalino de San Miguel del Padrón, donde comenzara a nutrirse desde sus primeros años de hondas raíces populares.

Nunca serán muchos los homenajes a este hombre de raigal cubanía que, como para no sufrir encasillamientos, supo dotar a la espinela de los giros de la poesía moderna. Reconocimiento a lo vivido y a lo imperecedero de su legado literario devino el espacio El Autor y su Obra, del Instituto Cubano del Libro, en el que intervinieron la profesora de Literatura Cubana del Instituto Superior de Arte, Danaes Carbonell, y los poetas Imeldo Álvarez y Ángel Augier.

Decimista, poeta de la Revolución — sus facetas generalmente más publicitadas — no puede, sin embargo, quedar varado en estereotipos y así lo prueba esa poética de corte intimista en la que el amor tiene rienda suelta (Gratitud, Tu voz, El amor en tiempos de prosa).

Precisamente, sobre este matiz peculiar del verso de Naborí, Danaes Carbonell apoyó:

"Su voz poética emerge de la asunción de voces provenientes de la lírica clásica española de todos los tiempos y de las sonoridades sinestésicas que tanto le fueron a la poesía francesa de fin del siglo XIX y al modernismo americano, pero esa asunción poética el autor la ha concentrado en su espacio privado con alturas y proyecciones universales".

Con una extensa creación en la que figuran diez títulos en prosa y catorce poemarios, muchos de los cuales aparecen en antologías cubanas y extranjeras, el también investigador de la cultura popular latinoamericana recibió, entre otros lauros, en 1995 el Premio Nacional de Literatura y en 1996 el Premio de la Crítica Literaria por su libro Con tus ojos míos. Fue nominado, además, a propuesta de la Facultad de Filología de la Universidad de Oviedo, España, para el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (2000).

Artífice de la escritura que nunca ha podido separar de su quehacer cotidiano, antes del triunfo de la Revolución fue periodista de la revista Bohemia, después de 1959 trabajó en el periódico Hoy para pasar más tarde a formar parte del colectivo fundador del diario Granma.

De sorpresa en sorpresa nos ha llevado el Indio, dijo Imeldo Álvarez en la tertulia, aunque para él es, sobre todas las cosas,

"... trovador y rapsoda en cantorías amistosas, cronista de glorias patrióticas y hazañas revolucionarias, poeta autobiográfico, elegíaco e intimista abierto al coloquialismo de trazos modernos, lírico que no prescinde de los moldes clásicos, su obra quedará siempre fulgurando en la memoria de su pueblo".

Exquisito en su sensibilidad autóctona y rica experiencia juglaresca, quizás sea por esto el poeta que supo ribetear de dignidad la estrofa espineleana llevándola a encuentros de la Décima Iberoamericana en Cuba, Islas Canarias y México.

Llegar a él, como observara Ángel Augier, es tocar la presencia viva de su identidad criolla y poética en su estado natural, vertida en voz, en canto y en música, que es como decir en músculo, hueso y sangre del espíritu poético.

Fuente: Granma Diario
http://www.granma.cubaweb.cu/2003/10/17/cultura/articulo02.html