¿Con qué te quedas?
Yo me quedo con el intento de comunicarme con la gente. Creo que he hecho todas estas cosas con el afán de compartir y el afán de comunicar. Por eso las fronteras entre los géneros cada día me interesan menos en general.
Entonces tú crees que todas las artes tienen el mismo destino, que es el testimonio.
Sí. Todos los caminos tienen una base testimonial. Por una parte, el testimonio es, efectivamente, un género, pero, además, en todos los géneros hay una base testimonial. La poesía, por ejemplo, que puede parecer un arte muy alejado de ello es, en el fono, un acto de comunicación.
Tú, por ejemplo, fuiste el guionista de El hombre de Maisinicú.
Yo trabajé en el guión con Manuel Pérez Paredes, el director de la película y lo hicimos, sobre todo, a partir de una comunidad de criterios en relación con ese tipo de cine, que es la búsqueda en estos temas de una gran incidencia en la Historia contemporánea, pero a través de la complejidad. La complejidad histórica, la complejidad psicológica de los personajes, de modo que no se produjera el criterio de que a partir de una idea histórica justa cualquier tratamiento va a funcionar. Y no es así. Si esa verdad histórica que uno tiene o cree tener no está acompañada de un tratamiento respetuoso para el futuro disfrutador de esa obra, la mitad del camino está perdido.
Y hay una parte de la literatura revolucionaria y parte del cine que cree en ese mecanismo, que no pensamos nosotros que fuera aceptable.
¿Crees que este mismo error lo ha cometido también algunas veces la Nueva Trova Cubana?
Yo creo que individualmente sí, porque es algo que está entre las posibilidades de cada manifestación artística, pero no ha sido característica esencial de la trova. La trova ha sido mayoritariamente una buscadora de esa complejidad. Fíjate en Silvio: "si alguien roba comida y después da la vida, qué hacer", ejemplo de la complejidad que uno comparte.
Esto es muy importante encontrarlo en los más jóvenes. En la gente que hoy hace una canción que no es la de Silvio, no es la canción de Noel, de los fundadores — porque no puede serlo —, pero que tiene como común denominador esa búsqueda de la complejidad; sea un tema de amor o un tema de la realidad actual, y esto creo que es lo que la salva y la aleja de esta visión edulcorante.
Ya que citas a los jóvenes, ¿cómo y para qué nació el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau?
El Centro nació de la necesidad de recibir y conservar los archivos de Pablo de la Torriente Brau, que sus cuatro hermanas guardaron por más de 40 años y que decidieron donármelos porque yo había hecho la película Pablo en fecha temprana, e hice algunos libros sobre Pablo, y se creó una relación hasta hoy que es familiar con Ruth, una hermana que aún vive y tiene 95 años, que es como una madre para mí y para mucha gente en el Centro.
Pensé que lo mejor era crear un espacio que conservara mejor estos archivos y así nació la idea del Centro. Lo propusimos a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), cuyo presidente en aquel momento era Abel Prieto — actual Ministro de Cultura —, hasta que otro amigo, Eusebio Leal, el historiador de la ciudad que hace un proyecto de recuperación de La Habana Vieja, ante mi solicitud, nos ofreció el espacio que hoy tenemos en la calle Muralla.
Una vez en ese espacio ocurrió lo inevitable. En aquel momento no se vio al Centro como lo que es hoy: un espacio donde va a haber un programa de arte digital, un programa de artes visuales, como un espacio que fue creciendo a medida que la vida nos lo indicaba. Y una de las primeras cosas a la que llegamos como una necesidad también personal fue el tema de la relación y la pertenencia a la Nueva Trova, y entonces nació A guitarra limpia, al año siguiente de fundado el Centro; comenzamos con un concierto de Santiago Feliú, en el año 98.
De la misma manera que Haydée Santamaría propició la creación de la Nueva Trova Cubana desde la Casa de las Américas, tú estas haciendo lo mismo con las nuevas generaciones desde el Centro Pablo de la Torriente Brau. ¿Eres el sucesor de Haydée?
En esa forma de comparación no lo puedo aceptar. Hay unas dimensiones históricas que no tienen ni remotamente un acercamiento. Haydée para nosotros es una inspiradora de muchas cosas, no solo en la trova. Por la presencia de sus orígenes en la lucha no hay manera de comparar en ese sentido.
Ahora, desde el punto de vista institucional, ciertamente el Centro ha venido a dar continuidad al trabajo de la Nueva Trova que se vio eclipsado mucho en la década de los 90 y, en el momento en que creamos A guitarra limpia, no había ningún otro espacio estable de la Nueva Trova en la cultura cubana.
Eso es una alegría y eso sí que hay que reconocerlo sin pudor, porque es una realidad objetiva que es reconocida además por todos los trovadores.
Es importante ganarse la confianza de los trovadores…
Existía esa necesidad por parte de la cultura y de los trovadores mismos, y como el Centro creó un estilo de trabajo — que mantenemos, porque creemos profundamente en él — basado en confiar en la gente, en los autores, incluso en los más jóvenes, en los que no todo el mundo confía siempre, en no pedirle a nadie una lista de canciones para saber lo que va a cantar y determinar si lo va a cantar o no — procedimiento que a veces, erróneamente, se ha usado en muchos lugares, también entre nosotros —, por ese grado de confianza y de respeto hacia el trabajo de los creadores encontramos ese apoyo decisivo, en los mayores ofreciéndonos su apoyo sin que mediara ningún incentivo material y en los más jóvenes poniéndose en nuestras manos para que los ayudáramos a difundir sus canciones a través de los conciertos.
De ahí que, además de los conciertos mismos, desde el principio comenzamos a producir esos conciertos a través de casetes en aquellos años, poco después a través de CD y recientemente en medios digitales a través de La Central Digital.
¿Cómo se financia el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau?
Desde el principio que el Centro empezó a crecer partimos de una frase, un poco en broma y mucho en serio, en que decíamos: "este es un Centro pobre pero honrado".
El apoyo salarial lo tenemos mediante una aportación anual que hace el estado cubano, a través del Ministerio de Finanzas y Precios y el Ministerio de Cultura., la cual garantiza el salario de los 15 compañeros que trabajamos en el Centro y nos permite también contratar colaboradores en diversas materias.
En cuanto a las divisas, ha jugado un papel definitivo el tema de la solidaridad y la amistad de instituciones y amigos. A esto se sumó, el pasado año, un fondo al que llamamos Ojalá, precisamente porque proviene de los Estudios Ojala que dirige Silvio Rodríguez. Esta ayuda ofrecida por esta institución hermana, que se da en virtud de lo que se hace en el Centro, nos permite financiar algunas de las cosas puntuales que necesitamos.
Además, el Ministerio de Cultura ha financiado la gran mayoría de los libros que publica nuestro sello editorial Ediciones La Memoria, mientras que el Instituto Cubano de la Música viene aportando sistemáticamente, desde hace ya un tiempo, ayuda importante para ese plan de producción de discos alternativos que ya mencioné.
¿Vale la pena esta lucha?
Totalmente. Este mismo espacio del Barnasants es un ejemplo de ello, porque es precisamente una forma de reconocimiento que lo inspira a uno a continuar. Esto es uno de los ejemplos de solidaridad a partir de la confianza en el arte, en la canción — y no en la canción en general, la canción comprometida con la calidad — que el director del Barnasants, Perfe Camps, aplica en este caso para nuestra alegría, abriendo este espacio, que para nosotros es un premio.
Y los trovadores cubanos lo ven así también, de que uno de los festivales más importantes que existen dedicados a la canción en Europa — y no sólo en Europa seguramente — haya abierto un espacio sistemático para los trovadores y trovadoras cubanos.
Efectivamente, A guitarra limpia cumplió 10 años y este es el segundo año en el Barnasants.
Nuestra presencia aquí es, ciertamente, una forma de reconocimiento muy querida a esos 10 años de A guitarra limpia. Las cifras de esos años son muy hermosas: 90 conciertos, 50 y tantos discos, algunos premios en el Cubadisco. Y vale la pena, sobre todo, porque ha sido la ratificación de aquella confianza que era una confianza mutua entre los trovadores y las trovadoras y el Centro.
Y aprovechas el concierto del Barnasants para presentar libro y disco.
Comentar esto al final es un poco resumen de lo que hemos hablado, porque el libro es una antología y recopilación de la información de los nueve primeros años de A guitarra limpia y reúne fotos, textos de canciones, trabajos periodísticos y fichas biográficas de los trovadores que han estado en ese espacio.
Como este espacio siempre ha sido el sitio no de un grupo de trovadores, no de una facción, no de un estilo, sino de los trovadores de todas las tendencias de la Nueva Trova — por ahí ha pasado se puede decir que todo el mundo, desde Silvio Rodríguez hasta un trovador de 20 y tantos años —, pues esto convierte al libro Memorias a guitarra limpia en una especie de antología de la Nueva Trova Cubana.
El disco que presentamos es un CD doble que se llama Te doy una canción y es la expresión de otro de los valores que han estado en el Centro, que es la amistad, porque es un tributo a la amistad de muchos de nosotros — de los más jóvenes también, sin duda —, con Silvio Rodríguez.
Cuando él cumplió 60 años, hace dos años, y cuando desde el Ministerio de Cultura se le propusieron varias actividades para celebrar esa fecha, él prefirió que fuera ésta del Centro Pablo la fiesta en la que él quería estar. Esto nos alegra y nos dice mucho de la forma que él tiene de ver las cosas, porque era una fiesta hecha desde el corazón.
Dimos a todas las generaciones los textos de Silvio para que ellos mismos hicieran una selección de lo que querían cantar, y fue muy lindo porque cada cual escogió canciones que tenían a su vez que ver con el trovador mismo, y por eso se producen dos cosas: una gran identificación entre la versión que canta el trovador y también que no era un mecanismo para que el trovador aprovechara la posibilidad para promoverse a sí mismo, sino al revés: para regalarla en un patio de La Habana Vieja durante dos días en los que Silvio estuvo en primera fila con su familia compartiendo una fiesta familiar.
Así surgió este disco que ahora estamos promoviendo aquí, que se convierte a su vez — al tener 42 trovadores — en una especie de antología de la Nueva Trova Cubana, desde Sara González y Vicente Feliú hasta Ariel Díaz, Samuell Águila o gente incluso más joven.