Después de agotar el repertorio de monstruos, quizás algún día talentosos directores de cine desvíen la atención hacia el murciélago y renueven su estilo de sembrar pavor.
El rostro del murciélago inspiraría temor e incluso horror a cualquier empedernido espectador de filmes truculentos.
Ojos pequeños y de mirar opaco, nariz protuberante y retorcida, colosales orejas dispuestas a oír todo, boca erizada de dientes y una pelambre color de las tinieblas. Es la sinopsis de la fealdad que el celuloide haría circular, vinculada seguro a la leyenda del vampiro chupador de sangre.
Tales ingredientes sacarían fuera el genio de los "monstruos" de la cinematografía y de paso harían reventar las taquillas.
Ignorancia y superstición, a lo que más tarde se unieron literatura y cine, tejieron una falsa leyenda: los murciélagos como hijos del Diablo.
La ciencia, entretanto, desbrozó una tesis opuesta. ¿Cuál es la verdad?. Sólo por su rol ecológico cotidiano, los murciélagos se ubican entre los más útiles aliados del hombre para su subsistencia planetaria.
Un cálculo para Cuba, muy modesto y deducido sólo sobre 11 de las 20 especies de murciélagos insectívoros que sobrevuelan el archipiélago, dice que cada noche los quirópteros devoran unas 150 toneladas de insectos, que unos molestan o enferman a las personas y otros causan sensibles daños a la agricultura.
A 27 ascienden las especies de murciélagos que sobrevuelan el territorio cubano, cantidad que se ordena dentro de 20 géneros y seis familias distintas.
Es una biodiversidad muy alta si se compara, por ejemplo, con los EE. UU., que en un territorio 90 veces mayor alberga 15 géneros y cuatro familias.
De ese total de especies, 20 comen insectos, cuatro se alimentan con néctar o polen, dos engullen frutas y una atrapa peces en vuelo rasante sobre las superficies fluviales y marinas.
El murciélago pescador, Noctilio leporinus, es el más grande cubano y el segundo del continente, con una expansión alar de hasta 71 centímetros. El más diminuto y el segundo más pequeño del planeta, es el Natalus lepidus, que llega a medir entre 18 y 21 centímetros, con un peso que no excede los tres gramos.
Los murciélagos pueden emitir unos 200 chillidos por segundo, utilizando una muy fogueada laringe. Y reciben el rebote con un par de orejas 400 veces más sensibles que las orejas humanas, para elaborar un mapa del entorno más exacto que el que proporcionaría un par de ojos. Así caza durante erráticos vuelos que comienzan al atardecer.
El interés en aumento sobre murciélagos dejó al descubierto que constituyen un banco genético más importante de lo que se creyó.
Ellos poseen la capacidad de hibernar, que la ciencia investiga afanosamente.
También las hembras de este orden conservan la esperma en el tracto reproductivo hasta la primavera, retardando la fecundación para el instante más conveniente. ¿Se podrá imitar ese rasgo biodiverso y revolucionar las técnicas de control de la natalidad humana?.
En varios sentidos, Cuba resulta un paraíso para los murciélagos, ya que, en primer lugar, es considerado comparativamente el territorio con más cavernas del mundo. Además, su ubicación en el trópico, la gama de insectos que la habitan, la escasa competición por el alimento, las temperaturas estables y benignas y el ritmo parejo con que se reparten días y noches, constituyen condiciones ideales para los quirópteros (AIN).
El autor es colaborador de la AIN
Fuente: http://www.tiempo21.islagrande.cu