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Cuba |
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Enfoque académico: La mujer y la educación en Cuba
Tania Caram León
WORLD DATA SERVICE, 16/1/2004
Existe una estrecha relación entre educación y sociedad en la búsqueda por eliminar la iniquidad de género. Se ha demostrado que a través de los cambios que genera la educación las mujeres pueden transitar hacia un proceso de participación social que le permite acceder a un mayor y progresivo empoderamiento[1].
Según la investigadora feminista Nelly Stromquist, la educación se convierte en el instrumento esencial de transformación que implica el proceso de empoderamiento. Para esta autora, el empoderamiento incluye los componentes cognitivos, psicológicos, políticos y económicos (Stromquist, 1998).
De esta forma la educación se transforma en un factor relevante, que se interconecta de modo directo con las posibilidades emancipatorias de las mujeres.
La educación general y la educación superior ha estado entre los objetivos priorizados de la sociedad cubana desde 1959. A partir de esta fecha, las mujeres se incorporan como beneficiarias y protagonistas al proceso educacional promovido en el país para toda la población: la Campaña de Alfabetización, la nacionalización de las escuelas privadas, la creación del plan nacional de becas, el inicio de la educación sistemática de los adultos, la formación acelerada de maestros y profesores y la reforma universitaria.
Desde el inicio de la Revolución cubana las políticas sociales trazadas establecieron las bases para lograr la participación e integración social femenina. La Federación de Mujeres Cubanas (FMC) ha desarrollado una importante labor en el reconocimiento y difusión de estos resultados, y ha contribuido de modo decisivo, al nexo entre el entorno cultural, la educación y el género, en Cuba.
En la década de los 60, se produce un importante proceso de recalificación de las mujeres, y una acumulación de conocimientos de amplia gama que contribuyen a su participación social. Así fueron los cursos para aprender a coser, convocados por la FMC, que actuaron como pivotes de reinserción social y extensionismo cultural para las jóvenes campesinas que lo recibieron.
La FMC también organizó escuelas para la superación de la mujer, dedicadas a recalificar a antiguas domésticas, personal femenino de servicios, campesinas y ex-prostitutas. Los diferentes cursos especializados permitieron reorientar las vidas de éstas mujeres con el objetivo de insertarlas socialmente.
Desde inicios del proceso revolucionario, en 1961, durante la Campaña de Alfabetización, las mujeres fueron el 55 por ciento de los alfabetizados, y el 59 por ciento de los alfabetizadores. Este proceso significó, además, una dialéctica de interacción generacional entre los alfabetizadores y sus familiares.
El proceso de modificación de los criterios de compartimentación calificada comienza en la enseñanza primaria, cuando cambian los roles tradicionales en las aspiraciones y comportamiento de niños y niñas. La permanencia en los niveles de enseñanza, y su promoción otorgaron una situación privilegiada a la mujer desde los niveles primario y secundario. En 1990 ya la población cubana posee un nivel promedio de escolaridad de 9no. Grado. Un renglón que merece mencionarse en la educación cubana es la educación especial, la que en 1997 abarca 425 escuelas con 57 mil 348 niños con trastornos de conducta, retraso mental, retraso en el desarrollo psíquico, sordos e hipoacúsicos, ciegos y débiles visuales, estrábicos, ambliopes y discapacitados físico motores (Programa Nacional de Acción, 1997: 94). El significado de esta atención contribuye a potenciar la vida de sus beneficiarios, y de sus madres.
En forma acelerada la mujer alcanza una recalificación que le otorga la potencialidad de la participación con grandes posibilidades de equidad. Su incorporación al tercer nivel de la enseñanza ocurre en forma ascendente y cualitativamente diferenciado, al acceder a las carreras tradicionalmente clasificadas como masculinas. Son el 62 por ciento del total de la población estudiantil en el curso 2002-2003. De las nueve áreas del conocimiento que se estudian en el país ella son más del 50 por ciento en seis de ellas. En cuanto a las egresadas, en el curso 2001-2002 se reporta que del total de egresados de Educación Superior, el 64,7 por ciento fueron mujeres (Series estadísticas del Ministerio de Educación Superior, Resumen Nacional).
La crisis que sufre el país en los noventa no cambia sustancialmente ésta situación. Aunque existen afectaciones en los útiles escolares, y en otros niveles de enseñanza en las bibliografías especializadas, los reactivos para prácticas de laboratorios y otras carencias, mediante un esfuerzo extraordinario se mantuvo la calidad de la enseñanza y la participación del género femenino.
Importante papel reviste la presencia de las mujeres en el total del personal docente, tanto en la educación en general como en la educación superior en particular. Ellas son más del 46 por ciento del profesorado del tercer nivel, el más alto de América Latina (Valdés, 1995), contribuyendo así a la formación de las nuevas generaciones y a la preparación de la fuerza de trabajo calificada de nivel superior del país.
Las mujeres son el 66,6 por ciento de la fuerza técnica del país y son también el 30 por ciento de los científicos, esto significa que no sólo se han planteado opciones alternativas, sino que han sido utilizadas en gran grado, rompiendo los cánones anteriores de compartimentación laboral.
En algunos aspectos, a pesar de la crisis, se integra el desarrollo científico a la docencia con avances significativos, como en el incremento de la disponibilidad de medios de computación per cápita en la enseñanza superior. La participación femenina en la ciencia es progresivamente relevante (Díaz S., 1995).
Sin embargo, en esta esfera educativa, de crucial importancia para el empoderamiento, se detectan severas limitaciones por la reproducción de los modelos tradicionales de conductas de hombres mujeres, las que se transmiten a través de la educación formal e informa.
A pesar de algunos avances en los contenidos docentes, en cuanto a temáticas sobre biología y educación sexual, el sistema educacional no ha incorporado en sus niveles de pregrado la temática de género, y sólo limitadamente en sus cursos de postgrado. Un factor deficiente son los propios maestros como transmisores de valores, quienes no pueden generar cambios si ellos mismos no son objeto de una recalificación sustancial. En el plano informal, la tradición se afianza en las relaciones sociales a través de los nexos que se mantienen y los nuevos que se generan en las condiciones particulares de la sociedad cubana actual.
Para el logro de este propósito se necesita continuar y profundizar las políticas sociales dirigidas a la mujer, especialmente en la esfera de la educación, concientizando sobre le tema y eliminando elementos de inequidad, previendo favorables efectos progresivos en el modo de actuar y pensar de mujeres lo que contribuiría a eliminar los elementos de iniquidad que aún persisten en la interacción entre géneros y en la proyección social de ambos.
RL/TCL
Alvarez, Mayda (1999b) Mujer y Poder en Cuba, FMC UNICEF, Centro de Estudios de la Mujer, La Habana.
Caram, Tania (1998) "La mujer cubana y la participación social: educación y ciencia. Un estudio de caso", En: Revista de Ciencias Sociales, métodos de investigación cuantitativos: propuestas críticas, No 80, junio, Universidad de Costa Rica, San José.
Díaz, Elena (1995) "Economic crisis: employment and cuality life in Cuba" En: Valentine M. Moghadam, Editor, Economic Reforms, Women's Employment, and Social policies, World Institute for Development Economics Research (WIDER), The United Nations University, Helsinki.
Díaz, Soledad, et al, (1995) I>El caso de Cuba, Ponencia presentada en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, Foro de Organizaciones No Gubernamentales Para la Mujer '95, Taller Internacional sobre Desarrollo Sostenible, Beijing.
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Valdés, Teresa, Enriquez, Gomariz (coordinadores), (1995) Mujeres Latinoamericanas en Cifras, Tomo Comparativo, Instituto de la Mujer, Ministerio de Asuntos Sociales de España y Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Cuba. Una identità in movimento
Tania Caram León es Profesora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) Programa Cuba. Universidad de La Habana.
Referencia
Bibliografía
Webmaster: Carlo Nobili — Antropologo americanista, Roma, Italia
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