Apenas un mes después del triunfo de la Revolución, en 1959, Cuba le confirió la ciudadanía al comandante Ernesto Guevara de la Serna como mérito por los servicios prestados al país.
Fue el 9 de febrero, y ya para ese entonces, la trayectoria combativa del Che, sus cualidades personales, su pensamiento revolucionario le habían granjeado el respeto y el cariño del pueblo representado en los hombres de verde olivo.
Para quien, como el Che, se consideraba a sí mismo soldado de la Revolución, aquel gesto de los cubanos lo comprometía y emocionaba. Mas, según él, no habían razones para maravillarse de que un extranjero viniera a pelear por Cuba. Y es que el Che nunca se sintió extranjero, ni en nuestro país ni en ningún otro de los que recorrió. Y lo demostró quedándose para siempre en el corazón de América.
La decisión del gobierno revolucionario de conceder la ciudadanía al comandante Ernesto Che Guevara, fue, ni más ni menos, el justo reconocimiento al hombre devenido paradigma.
Cuba la confirió su nacionalidad, lo hizo hijo querido de esta Patria. Mas, él se ganó el derecho a ser considerado cubano. Aquí, en esta tierra, el Che tuvo cabal conciencia de sus responsabilidad como revolucionario. Aquí se casó en segundas nupcias con su compañera de lucha Aleida March. Aquí nacieron cuatro de sus cinco hijos, y durante la invasión a Playa Girón, primero, y en la Crisis de Octubre, después, ocupó un puesto de combate.
Y es que el Che, ciudadano de América y del mundo, se sentía y era tan cubano como el que más.
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Radio Reloj, La Habana