Tras haber dedicado por varios años, en el anonimato, nuestros esfuerzos para evitar la fructificación de planes terroristas de la mafia de Miami, pretendiendo salvar con ello vidas humanas y evitar un conflicto mayor, fuimos arrestados por el FBI de esa ciudad, la madrugada del 12 de setiembre.
(...)
Las primeras dos semanas ni siquiera nos dieron las cosas elementales que se entregan a cada preso que llega a una prisión (...). Sin podernos lavar la boca, tuvimos que ir a la primera audiencia de la Corte. Éramos los únicos habitantes del piso 13 en celdas separadas, y de allí nos trasladaron al despiadado "hueco", donde sin ninguna justificación lógica, nos mantuvieron durante 17 meses.
Estos dos párrafos, situados por Antonio Guerrero como comentarios a algunos de sus primeros cantares, constituyen el irregular contexto de donde nace el libro Inseparables, un desgarrador testimonio escrito en versos de lo que han sido estos siete años de injusto encierro y dignidad compartida, para cinco jóvenes cubanos presos en cárceles norteamericanas por combatir el terrorismo.
Como dejan claro el título, Inseparables, y la dedicatoria, "... a mis cuatro hermanos: René, Ramón, Fernando y Gerardo...", hay aquí la voluntad explícita del autor de recoger experiencias compartidas y resaltar esa afinidad esencial de sentimientos y determinaciones, que les ha permitido vencer la soledad, mantenerse cerca a pesar de la incomunicación y la distancia, y les han ganado la admiración y el respeto de miles de intelectuales y artistas y de millones de seres humanos en los cinco continentes. Lo expresa bien un texto como:
FIRMEZA
En la mazmorra
de al lado
en la misma
mazmorra
que hasta hace poco
era mía
rodeado de las mismas
frías paredes
con la misma mugre
mirando los mismos
parajes por la misma
angosta ventana
todo calma
convicción luz
valor amor
firmeza
camina canta
medita ríe
resiste resiste
resiste
un hombre
un hermano.
"Son versos engendrados en lugares inhóspitos y lóbregos", nos dice Antonio en la presentación. Y no puede leerse este libro obviando esa circunstancia, pero llama la atención la singular vocación del autor por la luz y la vida, aún cuando escribe sumido en esos parajes infernales. Son estos versos de resistencia, escritos desde el amor, la verdad y la paz interior, versos que luchan por sobreponerse con su transparencia a ese hermético encierro en el espacio físico de una prisión que ha sido brutalmente aplicada y a la oscuridad mental de sus acusadores y carceleros.
Una vocación de luz de evidente raíz martiana, de un alma contenta de si, que le permite escribir el 19 de mayo de 2001:
"Pero ante ellos puedo decir triunfó / el que trajo una transparencia intacta, / el que reconoció sus propias manos / el que cortó de una tajo la arrogancia".
Altísima dimensión humanista de quien recordaba ese día la vida del Maestro en el aniversario de su muerte "de cara al sol", mientras la Fiscalía terminaba de presentar el caso en el cual se les incriminaba por delitos que no habían cometido.
Es bien conocido entre nosotros, y cada vez más en todo el mundo, el escandaloso fallo del jurado, las exorbitantes condenas aplicadas por la jueza, las numerosas violaciones realizadas a los procedimientos jurídicos norteamericanos, las inmoralidades, las mentiras y el ambiente de venganza política anunciada sobre los que se basó todo el proceso. Lo documenta muy bien otro libro de reciente publicación Estados Unidos VS Cinco Héroes. Un juicio silenciado, del Dr. Rodolfo Dávalos. La anulación del juicio por el XI Circuito de Apelaciones de Atlanta, el pasado 9 de agosto, ha dejado en evidencia manifiesta lo insostenible del caso presentado y de los métodos aplicados, y restablecido legalmente la condición de inocentes para Los Cinco.
Nada justifica que permanezcan en prisión. Nada justifica que el autor, Antonio Guerrero, permanezca detenido en Colorado, Estados Unidos, y no pueda asistir esta tarde a la presentación de su libro. Nada justifica que tampoco estén aquí, en esta presentación en La Habana, sus inseparables compañeros: Fernando González, cautivo en Wisconsin, Gerardo Hernández, retenido en California, Ramón Labañino, prisionero en Texas, y René González, encerrado en Pensilvania, también coautores evidentes de estas páginas, cuyas opiniones del libro aparecen incorporadas a manera de introducción.
Siete años en prisión son ya demasiados años para personas cuya culpabilidad no ha podido ser probada. Este libro testimonia ese exceso desde la voz de uno de sus protagonistas y testimonia también la grandeza de alma de los cinco inculpados, con la especial sensibilidad y hondura que la poesía otorga a los asuntos humanos. Confiemos y actuemos, entonces, para que ese momento posible no demore en llegar.
Hace cuatro años, en la presentación del primer libro de Tony, Desde mi altura, cité unos versos suyos donde se señalaba la certeza del autor de que el tiempo por venir sería oscuro y difícil, y su convicción de que resistirían todas las pruebas y regresarían más temprano que tarde a "la patria agradecida". Terminé aquella presentación, leyendo estas líneas premonitorias:
"Regresaré y le diré a la vida / he vuelto para ser tu confidente".
Ahora quiero terminar también citando versos suyos, que nos dicen de su esperanza y su convicción, que es la esperanza y la convicción de todos. Esa cercanía posible del momento esperado en que llega "la fecha de empacar y regresar a la querida patria", a los brazos de los familiares, al espacio, el tiempo y los sueños cumplidos de la libertad. Leeré entonces, para evocar ese momento futuro, el último texto de Inseparables, este libro de Antonio Guerrero publicado por Letras Cubanas, que debería ser su último libro escrito en la prisión:
A LA CUARTA
Carcelero que cuidas estas cuatro paredes,
cuatro veces al día, haciendo sonar tus llaves,
pasas con mucho apremio por mi puerta
con el peso del tedio en tu cara fruncida.
Tres de ellas, obligado:
al desayuno, al almuerzo, a la comida
y una cuarta cuando te da la gana;
a no ser que decidas:
ofrecerme cuchillas para afeitar mi barba
o darme mi semanal llamada
o cambiar las mal lavadas sábanas
o que pases con tu linternita por la madrugada
y al despertarme
tropiece mi sueño con tu ambigua mirada.
Carcelero que cuidas estas cuatro paredes,
cuatro fechas se anotan en el libro del alma:
la fecha en que nacimos y la de cuando nos casamos
la fecha en que morimos y una cuarta que es
la del día que nos marca una pauta,
una pauta importante.
Esa la estoy conservando
para el día en que llegues a mi puerta
en una inusual cuarta pasada
y me digas: ¡EMPACA!
Edel Morales
12 de septiembre de 2005