Usted se duele como español y europeo del rumbo hacia la hostilidad y la confrontación que ha tomado la política de Europa hacia Cuba, y lamenta que la misma siga, sin dudas, los dictados de los Estados Unidos, e ignore la historia gloriosa de mi país, que se ha caracterizado por ser magnánima estoica y solidaria. Y, a la vez, alberga la esperanza de que la reciente visita a Cuba del Canciller de España y el clima de entendimiento reconocido por ambas cancillerías, conduzca a una política más coherente y de respeto hacia Cuba.
Son muchos los argumentos que Cuba podría brindar a Europa y al mundo del por qué de la justeza de su causa, y de por qué merece el reconocimiento no sólo de un español o europeo como Ud., sino también de los gobernantes de los países europeos, en caso de que dichos gobernantes sean dignos y de altas miras, y que se preocupen fundamentalmente por los sagrados intereses de sus pueblos y del mundo.
Le reitero que podría, en nombre de mi país, ponerle en las manos de todos los hijos de cada país de Europa, las verdades y razones para que Cuba no merezca ser objeto de tanta inquina, y mucho menos, para que se hayan decidido a formar una cofradía con los Estados Unidos para urdir planes de represalias y para el establecimiento de medidas de condicionamientos y discriminaciones. Esta política que ahora parece entusiasmar a la Unión Europea, como ciega aliada secundona de los Estados Unidos, lastima y enaniza la grandeza y la política visionaria alcanzada por los países europeos con el logro, después de tantas discordias y guerras intestinas y mundiales, de la constitución de una organización política tan trascendente para la humanidad como ha sido la Unión Europea. En su momento, la humanidad puso su esperanza en el surgimiento de una fuerza de equilibrio y de paz, no sólo para los países europeos, sino para el resto del mundo. Después de ser testigos de cuantos escollos fueron necesarios vencer para alcanzar sus objetivos comunes económicos, sociales y políticos, se esperaba de esa unión un aporte a la sensatez, la madurez y la paz en la política internacional. Hay que expresar la verdad desnuda, se esperaba mucho más de lo alcanzado.
Sobre temas y acontecimientos actuales, del hoy más lejano o cercano ligados a la Revolución Cubana, podríamos intercambiar en una forma tan profusa, que el aluvión de razones y verdades alcanzaría para provocar un simbólico "nuevo diluvio universal". Pero tal vez esto, aunque sería lo justo, deba aplazarse para otro tiempo más conveniente a fin de no provocar los prejuicios existentes allá y acullá, máxime si las ideas, aunque sean contundentes e irrebatibles, proceden de algún ser procedente de la “isla comunista”, o de alguien que siendo ciudadano de uno de los tantos sacrosantos países capitalista, como lo es Ud. mismo, tiene la osadía, locura o desvarío utópico de defender a un país conocido cariñosamente como “Cubita la Bella” y que el imperio pretende convertir en "la Isla Prohibida".
Por eso yo recurriré al testimonio de alguien que nunca podría ser calificado como socialista o comunista, pero sí de un conspicuo patriota, el más brillante general de las guerras de independencia de Cuba en el siglo XIX, y un hidalgo luchador contra el ejército español. Me refiero al general Máximo Gómez, que lo fue durante la primera guerra de los diez años, y que en la última, iniciada en 1895 bajo el liderazgo de José Martí, ocupó el cargo de General en Jefe del Ejército de la República en Armas. También recurriré, por supuesto, a ideas vertidas por Martí.
Ahora pasaré a exponerle aquellas ideas del General Gómez, tomadas de su Diario de Campaña, que pienso puede servirle como referencia para entender el entramado ideológico de los acontecimientos de ayer (siglo XIX) que conservan su vigencia en este hoy tan vapuleado por las campañas mediáticas contra Cuba.
El 2 de Marzo de 1898, escribía Gómez en su Diario.
Nosotros, en nuestro puesto de siempre, tremolando la misma bandera y defendiendo los mismos principios.
En los días siguientes continúa sus apuntes: "Contestación del General Blanco (gobernador español) a mi carta [...]"
Yo lo llamé a la Paz bajo las bases de la Independencia y contesta con vulgaridades.
Mi carta no podía contestarla este hombre más que a balazos en todo caso. Su contestación no está justificada, pero sí lo está mi gestión; pues nada de particular tiene que yo pensara que quién ha venido desde España a Cuba, arrostrando los peligros del mar, del clima, de la guerra y de los voluntarios, para defender la Autonomía de los cubanos, que dista tan poco de la Independencia; no se aviniese con los combatientes gloriosos de tan bello y acariciado ideal, cuya honra pudiera caberle en los términos decorosos de la verdad diplomática u oficial.
Por eso fue que yo le escribía.
El 23 de Marzo escribe:
Estos agentes de los periódicos americanos me parece a mí que en nada influyen para variar la verdad, la corriente de los sucesos, bien informen a favor o en contra nuestra.
La verdad siempre tendría que aparecer tal como es. Los informes de un hombre o de varios, no pueden nunca variar la faz de una revolución como la de Cuba.
Y en cuanto a la intervención americana en esta lucha, al tira y más tira de sus relaciones con España, a sus escuadras, y cañones abocados, de eso se habla hace mucho tiempo, y todavía no se ha vertido más que gotas de sudor [...].
El 25 de Marzo apunta:
Siguen llegándome noticias de la posible guerra entre los Estados Unidos y España.
El día 7 de Abril de 1898, señala:
Si interrogamos a la historia para saber qué guerra ha ganado España en América; encontramos que ninguna, y eso que no se puede poner en duda el valor de sus soldados.
Pero es que sobre España pesa la tremenda responsabilidad de dos crímenes horrendos: la extinción de una raza y la esclavitud de otra.
El esplendor y la gran riqueza de España han sido amasados con muchas lágrimas, mucha sangre y mucho dolor americano. El Alma de América le debe todas sus congojas, y no contenta con esto y en su insaciable codicia cruzó los mares y se fue al África a comprar esclavos, cuyas espaldas desgarra con látigo que derrama sangre que convierte en oro, para sostener sus orgías, sin cuidarse de que las horas de reparación y de liquidaciones siempre ha de llegar.
Y sin duda que pueda estar próximas, porque el espíritu de los antiguos héroes, sus víctimas, y de los modernos; Hatuey, Caonabo, Guatimosín, Céspedes, Martí, Agramonte, los Maceos... se ciernen sobre la infeliz Cuba que lucha por su libertad, con fe profunda en la justicia de su causa y en el valor de sus hijos fía su triunfo.
El día 23 de Abril, Gómez escribe:
... he recibido varios alcances de periódicos que nos dan noticias. La más interesante, anunciando que el Gobierno de los Estados Unidos ha declarado ya la guerra a España y reconocido en los cubanos capacidad suficiente para ser independientes.
El día 19 de Julio, señala el desacato de un jefe del Ejército norteamericano a un general cubano, y el acto de ultraje de la bandera cubana. Una junta de guerra conoció de los hechos. Se resolvió despachar a los dos presuntos reos al Gobierno de los Estados Unidos.
Gómez apunta:
El día 19 de Agosto, escribe Gómez:
En este mismo punto, el día 19 (de agosto), recibimos la grata noticia de la confirmación de la paz entre España y los Estados Unidos; y el reconocimiento de la independencia de Cuba. Feliz suceso después de tantos años de ruda batalla; por fin este heroico pueblo ha conseguido la libertad.
¡Pero a qué precio! La sangre derramada a torrentes, su riqueza toda en ruina y en medio de esta libertad que se respira, del alborozo de propios y extraños al saludar a un pueblo nuevo que nace a la vida de la civilización y el honor. ¡Ay! se siente en Cuba muchas almas tristes. Pocos hogares habrá que dejen de llorar la pérdida de un ser querido en la guerra, el cadalso o el destierro [...]
Se ha firmado la paz, es cierto, pero también lo es que fue una lástima, que los hombres del Norte, largo tiempo indiferentes contemplaran el asesinato de un pueblo; noble, heroico y rico. Por fin Cuba es libre y toca a la historia juzgarnos a todos.
El 24 de septiembre escribe:
El día 8 de enero de 1899, Gómez anota:
Hubo verdadera fusión entre todos los elementos de estos pueblos; política que me prometo acentuar para salvar a este país, lo más pronto, de la tutela que se nos ha impuesto.
Los americanos están cobrando demasiado caro con la ocupación militar del país, su espontánea intervención, en la guerra que con España hemos sostenido por la libertad y la independencia.
Nadie se explica la ocupación [...]
Siempre es laudable y grato el oficio de factor de Paz y concordia, de armonizador, pero indudablemente, queda desvirtuada la obra cuando en ella se ostenta sin reparo el espíritu y las tendencias de especulación.
La actitud del Gobierno Americano con el heroico pueblo cubano, en estos momentos históricos, no revela a mi juicio más que un negocio, aparte de los peligros que para el País envuelve la situación que mortifica el espíritu público y hace más difícil la organización en todos sus ramas; que debe dar, desde un principio, consistencia al establecimiento de la futura República; cuando todo fuera obra completamente suya, de todos los habitantes de la Isla sin distinciones de nacionalidades.
Nada más racional y justo, que el dueño de una casa, sea el mismo que la va a vivir con su familia, el que la amueble y adorne a su satisfacción y gusto; y no que se vea obligado a seguir, contra su voluntad y gusto, las imposiciones del vecino.
De todas estas consideraciones se me antoja creer que, no puede haber en Cuba verdadera paz moral, que es la que necesitan los pueblos para su dicha y ventura; mientras dure el Gobierno transitorio, impuesto por la fuerza dimanante de un poder extranjero y por tanto ilegítimo, e incompatible con los principios que el País entero ha venido sustentando tanto tiempo y en defensa de los cuales se ha sacrificado la mitad de sus hijos y desaparecido todas sus riquezas.
Tan natural y grande es el disgusto y el apenamiento que se siente en toda la Isla, que apenas, y como no es realmente el Pueblo, ha podido expansionarse celebrando el triunfo de la cesación del poder de sus antiguos dominadores.
Tristes se han ido ellos y tristes hemos quedado nosotros; porque un poder extranjero los ha sustituido. Yo soñaba con la paz con España, yo esperaba despedir con respeto a los valientes soldados españoles con los cuales nos encontramos siempre frente a frente en los campos de batalla; pero la palabra Paz y Libertad, no debía inspirar más que amor y fraternidad, en la mañana de la concordia entre los encarnizados combatientes de la víspera. Pero los americanos han amargado con su tutela impuesta por la fuerza, la alegría de los cubanos vencedores; y no supieron endulzar la pena de los vencidos.
La situación, pues, que se le ha creado a este Pueblo; de miseria material y de apenamiento, por estar cohibido en todos sus actos de soberanía, es cada día mas afectiva, y el día que termine tan extraña situación, es posible que no dejen los americanos aquí ni un adarme de simpatía.
Espero, estimado señor, que este relato del General Gómez sobre la intromisión oportunista de los Estados Unidos en la guerra contra España, y la ocupación posterior del país, que fue realmente el inicio de la era imperialista de los Estados Unidos, le hagan reflexionar sobre cuales fueron los acontecimientos históricos de Cuba después de la independencia, como una neocolonia yanqui. Y quizás pueda explicarle todo lo ocurrido posteriormente después del triunfo de la Revolución Cubana, en que lo pasado fue sólo un pálido reflejo de lo que los Estados Unidos han hecho y pretendido hacer para destruir a la Revolución que conquistó la definitiva independencia de Cuba el primero de enero de 1959, bajo el liderazgo esclarecido de Fidel Castro.
Página enviada por Wilkie Delgado Correa
(27 de abril de 2007)
Dr Wilkie Delgado Correa
Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Medicas de Santiago de Cuba