Wilkie Delgado Correa
En mi mensaje inicial le decía, estimado señor, que esperaba que el relato del General Gómez sobre la intromisión oportunista de los Estados Unidos en la guerra contra España en 1898, y la ocupación posterior del país, que fue realmente el inicio de la era imperialista de los Estados Unidos, le hicieran reflexionar sobre cuales fueron los acontecimientos históricos de Cuba después de la independencia, como una neocolonia yanqui. Y que quizás pudiera explicarle todo lo ocurrido posteriormente después del triunfo de la Revolución Cubana, en que lo pasado fue sólo un pálido reflejo de lo que los Estados Unidos han hecho y pretendido hacer para destruir a la Revolución que conquistó la definitiva independencia de Cuba el primero de enero de 1959, bajo el liderazgo esclarecido de Fidel Castro.
Ud., en su respuesta, se duele de ese encono de ahora que parece resurgir bajo la tutela de gobernantes indignos, porque no tienen el valor de ser verdaderamente independientes frente a las políticas imperiales de los Estados Unidos,
Creo que serían unas buenas conclusiones para Ud. algunas ideas de nuestro Héroe Nacional José Martí, hijo de español y española:
Nosotros combatimos a España por el derecho natural de rebeldía que tiene todo pueblo contra el conculcador de su libertad, pero no somos enemigos de los españoles. Somos sus hermanos porque de ellos es nuestra religión, nuestra lengua, nuestras costumbres, nuestra sangre.
Mañana que Cuba sea libre, será para los cubanos y españoles, y para todos los hispanoamericanos. El último estampido del cañón en los campos de Cuba, cuando ya flamee al viento la estrella solitaria, sobre todas las almenas de nuestras fortalezas, será el anuncio de una era de paz y concordia con nuestros hermanos, los españoles de Europa.
Pero dijo más José Martí:
A España se le puede amar, y los mismos que sentimos todavía sus latigazos sobre el hígado la queremos bien; pero no por lo que fue ni por lo que violó, ni por lo que ella misma ha echado con generosa indignación abajo, sino por la hermosura de su tierra, carácter sincero y romántico de sus hijos, ardorosa voluntad con que entra ahora en el concierto humano y razones históricas que a todos se alcanzan, y son como aquellas que ligan con los padres ignorantes, descuidados o malos a los hijos buenos.
Debo señalarle, además, que los cubanos tenemos un legado que nunca hemos traicionado, y podemos decir hoy como dijera Martí en su tiempo.
¡Por la libertad del hombre se pelea en Cuba, y hay muchos españoles que aman la libertad! ¡A estos españoles los atacarán otros: yo los ampararé toda mi vida! A los que no saben que esos españoles son otros tantos cubanos, les decimos: !Mienten".
No: con todo el hervor posible y natural de la república de Cuba, el español bueno y útil tendrá menos que temer de la pasión de sus hijos que de la codicia y desdén de los norteamericanos.
Mucho menos tendrán los españoles que temer de los cubanos piadosos que de los norteamericanos arrolladores y rapaces, de los norteamericanos a quienes echan sobre la presa fácil de los pueblos débiles, la codicia y mala distribución de la riqueza, que vienen de su reparto desigual en la tierra propia.
Como comprenderá Ud., ilustre amigo, en esas ideas está sustentada la política interior y exterior de Cuba, de su Revolución, de su gobierno revolucionario, de su pueblo, de sus hombres y mujeres.
Nuestra Revolución, la iniciada el 10 de octubre de 1868, continuada en 1895 y triunfante definitivamente en 1959, se mantiene aún hoy enarbolando los mismos principios, pero profundizados, perfeccionados y universalizados.
Por eso, estimado amigo, hoy los cubanos podemos proclamar ante Europa y ante el mundo, lo expresado por José Martí en el mensaje redactado en los campos de Cuba en armas en 1895 y dirigida a la opinión pública internacional.
Nada piden los cubanos al mundo, sino el conocimiento y respeto de sus sacrificios, y dan al universo su sangre. […]
Y al mundo preguntamos, seguros de la respuesta, si el sacrificio de un pueblo generoso, que se inmola por abrirse a él, hallará indiferente o impía a la humanidad por quien se hace.
Muchos años antes, Martí había analizado las discordias presentes en su siglo, y como visionario, nos legó estas conclusiones que son válidas hoy en el siglo XXI:
Ni uniones de América contra Europa, ni con Europa contra un pueblo de América.
La unión, con el mundo, y no con una parte de él; no con una parte de él, contra otra.
El problema de la unión revive, por siempre la solución urgente y necesaria...
Por eso, a pesar de los pesares, Cuba sigue siendo hoy la misma tierra, heroica y rebelde, pero también consecuentemente amistosa y solidaria. Su pueblo, los cubanos, sabremos resistir años o siglos hasta que imperen la verdad y la justicia en Europa y en el mundo. Sin plan de resistencia no se vence un plan de ataque. Y nosotros, no lo dude Ud. ni nadie, venceremos.
Página enviada por Wilkie Delgado Correa
(27 de abril de 2007)
Dr Wilkie Delgado Correa
Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Medicas de Santiago de Cuba