Cuba

Una identità in movimento

Señores de los bosques. Osain, dueño del monte cubano

Natalia Bolívar Arostegui



Un caluroso día de verano, luego de una ardua jornada de trabajo y disfrutando del descanso merecido, bajo la sombra de una señoril ceiba, varios hombres oían con atención a Ta Pablo quien con voz firme contaba una historia de Okana Iroso, y decía:

Un día Changó estaba paseando por los montes cuando oyó un gemido pidiendo auxilio. Asustado, miró a su alrededor y encontró a un hombre gravemente herido tendido sobre la maleza. El hombre había perdido una pierna, un brazo y sobre el ojo tenía una gran herida que sangraba profusamente.

Changó recogió al hombre y comenzó a curarlo con plantas que encontró en el lugar. Al despertar el hombre preguntó ¿quien eres?, ¿Que haces en el monte?, contestándole éste:

"Yo soy Changó, estaba perdido entre la maleza y no podía encontrar la salida; en ese momento me tropecé con usted que estaba mal herido y quise socorrerlo".

Al oír las palabras de Changó el hombre le dijo:

"Te estoy muy agradecido por todo lo que has hecho. Mi nombre es Osain, soy el dueño del monte y de todas las plantas salvajes, vivo en el bosque y en ocasiones mi refugio es en la copa de los árboles, me he quedado dormido y he caído. Muchos hombres entran en este monte y toman lo que quieren, pero nunca me respetan ni me ayudan. Por lo que has hecho de ahora en lo adelante te protegeré. Haz tus herramientas, tus armas y tus instrumentos de madera, pues la madera me pertenece, además te doy ese güiro mágico donde guardas las medicinas que usaste para curarme, para que todas las mañanas mojes tus dedos con esas hierbas y te hagas la señal de la cruz en tu lengua, pues de esta forma echarás humo y candela por tu boca".

Es por eso que en el oddún Okana Iroso, hay que rendirle moforibale a Changó y a Osain.


Busgosu Señor de los bosques asturianos

Cuenta la leyenda que a principios, en esta bella tierra, sólo existía bosques y pantanos. Sobre los árboles habitaban los "Faunos" en forma de larva a las que luego le salían alas como mariposas nocturnas y que por fin se convertían en hombres parecidos a los Busgosus, con larga cabellera y patas de cabra.


Osain, la vida

En Cuba, Osain es el orisha dueño de la naturaleza, de la vegetación, de todas las hierbas, plantas, flores, matojos, raíces, hojas y es el único conocedor de los secretos de éstas; es la deidad de la Farmacopea, por eso se dice que Osain es médico y botánico por excelencia.

Osain no tiene padre ni madre, surgió de la tierra como las plantas, es un hombrecito que solo tiene una pierna: la derecha, y camina a saltos o cojeando; un solo brazo: el izquierdo, tiene un solo ojo, una oreja grande por la que no oye absolutamente nada y la otra chica, por la que puede escuchar todo, hasta los pasos de los insectos, el andar de las hormigas y el volar de las mariposas. Osain, cuando habla, lo hace bajito y fañoso, fuma tabaco y le gusta el aguardiente, se dice que tiene la desconcertante costumbre de aparecerse a los trasnochadores para pedirles fuego. Es un orisha cazador, casto y célibe. Hay quienes lo tienen como guardián y consultor, y se dice que es tan viejo como Olofi, el Dios Supremo.

Otro orisha de importancia en la botánica es Aroni cuyo culto ha perdido popularidad en Cuba, pues de sus secretos y misterios poco se conoce. Se dice que Aroni es el esclavo de Osain. Era descrito como un duende con cabeza y cola de perro y con una sola pata. Se le acredita tanto benevolencia como malevolencia. Infundía espanto, pero quizás, por eso mismo, le tomaban inmediatamente cariño las personas de corazón valeroso, pues es el gran admirador del coraje y a los valientes les enseñaba los poderes secretos de las plantas. Por el contrario, Aroni odia a las personas cobardes y devora a aquellos que huyen de él.

Es considerado por los Arará de Matanzas como uno de los 3 animales sobrenaturales: Kiama, Kolofo y Aroni.

Por su parte, Busgosu es el genio guardián de la naturaleza, de carácter protector y de primitiva inocencia. Busgosu es una especie de fauno, con cuerpo mitad humano, mitad caprino, con enormes cuernos, que vive en la espesura de los bosques. En Asturias se dice que Busgosu molesta a los cazadores y leñadores; y en ocasiones los persigue hasta que éstos sufren algún accidente, pues su responsabilidad es proteger la naturaleza, pues sin ella no hay medicina, no hay esperanza, no hay magia, no hay vida.


El Oluosain o yerbero

En Cuba, en la Regla de Ocha o Santería y en Ifá, se conoce por Oluosain u Osainistas al conocedor de los misterios del monte, quien atesora celosamente los secretos de las plantas.

El hecho de que alguien sea osainista no quiere decir que Osain sea el Ángel de su Guarda, basta con estar iniciados en estas religiones y conocer ampliamente la botánica, la fauna y las propiedades misticas de éstos, así como el gran número de rezos e invocaciones propios de cada uno de ellos.

El osainista tiene que conocer profundamente el monte. Esto no solo exige el dominio de las propiedades curativas de las plantas silvestres, sino inclusive, el de las características de su personalidad, concebida de manera animista y antropomórfica.

También debe saber el tributo que exige Osain para que las plantas recogidas no pierdan su virtud o aché, por eso los Osainistas le rinden tributo ofreciéndole aguardiente, tabaco, maíz y unas monedas, además le solicitan su consentimiento y le explican claramente los motivos de su visita.

Tata Gaytán, uno de nuestros más respetables Osainista contaba:

Los árboles tienen sus mayores fuerzas y buenas virtudes al romper la aurora, en la madrugada, antes que despierte el Sol (Olorun). De noche, el monte duerme como cristiano y no debemos despertarlo, porque la yerba descansa y si se arranca de noche no hace efecto y no cumple su objetivo.

Entre los grandes Osainistas cubanos podemos nombrar a: Tata Gaitán — Oggunda Fun, Facundo Sevilla — Oggunda Melli, Ta Pablo Alfonso — Otura Bara, Jacinto Fernández Agramonte — Kaindé, José de Calazán Herrera — Bangoché, Miguel Febles — Oddi Ka, José Carmen Batista — Ogbe Weñe, Guillermo Castro — Ogbe Che, Bonifacio Valdés — Ogbe Weñe, Francisco Añabí, Aniceto Abreu, José Atandá, Gabino, Federico y Catalino Murillo.


Las hierbas y sus propiedades

Las hierbas son símbolo de todo lo curativo y revivificante. Para los cristianos las hierbas medicinales debían su eficacia al hecho de haber sido halladas por primera vez sobre el monte del Calvario, para otros religiosos, las hierbas debían sus virtudes y propiedades curativas a que los dioses la habían descubierto por primera vez[1].

Para el religioso cubano de origen africano:

El monte es sagrado. Los santos están más en el Monte que en el Cielo[2].

En su conocido libro "El Monte", la antropóloga cubana Lydia Cabrera recoge la opinión de Sandoval, uno de los más prestigiosos osainistas cubanos:

Somos hijos del monte porque la vida empezó allí, los santos nacen del monte y nuestra religión también nace del Monte... Nosotros los negros vamos al Monte como si fuésemos a una iglesia.

En los montes cubanos, como en las selvas africanas, habitan las mismas deidades y los mismos espíritus poderosos y cada hierba o árbol es regido por una o varias deidades. <>A continuación les brindaremos algunas plantas

Artemisa: (Artemisia vulgaris, L.):
Su nombre está dedicado a la diosa Artemisa.
En Cuba popularmente le rezan a la Artemisa la siguiente plegaria:

Alta tú eres,
Y como alta eres,
Dame tus poderes.
Misa se dice
Te tengo en mi altar
Para que me liberes de todo mal.

Para los esclavos y sus descendientes, los orishas dueños de esta planta son: Osain, Obatalá (orisha dueño de las cabezas) y San Lázaro (protector contra las enfermedades)
La Artemisa era usada desde el siglo XVIII por los religiosos seguidores de la Regla de Ocha o Santería y los de las Reglas de Palo Monte. Entre sus propiedades se encuentran la de: estimulante, tónica, antiespamódica y antiparasitaria. Su raíz y ramas eran usadas en despojos contra las malas influencias y también en fricciones para combatir el reumatismo y en muchos casos para bajar las fiebres contagiosas. Con la Artemisa elaboran un cocimiento para tomar como agua común el cual alivia los dolores causados por el ataque de apendicitis. En las viejas libretas de santeros encontramos anotado que el jugo extraído de su raíz, ligado con buen vino es un medicamento muy eficaz para las personas que padecen del corazón.
La tradición oral cuenta que la Artemisa es usada para espantar el miedo y así lo narra un viejo adepto:

Cuando alguien tiene que cumplir un encargo riesgoso o un deber que le atemoriza, como vestir a un muerto, o sencillamente atravesar las tapias del cementerio de noche, se colocan unas hojas de Artemisa sobre el pecho y éstas lo envalentonan.

Como en Cuba, la Artemisa en Asturias es conocida popularmente como emenagoga y abortiva.
En las Reglas de Palo se le llama a la Artemisa: Dioké y en la Regla de Ocha o Santería: Liniddi

Ajo: (Allium sativum, L.)
Etimológicamente, el nombre genérico viene del celta All, "calor", aludiendo a las propiedades del ajo.
En Cuba popularmente le rezan al Ajo la siguiente oración[3]:

Milagroso ajo, que fuiste puesto en el monte Calvario
Donde Jesús murió para darte la luz eterna y librarnos de todo mal
Líbrame de cárceles y demonio, cuando mis enemigos
Intenten matarme o herirme
Que sus ojos no me vean,
Que sus pies no me alcancen
Que sus manos no me agarren
Que las armas de fuego no me disparen
Que los cuchillos se desvíen
Que el mal no me persiga
Ajo de la bondad, retírame envidias, enemigos
Asegúrame el cariño de los que me rodean
Ayúdame en mi soledad
Así Sea.

A Trinidad, pueblo azucarero cubano situado en la región central del país, arribaron una gran cantidad de esclavos de origen congo durante el siglo XIX. Cuenta la leyenda que por entonces corría de boca en boca, que las hechiceras practicantes de la Reglas de Palo se ponían un ajo debajo del brazo y salían volando, tocando un tamborcito para anunciar su presencia en las fiestas o bembés que se celebraban en las montañas cercanas.
Antiguamente su infusión se empleó en Cuba contra el Cólera, la sarna, la tiña y los cayos. Las jóvenes cubanas que conocen los secretos del Ajo, lo llevan atravesado por un ganchillo y escondido entre sus cabellos, pues con ello evitan el Mal de Ojos.
Para los canarios, como en Cuba, la ristra de ajo tiene la virtud de acabar con todo lo malo y para que no falte el dinero en la casa "se queman cáscaras de ajo en las hornillas de la cocina".
En Asturias se emplea como antiséptico, diurético y vermífugo
Dicen los viejos descendientes de esclavos: "El ajo es cura-todo".
Podemos resumir que el ajo es diurético, expectorante en cataplasmas, desinfectante en sahumerios y muy bueno contra los parásitos y según un viejo osainista

Evita la congestión cerebral, hace desaparecer las palpitaciones y su jugo se utiliza contra el dolor de las picadas de alacranes.

El Ajo es empleado por los practicantes de las Reglas de Palo para domesticar a los majás, guardianes de sus prendas o ngangas.
Sus nombres en la Regla de Palo son: Ndundo, Kualango, Dianputo, entre otros y en la Regla de Ocha los santeros la chiquean en lengua Yoruba llamándola Jokojo Eweco.

Ruda: (Ruta chalepensis, L.)
En su libro "Plantas Medicinales y Venenosas", los autores Matías Mayor y Angel Álvarez, apuntan:

La Ruda es una de las plantas medicinales más conocidas desde tiempos inmemoriales, y pocas las enfermedades que no se curaban con ella. Por su fama de antiafrodisíaco era recomendada a los religiosos, que solían plantarla en los claustro de sus monasterios.

En Cuba, el pueblo le atribuye propiedades maravillosas para alejar las malas influencias. Es muy recomendable tener sembrado en los jardines una mata de Ruda, pues no permite que entren a la casa espíritus malignos. Se recomienda no darle a nadie una hoja de Ruda ni tocarla la mata en días viernes.
La Ruda es una planta mediterránea. En Cuba se emplea como tónico del útero y abortivo, es estimulante de los intestinos y de los órganos genitales, y además es muy eficaz para aliviar los dolores de oídos
La Ruda es el peor enemigo de los practicantes de las Reglas de Palo, pues los viejos decían: "Mata que mata brujo".
En la Regla de Ocha o Santería se conoce con el nombre de Atopá Kun y su dueño es Changó.

Romero: (Rosmarinus officinalis, L.)

Romero bendito
De Dios consagrado
Que fuiste nacido
Y no sembrado.
Por la virtud
Que Dios te ha dado
Haz que entre lo bueno
Y salga lo malo.

Su nombre científico Rosmarinus significa "Rosa de Mar". Su dueña es Yemayá, Madre Universal, dueña del mar; aunque otros santeros lo colocan como ofrecimiento a Babalú Ayé, orisha protector de las enfermedades.
A las mujeres embarazadas, a la hora de gestar, se les suministra un cocimiento de Romero para aliviar los dolores del parto, mientras se lee la oración de San Ramón.
Algunos santeros opinan que el Romero posee en su aroma una virtud que no debe revelarse.
En Cuba se utiliza el Romero, en fricciones con alcohol, contra el reumatismo y el dolor de cabeza. Es eficaz contra el asma, la gripe y cualquier afección del sistema nervioso. En maceración con Ginebra se le estima como un gran remedio contra el insomnio.
Como cosmético, el zumo del Romero es empleado contra la caída del cabello y como embellecedor de éste pues le da un color negro intenso y brillante.
En la Regla de Ocha le llaman Ewe Re y en la Sociedad Secreta Abakuá es conocido con el nombre de Ifán Mkere.
En Asturias las hojas cuentan con numerosas aplicaciones, usándose como estimulante nervioso, colagogo y emenagogo, pero en cantidades elevadas puede irritar el aparato digestivo y los riñones. También las hojas reducidas a polvo y mezcladas con aceite se utilizan como vulnerarias. Sus ramitas floridas, el día de Ramos (Semana Santa) se llevan a las iglesias juntamente con el laurel formando ramos, lo más hermosos posibles

Maiz: (Zea mays, L.)

Este humo es mío,
Es el humo blanco
Estas flores son mías, blancas,
Porque la luna es blanca
Porque es maíz es blanco:
Es candela blanca, El maíz
Y es humo
Ahora te estoy encantando, pero no me ves
Porque mi vestido es blanco
Y el maíz es candela blanca.

El maíz es una de las plantas más antiguas producidas por los indios de la América, y su uso fue integrado como alimento a los esclavos que le dieron la parte mágica de esta planta.
La tradición oral cuenta que había un hombre llamado Ikú (la muerte) que era muy pero muy egoísta. Entre sus riquezas estaban plantaciones de maíz, la que amontonaba en lomas. Un día Tere, el ratón se encontraba escuálido de hambre y le suplicó a Ikú que le regalara unos granos, diciéndole: "Hoy yo no he comido" (emi oyeun lo omi). A lo que Ikú, con voz gangosa le contestó: "Pues yo comí" (Emi koye Emikoye). Dando media vuelta sin darle siquiera un grano de maíz.
Olobó, el gato que estaba en la misma situación de hambre que Tere, alargó sus patas para suplicarle a Ikú y éste se rió.
Pero Elegguá que todo lo ve, irrumpió con fuerzas y tumbó al suelo a Ikú, derramando así la pila de maíz y salvando del hambre a los necesitados. Por eso la tradición popular le ofrece a Elegguá, orisha dueño de los destinos, granos de maíz tostados para que ayude a desenvolvimiento del hombre.
La etnologa cubana Lydia Cabrera dice en su monumental obra "El Monte":

Si el maíz nace espontáneamente en el patio o jardín de alguna casa, o brota entre las juntas de dos baldosas, quienes la habitan no tardan en experimentar los efectos de una prosperidad inesperada.

El maíz pertenece a todos los orishas, pero se les ofrece principalmente a: Babalú Ayé para alejar las enfermedades, Elegguá (dueño de los destinos), Oggún (dueño de los minerales), Ochosi (de la injusticia), Ochún (del amor), Yemayá (de las aguas), Obatalá (de las cabezas) y a los Ibeyis (los mellizos divinos).
En la Regla de Ocha o Santería se conoce al maíz como Agguado y en Palo lo llaman Masango.
Cuenta la tradición que el primero en moler maíz fue Changó, dios del trueno, pués cuando llegó a Cuba lo encontró en los montes. En las fiestas que se le celebra a los orishas, se prepara un especie de pan llamado Akará.
Se pone el maíz en remojo toda una noche, se muele muy bien y al día siguiente se cuela y se cose a Baño de María, quedando como resultado una masa suave a la cual le dan forma de pan y la colocan sobre hojas de plátano y la ponen a secar al sol. Con este mismo procedimiento, pero agregándole agua fría y endulzada con azúcar, los santeros confeccionan un delicioso manjar llamado Ekó. Otra deliciosa bebida confeccionada con maíz es el llamado Cheketé, el cual se prepara con maíz tostado, agua, naranja agria y melao de caña. Este refresco es muy apetecido en estas fiestas.
En Asturias los estigmas son apreciados en farmacia por sus propiedades diuréticas.

Laurel: (Ficus nitida, Thumb. y Laurus nobilis, L.).
El nombre vulgar del laurel es utilizado en Cuba para referirse a dos plantas distintas, una es el Ficus nitida Thumb., denominado laurel de la India y el otro es el Laurus nobilis conocido como laurel de España.
Las ofrendas y obras que se hacen al pie de su tronco y bajo su acogedora sombra son ejecutadas por los espíritus y los muertos que viven en ella.
Este árbol pertenece a los cuatro puntos cardinales. Su sombra tiene poderes mágicos y si se toca trasmite energías positivas.
Sus hojas y raíz hervidas son una bebida purificadora.
En las Reglas de Palo le llaman al Laurel Ocereke y con él se lavan los ojos del neófito para hacerlo clarividente. Los buenos mayomberos dicen: "debajo del laurel, yo tengo mi confianza", que quiere decir: cualquier obra que se haga en las raíces del laurel, dará siempre resultado. Algunos padres y madres, los más viejos, le ponen entre sus raíces un pedazo de espejo, el vititi, y con ellos y a su sagrada sombra vaticinan el futuro, pasado y presente de una persona. Antiguamente, cuando se rayaba a un padre, éste dormía bajo el laurel, durante siete días. Esto no sólo era una prueba sino que la persona recibía también todo el poder de fuerzas concentradas en este árbol mágico.

Ta Ceferino, gran padre Nganga de las Reglas de Palo decía:

El Laurel está tupido de espíritus, hay tantos y tan fuertes santos grandes, como el árbol sagrado de la Ceiba. Tiene tantos misterios y derechos, es muy poderoso. Allí los fumbis — espíritus de los muertos — se aglomeran.

En la Regla de Ocha se conoce con el nombre de Igginile ifiri y es uno de las árboles más venerados y respetado, pues en su tronco vive Obakoso, Changó, rey de Koso. Con su raíz, los santeros preparan una especie de licor que devuelve energías a los organismos débiles por diversas enfermedades.
Cuenta un antiguo pattakí que en la copa del laurel y acompañado con los demás orishas se encontraba charlando un atardecer Changó, dueño absoluto de este frondoso árbol. De pronto ve que un hombre se le acerca, sigiloso, quejumbroso por su constante adoración a sus veneradas deidades y que, así y todo, cumpliendo con ellas, lo habían traicionado y había quedado ciego.
Changó pidió silencio y se puso a escuchar todo lo que el buen hombre tenía que decir:

¡Ay Baba, ay Yemayá, ay Ochún, ay Changó, que todo lo puedes, ay Elegguá que olvidaste ese día velar por tu hijo, ay Egguns y Ayés, ay todos! ¿Por qué me han quitado la vista?

Changó, dirigiéndose a Orula, le pidió que sacara su tablero para investigar en qué había fallado ese pobre hombre, mientras que Yemayá y Ochún le susurraban un canto al oído para calmarlo y adormecerlo.
Orula moyugbó a los cuatro puntos cardinales e hizo un rezo especial a Babá. Le vino el oddún Oché Meyi, y no entendió por qué le había atacado los ojos. Despertaron al hombre y le explicaron lo que habían hecho mientras él dormía, ya que todos ellos lo querían ayudar. El hombre, al conocer quienes estaban delante, se tiró en la tierra besándola y pidiéndoles la bendición. Muy triste confesó que había pecado, esclavizándose a los placeres de la tierra aunque no quería reconocerlo, y pidió humildemente el perdón.
Este hombre que se tiraba ante los orishas era Babalú Ayé, que no sólo había perdido la vista sino que estaba cubierto de llagas. Los awós (sabios) de la tierra donde vivía lo habían botado y él, en su desespero había perdido la noción de todo.
Changó no lo había reconocido; al conocer la desobediencia, le pidió a Oggún — que como sabemos es un gran brujo —, y a Osain, que con las hojas y las raíces del laurel hicieran un cocimiento, que se lo fueran frotando suavemente en los ojos, hasta que él llamara a la lluvia para que limpiara con su agua purificadora todo lo malo que había hecho Babalú y de lo cual ya estaba arrepentido. Vino un gran aguacero y Babalú se fue depurando.
De pronto salió el sol y vio la vegetación, el majestuoso laurel, a los orishas y a su hermano Changó, con el cual se abrazó y juntos lloraron de felicidad. Por eso en el laurel se pide y los orishas, atentos a sus hijos, los ayudan a desenvolverse. El laurel es milagroso y mágico...
En Cuba se utiliza contra el reumatismo, la parálisis y la sarna, como también para activar la digestión. Antiguamente se utilizaba para embalsamar cadáveres.
En Asturias, las hojas y los frutos contienen esencia. De los frutos se prepara la manteca del laurel que se utiliza como parasiticida y antireumática en uso externo, sobre todo en veterinaria.


Sagrados arboles legendarios

El escritor e investigador Ignacio Abella, autor del libro "Magia de los Arboles" describe:

El árbol se toma su tiempo para vivir. Bebe la vida en tragos cortos, la saborea solemne y pausadamente... Su larga y sosegada vida los hace sabios y así representan la imagen y la garantía de estabilidad para el medio. No en vano son además nuestros hermanos más altos y, los más profundos, siempre auscultando la tierra con sus raíces infinitas.

El árbol es la imagen perfecta del centro sagrado, del eje central... Se encuentra en la esencia de la vida, entre la materia y el espíritu, entre Dios y los hombres.

La Ceiba no crece solo
Porque han querido sembrarla
Como una mata cualquiera
Sin religión y sin nada.
Se toca tambor de fiesta
Cuando van a bautizarla,
Hay remandingo de gallos
Y de galletas que bailan.
Pues la Ceiba es medicina
Para el cuerpo y para el alma
Y su cofia de enfermera
También cuida a la nostalgia.
...La Ceiba suda milagros
que se parecen al agua
con la que lava espejitos
y sabandijas de magias...

La ceiba, Iroko, árbol sagrado tanto para negros como para blancos y chinos, la adoramos todos los cubanos; es trono, habitáculo de orishas[4], egguns[5], antepasados negros y blancos; es un árbol con personalidad propia como la palma, tan llena de misterios y leyendas en nuestra isla del Caribe.

A cualquier hombre o mujer que se le pregunte contestará al unísono que han aprendido a respetarla y amarla, pues es sagrada, intocable. El que a sabiendas siembra una ceiba contrae una unión misteriosa con ella, como un matrimonio de por vida, un lazo místico de ofrendas y oraciones. Cuando se realiza esta operación, que debe ser antes de las 12 del día, de inmediato se le da una fiesta, con tambor, rezos, bailes y ofrendas para fortalecerla. De ella dependerá nuestra suerte, salud y desenvolvimiento en la vida. En las copas de este árbol frondoso y vigoroso viven orishas, egguns, todo el Ará-Onu[6] en perfecta armonía y no se puede tocar sin antes hacerle ebbó[7]; no hay temporal, ni huracán, ni ciclón, ni rayos que toquen a este sagrado árbol, es árbol de Olofi[8], Olorun[9], Oloddumare[10] y de Obbatalá[11]; en algunas prestigiosas casas de santo, lo identifican con un camino de Obbatalá: Ochanlá.

Los negros de ascendencia conga llaman a la ceiba Munanso Nsambi (árbol casa de Dios); Nkunia Lembán, Nkunia Mabúngu, Nanguem Ngandu, Naribe, Sánda, Nfumbe y Fumbe. Los negros de procedencia yoruba le llaman Arabbá, Iroke, Eluwere y Asabá; también Iggi-Olorun (árbol de Dios). Su nombre en fon es Loko. Su nombre en Haití es Papa Loko.

El Fresno es llamado por los celtas Iggdrasill. Para ellos es el mismo Odin que contiene todas las fuerzas del Universo. Sus ramas sostienen el cielo y las estrellas son sus frutos. El Fresno tiene 3 grandes y potentes raíces: la primera se hunde en las profundidades del Aseir (el mundo subterráneo de los dioses y toma de Urd, la fuente sagrada, la inmortalidad) en esta raíz habitan las hilanderas del destino, las que le mantienen el vigor al Fresno. La segunda raíz se hunde en el país de los hielos, bebiendo de la fuente que da origen a todas las aguas del mundo. Lugar donde habitan el dragón, la gran serpiente y el aguila. Es esta la región de los muertos, de los ancestros. La tercera raíz es Mimir, fuente donde se hunden las raíces en busca de la memoria y sabiduría. Región de los gigantes de hielo, precursores de la raza humana.

De estas tres raíces brota el corazón de la tierra, y de su tronco se hace el habitáculo de los hombres. Sus ramas poderosas se elevan desde la tierra hacia el reino celeste de los dioses, mientras, en lo más elevado, el águila con su sapiencia desafía al dragón vigilando la seguridad de los dioses del acecho de los gigantes.

En Cuba, cuenta los ancianos el pattakí que en los principios del mundo, el cielo y la tierra tuvieron una discusión. La tierra argumentaba que era más vieja y poderosa que su hermano el cielo: "Yo soy la base de todo, sin mí el cielo se desmoronaría, porque no tendría ningún apoyo. Yo creé todas las cosas vivientes, las alimento y la mantengo. Soy la dueña de todo. Todo se origina en mí, y todo regresa a mí. Mi poder no conoce límites."

El rey sol, Oba Olorun[12] no respondió, pero hizo una señal al cielo para que se mostrara severo y amenazante. "Aprende tu lección", dijo el cielo mientras se alejaba. "Tu castigo será tan grande como tu arrogante orgullo".

Iroko, la ceiba, preocupada, comenzó a meditar en medio del gran silencio que siguió al alejamiento del cielo. Iroko tenía sus raíces hundidas en las entrañas de la tierra, mientras que sus ramas se extendían en lo profundo del cielo. Iroko comprendió que había desaparecido la armonía y que el mundo conocería la desgracia. Porque hasta ese momento, el cielo había velado sobre la tierra para que el calor y el frío tuvieran efectos benévolos sobre las criaturas del mundo. La vida era feliz y la muerte venía sin dolor. Todo pertenecía a todos y nadie tenía que gobernar, conquistar, ni reclamar posiciones. Pero la enemistad del cielo lo cambió todo. No llovía y un sol implacable lo calcinaba todo. Llegó el tiempo de los sufrimientos y la fealdad apareció sobre la tierra.

Una noche, la angustia y el miedo hicieron su aparición. Luego llegaron todas las desgracias: toda la vegetación desapareció y sólo Iroko permaneció verde y saludable porque, desde tiempo inmemorial, había reverenciado al cielo. Iroko les daba instrucciones a aquéllos que podían penetrar al secreto que estaba en sus raíces. Entonces éstos reconocieron la magnitud de la ofensa y se humillaron y purificaron a los pies de la ceiba haciendo ruegos y sacrificios al cielo. Muchos mensajeros fueron enviados al cielo, pero ninguno pudo llegar a él. Sólo el Aura Tiñosa, Ará-Kolé[13] consiguió trasmitir las súplicas de los hombres a lo alto. El cielo se conmovió y grandes lluvias descendieron sobre la tierra. Lo que quedaba vivo en ella se salvó gracias al refugio que les ofreció Iroko. Luego volvió a reverdecer, aunque nunca regresaron los días felices del principio del mundo. El cielo ya no era enemigo, pero permaneció indiferente. Iroko salvó a la tierra y si la vida no es más feliz, la culpa hay que echársela al orgullo.

La tiñosa sin un techo
abre sus alas mojadas
en un muñón de la ceiba
y el sol accede a secarlas.
Y vuelve a andar vagabunda
Como la lechuza rara
Hasta el próximo aguacero
Cuando la Ceiba la ampara...

Por su parte Odín, dios supremo, padre de todos, creador de los hombre, señor del cielo y de la tierra, quién otorga la victoria en el combate dijo:

Soy poeta y vidente, soy dios de los muertos y de la agricultura. Para descubrir la sabiduría de las runas agoreras, me sacrifique a mi mismo. Yo peregrinaba constantemente en busca de la sabiduría, visité al gigante Mimir que vivía en la fuente del saber y le pedí un trago; pero él enaltecido me exigió un ojo a cambio y desde entonces, soy tuerto. Cabalgo sobre los vientos en mi caballo blanco que vuela en el traslucido azul lila de mi imaginación, transformado en un anciano bondadoso de luengas barbas blancas, cubierto con un sombrero de anchas alas y un bello manto recamado en piedras preciosas que destellan en multicolores luceros del atardecer. Pero cuando se guerrea me visto de yelmo y coraza de oro, y cabalgo en mi corcel moro de 8 patas llamado Sleinir, llevando en mi mano una lanza hechizada por la magia de los gnomos.

Y a la sombra del árbol Iggdrasill, el Fresno, árbol cósmico, foco del poder sagrado, centro de coherencia; el que sustenta la fabrica del universo; desde su tronco se oyó la voz intemporal, hueca en su propia profundidad, que clama:

Salve Tyr: dios de una sola mano, el más audaz y valiente de todos los dioses, el que brinca las victorias en las batallas.

"Salve Balder: el más hermoso y sabio de los dioses. Dios muerto y resucitado de la vegetación".

Y todos en la riqueza espiritual de la Walalla, con las walkirias de trenzas doradas como las lianas de arboles mitológicos escuchando el sonido metálico de yelmos y espadas recibieron a Thor y a Odin en su cielo de nubes aceradas clamando:

A Odin marchan
Los condes muertos en la batalla
Pero Thor posee la tribu de esclavos.
Y dice el libro de la Edda:
Se que pendí del árbol que movía el viento,
durante nueve noches: herido de lanza,
sacrificado a Odin, yo mismo a mi mismo;
sobre el árbol de raíces desconocidas.
No me dieron un cuerno para beber,
no me dieron pan. Miré hacia abajo, recogí las runas...

De todos es conocido el poder curativo de algunas plantas, pero ahora hablaremos de la Ceiba y del Fresno, arboles sagrados.

El Fresno en Cuba (Fraxinus americana, L.) posee propiedades místicas, es diurético y sudoríficas. Es una planta nativa de México donde crece espontáneamente en todo el este del país hasta Texas. En Asturias al Fraxinus excelsior L., se le atribuye la virtud de curar las mordeduras de las serpientes. y también,se utilizan las hojas como laxantes y diuréticas, alivian la gota y el reumatismo; la corteza es aperitiva tónica y expectorante, entre otras virtudes.

Por su parte, la ceiba (Ceiba pentandra, voz taína). Sobre ella Lydia Cabrera nos dice:

... es un árbol sagrado, y la corteza de sus raíces es diurética y sirve de aperitivo a los débiles e inapetentes. Es diurética y emética la corteza del tronco. Las flores, emolientes, y nada mejor para las bubas que su cocimiento. La espina es eficaz depurativo.

Un curandero de 60 años, en Camagüey, le contó al investigador cubano José Seoane Gallo, en su libro "El Folclor médico de Cuba", que:

Para evitar todas las molestias próximas al parto, se busca cáscara de Ceiba de la parte del tronco que da para el lado que sale el sol, se hierve en bastante agua y se dan baños de asiento con ellas. Este remedio está comprobado... Yo me entere de él en una sesión de santería... fui a preguntárselo a una santera amiga mía a quién le baja el espíritu de un antiguo curandero africano del congo, que fue traído a Cuba como esclavo hace más de dos siglos...

Algunos dicen que para lograr un hijo hay que hacer rogación al pie de Iroko, pedírselo todos los años y, si lo concede, se debe cumplir con sus ofrendas. Pero hay que hacerlo, porque Iroko castiga implacablemente al que se olvida de la gracia concedida.

Allá en la Fraternidad,
Plaza de amor y distancia,
Hay una Ceiba que cuida
Los ángeles de la Habana...
...Flota por una neblina
— champola de madrugada —
la Ceiba, Cuba, la Madre
que duele por mi nostalgia.





    Notas

      1. "Diccionario de los símbolos", Editorial Herder, Jean Chevalier y Alain Gheerbrant, Barcelona, 1995.
      2. Lydia Cabrera. "El Monte", Colección Chicherekú, Miami, 1992.
      3. Zayda del Río.
      4. Deidad.
      5. Espíritus.
      6. Elevación máxima de los espíritus.
      7. Ceremonias de ofrenda, sacrificio o de purificación.
      8. Dios Supremo.
      9. El Sol.
      10. El Universo con todos sus elementos, es lo indescifrable.
      11. Orisha o deidad creador de la tierra y escultor del ser humano.
      12. Rey del Sol.
      13. Aura Tiñosa.




    Bibliografia

      • Ignacio Abella, "La magia de los árboles", Editorial Integral, 1997.
      • Natalia Bolívar, "Cuba: Imágenes y Relatos de un mundo Mágico", Ediciones Unión, 1997.
      • Natalia Bolívar, "Los Orishas en Cuba", PM Ediciones, La Habana, Cuba, 1994.
      • Lydia Cabrera, "El Monte", Ediciones Universal, Miami, Florida, 1992.
      • Matías Mayor & Ángel Álvarez, "Plantas medicinales y venenosas de Asturias, Cantabria, Galicia, León y País Vasco", Editorial Ayalga, Salinas, Asturias, 1980.
      • José Seoane Gallo, "El Folklore médico de Cuba", Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1987.
      • Pura del Prado, "Color de Orishas", Poema Blanquiazul, Editorial Campos, Barcelona, España, 1972.




    Conferencia impartida en el Real Instituto de Estudios Asturianos en el año 2000 y editada en el "Boletín" del dicho Instituto (R.I.D.E.A.)

    Página enviada por el profesor Matías Mayor


Cuba. Una identità in movimento

Webmaster: Carlo Nobili — Antropologo americanista, Roma, Italia

© 2000-2009 Tutti i diritti riservati — Derechos reservados

Statistiche - Estadisticas