Cuba

Una identità in movimento

Martí: Mayor General del Ejército Libertador

Raúl Castillo Rolo



En las primeras referencias de José Martí y Pérez, acerca de lo ocurrido luego de su desembarco en las costas del sur de Oriente, en Cuba, el 11 de abril de 1895, están las crónicas de la guerra que, como periodista, corresponsal de Patria, hizo el Delegado del Partido Revolucionario Cubano.

Las cartas a Benjamín Guerra y Gonzalo de Quesada nos posibilitan ahora, a 49 años del natalicio del Apóstol y a 107 de su caída en combate en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895, conocer detalles de los sentimientos que lo hacían feliz.

"Al caer la tarde — les dice — vi bajar hacia la cañada al General Gómez, seguido de los jefes, y me hicieron seña de que me quedase lejos. Me quedé mohíno, creyendo que iban a concertar algún peligro en que me dejarían atrás. A poco sube, llamándome, Ángel Guerra, con el rostro feliz. Era que Gómez, como General en Jefe, había acordado, en consejo de jefes, a la vez que reconocerme en la guerra como Delegado del Partido Revolucionario Cubano, nombrarme, en atención a mis servicios y a la opinión unánime que lo rodea, Mayor General del Ejército Libertador. ¡De un abrazo, igualaban mi pobre vida a la de sus diez años!".

Martí insiste, una y otra vez, en la necesidad de organizar el envío de armas hacia Cuba. A su vez, deja definida su posición de luchar para tener en el menor tiempo posible el Gobierno de la República en Armas, y para lo cual prepara

"... la Asamblea de Delegados de todo el pueblo cubano visible, para elegir el gobierno adecuado a las condiciones nacientes y expansivas de la revolución".

Y escribe el Maestro una crónica que nos deja palpar la realidad de los campos de Cuba:

"Doblado a la faena, ni para pasear el campamento una vez he tenido lugar, y junto no lo he visto sino en la marcha de la victoria, o ayer, cuando a sol pleno, se le llamó a oír lista de empleos, y a que le hablásemos: pero es como bálsamo y espíritu, o palmas de mano, lo que siento alrededor de mí".

Continúa Martí:

"Ni se nota divorcio de mentes, ni agrio de almas, ni goce nunca de tanta paz y dicha. Ahora, a vivo mediodía, los pájaros cantan, los ayudantes discuten planes y calculan fuerzas en el colgadizo; al pie de un anoncillo, que se ve por el sol de mi puerta, sentados en piedras o echados de bruces, habla un grupo, de rifle y canana, sobre balas y heridas".

El Apóstol vive con intensidad estos días en los campos libres de la Patria, junto a los humildes, a los que sonríen a su paso y se quitan el sombrero mambí, le dicen Presidente o General, saben que tienen allí un amigo. La intensidad de su labor rápida esos días abarca todo el tiempo posible y deja poco al descanso. Ordena ideas y acciones, escribe sin escatimar horas, carga las cápsulas y el arma, monta, cuando es necesario montar.

Sobre el tablón de palma, Martí, el corresponsal de guerra de "Patria". Los sucesos cotidianos tienen acogida en sus escritos, no pierde detalle, profundiza en los valores y la necesidad de organizar bajo un principio: la unidad de las fuerzas revolucionarias. De ahí que, junto a la batalla contra el enemigo y los traidores, está la batalla de ideas, que para él pueden más que cualquier trinchera.


Fuente: http://www.5septiembre.cu/


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