Cuba

Una identità in movimento


Tres poemas de Marié Rojas Tamayo dedicados a los ángeles

Marié Rojas Tamayo


      DIFERENCIAS IRRECONCILIABLES

      Cuando un ángel llora
      No amanece.
      Cuando un ángel sufre
      Caen estrellas.
      Cuando un ángel sueña
      Reconfigura el firmamento,
      Dibuja nuevas constelaciones
      Borrando de nuestras mentes
      Presagios, cartas astrales
      Y zodiacos anteriores.
      Cuando un ángel ríe
      Estallan auroras boreales,
      Nacen arco iris...

      Cuando un humano
      Ríe,
      Sueña, sufre,
      Llora, se desgarra,
      No queda otra huella
      Que la inasible memoria
      A ser borrada con su muerte.


      ÁNGEL TRISTE

      Ángel de carita sucia
      Que devoras un trozo de pan
      Mientras miras al mundo, temerosa,
      De que esta dicha también te sea arrebatada.

      Conozco tu deambular en las calles
      A solas, fugaz compañera de la luna,
      Presa fácil de los depredadores
      Protegida por las sombras que te acogen en sus brazos.

      Sé de tus lágrimas, tu hambre y tus temores,
      De la ausencia de besos,
      De la falta de todo,
      Menos, tal vez, de pesadillas.

      Hundiendo los pies en el barro,
      Sueñas con Jauja,
      Con Nunca Jamás,
      Con la Tierra de las Maravillas.

      Mas no hay para ti alfombra voladora,
      Ni viajes a través del espejo,
      Ni siquiera habrá
      Juguetes bajo la almohada cuando caigan tus dientes.

      No te rescatará de las fauces de la bestia
      Un príncipe azul, escoltado por un hada,
      Quizás ignores el nombre de tus sueños
      A ti nadie te lee cuentos.

      Si pudiera, ángel triste,
      Llevarte donde voy,
      Si con un solo verso
      Lograra regalarte una sonrisa...


      EL BESO DEL ÁNGEL

      Ignoro por qué magia del destino
      Me vi, ayer, de pronto,
      Flotando sobre el mundo.

      Inundada de cielo infinito,
      De monte totalitario,
      De la pureza del mar en calma,
      Lloré, regresando a la inocencia.

      En medio de un Renacer
      Sin edad, rostro o fortuna,
      Sentí crecer en mis espaldas,
      Aquel par de alas que presté un día
      O que quizás dejé olvidadas.

      Retornando ahora,
      Para recordarme que allí,
      Donde el mar acaricia
      Los pies desnudos de la Tierra.

      Una vez,
      Hace tiempo,
      Fui besada por un ángel.






Página enviada por Marié Rojas Tamayo
(2 de octubre del 2006)


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