Cuba

Una identità in movimento

Mariana Grajales

Armando Hart Dávalos



Mariana Grajales Coello, La madre de los MaceoDe Mariana Grajales escribió José Martí bellísimas y conmovedoras páginas. De La madre de los Maceo escrito poco después de su muerte es el siguiente el párrafo:

"¿Qué había en esa mujer, qué epopeya y misterio había en esa humilde mujer, qué santidad y unción hubo en su seno de madre, qué decoro y grandeza hubo en su sencilla vida, que cuando se escribe de ella es como de la raíz del alma, con suavidad de hijo, y como de entrañable afecto? Así queda en la historia, sonriendo al acabar la vida, rodeada de los varones que pelearon por su país, criando a sus nietos para que pelearan"[1].

Ella es madre de la patria porque trascendió en la mejor cultura familiar cubana, es su símbolo más alto. Expresa también el aporte de las masas explotadas al crisol de ideas y tradiciones de nuestra identidad nacional. Ese aporte constituye una síntesis de valores tradicionales de la familia criolla con las ideas liberales de las revoluciones europeas del siglo XVIII, llegadas a las tierras orientales a través de sus relaciones con el mundo del Caribe y recepcionadas por una población pobre y explotada. En la raíz de la familia que fundó con Marcos Maceo está la impronta caribeña pues Marcos provenía de Venezuela y la propia Mariana era una santiaguera de origen dominicano.

En el ámbito familiar de los Maceo-Grajales aprendieron los hijos la responsabilidad, el aprecio al trabajo, los principios morales, la disciplina, la fortaleza de espíritu, el valor y un profundo amor a la patria, a la libertad y la justicia. Esa educación recibida tenía como fundamento la necesidad de fortalecer y enriquecer la autoridad inspirada y sostenida por el amor, en la búsqueda de la estrecha unión entre los seres nacidos de una misma matriz, de sentimientos solidarios hacia todos los hombres, y del rechazo, por tanto, a la esclavitud y a la discriminación. Y como Mariana se sintió madre de todos los cubanos, la tenemos como la madre de la patria.

Elevó su condición maternal a todos los nacidos en nuestra tierra y fue tan grande ese amor y tan altos los méritos de sus hijos — especialmente los del General Antonio — que se convirtió en el símbolo más alto de las mujeres cubanas.

Lo que hoy debemos aprender de esta madre es el concepto del deber, del honor y de la disciplina. Disciplina y libertad: dos palabras que en la historia de occidente han marchado contradictorias e incluso antagónicas, se forjaron en el alma de la familia Maceo-Grajales, marcaron una identidad esencial. Esto sólo puede alcanzarse sobre el fundamento de la facultad de asociarse en que Martí basaba el secreto de lo humano. Libertad y disciplina, he ahí lo que necesita el mundo de hoy, ello siempre es posible exaltando al más alto plano la justicia sol del mundo moral y requisito primigenio de la cultura.

Esta familia de héroes y mártires la poseía en alto grado, y como en uno de sus hijos tales sentimientos alcanzaron timbres de gloria dado su valor personal y dotes de inteligencia superior, se convirtió en semilla de lo que hemos llamado cultura Maceo Grajales, una de las corrientes principales de la tradición espiritual cubana. En esa cultura está presente como un concepto esencial las ideas de libertad, igualdad y fraternidad no para unos cuantos, sino para toda la humanidad. Esta cultura se expresó en su más elevado grado en Antonio. Hay que estudiar al General Antonio no sólo por su talento militar, sino también como hombre de honor, de enorme curiosidad por el conocimiento humano, de amplísima visión humanista y de estrechos vínculos con el pueblo explotado del que era su más nítido representante en el Ejército Mambí.

En Antonio, el hijo de Mariana, hay un guerrero de modales culturales en el hacer y el decir que hasta sus enemigos se vieron obligados a reconocer como un caballero. La ética de Maceo se observa en los siguientes párrafos de la carta que dirigiera al General español Camilo Polavieja:

"(...) jamás vacilaré porque mis actos son el resultado, el hecho vivo de mi pensamiento, y yo tengo el valor de lo que pienso, si lo que pienso forma parte de la doctrina moral de mi vida". Y en otra parte de la misma carta agrega: "La conformidad de la obra con el pensamiento: he ahí la base de mi conducta, la norma de mi pensamiento, el cumplimiento de mi deber. De este modo cabe que yo sea el primer juez de mis acciones, sirviéndome de criterio racional histórico para apreciarlas, la conciencia de que nada puede disculpar el sacrificio de lo general humano a lo particular". Más adelante señala: "Vislumbro en el horizonte la realización de ese mi ideal, casi parecido al ideal de la humanidad, humanizado con los grandes bienes que tiene que realizar en el porvenir". "(...) no hallaré motivos para verme desligado para con la Humanidad. No es, pues, una política de odios la mía, es una política de amor; no es una política exclusiva, es una política fundada en la moral humana (...) no odio a nadie ni a nada, pero amo sobre todo la rectitud de los principios racionales de la vida"[2].

No son palabras de un tratadista de ética, sino de quien mostró con su ejemplo y su vida la validez de sus principios, y estos principios nacían de la cultura de Mariana. Del Titán de Bronce dijo José Martí que tenía tanta fuerza en la mente como en el brazo. Y es bien conocido la que poseía en los brazos. Es más conocida y comprendida la historia de las ideas de los forjadores de la nación en la fuente de la alta educación recibida por los patriotas ilustrados de la clase acomodada que tomaron la decisión de unirse a la justa aspiración de los humildes, fusionaron sus intereses a los del pueblo trabajador y desencadenaron la lucha por la independencia y la abolición de la esclavitud. Sin embargo, la influencia cultural de la población explotada y su articulación creativa con el saber más elevado del occidente civilizado no ha sido suficientemente reconocida y asumida aun cuando constituye una contribución original a la historia de Cuba y al movimiento intelectual y espiritual de nuestra América. Es de importancia capital estudiarla y trasmitirla a las nuevas generaciones de cubanos para que puedan cohesionarse mejor en lo interno y entenderse de manera más profunda y eficaz con el mundo.

Las dotes de carácter y virtudes revolucionarias de los hijos de Mariana fueron consecuencia de un esfuerzo personal, que tiene su fundamento en la formación familiar y social que recibieron.

En la raíz de las virtudes de la familia heroica Maceo Grajales está, el ejemplo y la formación recibida de sus dos pilares fundadores. El padre Marcos se incorporó a la lucha por la independencia y murió combatiendo por ella. Mariana alentó al esposo y a los hijos al combate, se echó al monte a curar heridos y dar apoyo a la tropa y hasta el último aliento mantuvo inconmovible su apego a la causa de la independencia. Ello nos sirve de orientación y estímulo para el desarrollo de la educación y la política cubanas en los tiempos que corre.

El ejemplo de esta familia muestra cómo en las situaciones sociales de atraso cultural, de pobreza en los campos, poblados y ciudades del oriente de Cuba de hace 150 años, pudo emerger una cultura familiar que permitió la incorporación de las masas explotadas a la contienda bélica aportando disciplina, coraje y sagacidad.

En el transcurso del enfrentamiento militar entre cubanos y españoles fueron ocupando posiciones relevantes y la conducción de la guerra fue pasando a manos de los sectores populares.

Si comparamos la cultura alcanzada por la familia Maceo-Grajales con la de los cubanos que rechazaban la independencia del país, apreciaremos que los representantes más significativos del reformismo y el autonomismo, aunque poseían un alto nivel intelectual y de información, no pudieron comprender, sin embargo, la esencia de las necesidades vitales de la nación y sus soluciones, es decir, la abolición de la esclavitud y la independencia de Cuba de España y de Estados Unidos. Era, sin embargo, en la articulación de ambas demandas históricas donde estaba la cultura más profunda de la nación cubana. Sí la entendieron los independentistas y por esto, lo más elevado del pensamiento cubano entre ellos alcanzó en la civilización occidental las cumbres del saber, cuya escala más alta está en José Martí. Y en cuanto al oficio de la guerra, que es también cultura, y del sentido ético de la vida que constituye lo primero en ella, están a ese mismo nivel Gómez y Maceo, quienes poseían, además, una amplia cosmovisión cultural.

De aquella venerada viejecita escribió José Martí en la nota publicada en el periódico Patria en ocasión de su muerte:

"Con su pañuelo de anciana a la cabeza, con los ojos de madre amorosa para el cubano desconocido, con fuego inextinguible, en la mirada y en el rostro todo, cuando hablaba de glorias de ayer, y de las esperanzas de hoy, vio Patria, hace poco tiempo, a la mujer de ochenta y cinco años que su pueblo entero, de ricos y de pobres, de arrogantes y de humildes, de hijos de amo y de hijos de siervo, ha seguido a la tumba, a la tumba en tierra extraña. Murió en Jamaica el 27 de noviembre, Mariana Maceo"[3].

Y expresando los sentimientos que todos albergamos hacia esa mujer excepcional concluye la conmovedora nota del Apóstol:

"Patria en la corona que deja en la tumba de Mariana Maceo, pone una palabra: — ¡Madre! "





CUBARTE

El Boletín CUBARTE es un suplemento semanal del Portal de la Cultura Cubana. En nuestras páginas usted encontrará lo más trascendente del acontecer cultural del país y su reflejo en el mundo, a través de noticias, entrevistas a destacadas personalidades, artículos de opinión, reseñas críticas y crónicas. Para ello trabaja con esmero un equipo de profesionales cuya máxima es mantenerle bien informado.


Cuba. Una identità in movimento

Webmaster: Carlo Nobili — Antropologo americanista, Roma, Italia

© 2000-2009 Tutti i diritti riservati — Derechos reservados

Statistiche - Estadisticas