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Cuba |
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El amigo maní
Carmen Cabrera
La palabra maní empleada en Cuba y Argentina para nombrar a esta planta y su fruto, proviene del guaraní manduví, mientras que el nombre de cacahuete o cacahuate, como se le conoce en la mayoría de los países de habla hispana, tiene su origen en el nahualt cacahualtl, que significa: cacao de la tierra.
Esta planta es de origen sudamericano, más exactamente de Brasil, aunque se encuentran muchas de sus parientes silvestres en varios lugares de Sudamérica. Los pueblos indígenas la cultivaron y la tuvieron en alta consideración, como lo demuestran los descubrimientos arqueológicos realizados en Pachacamac y otras regiones de Perú, donde se hallaron representaciones del maní en su alfarería, además de vasijas que contenían semillas de maní en las tumbas de personajes importantes. Con la llegada de los conquistadores portugueses y españoles viaja a Europa y África.
El nombre científico es Arachis hypogaea y pertenece a la familia de las Fabáceas, la misma de los chícharos y muchas otras de gran valor comercial como alimentos. Esta planta ofrece la curiosa particularidad de que sus flores amarillas cuando ya han sido fecundadas se doblan, formando un "clavo" que se introduce en la tierra y allí se forma el fruto, una vaina que contiene de 1 a 5 semillas, que es la parte comestible.
Se reconocen dos grupos principales de variedades, las de planta erecta y las de tipo rastrero. Casi todas las formas que se cultivan comercialmente pertenecen al primer grupo. En todas las áreas donde se siembra el maní, se han logrado obtener variedades locales adaptadas, que incluyen tipos precoces y tardíos, por lo que casi todo el año está presente.
Para cultivar el maní se necesita sol y precipitación moderada. A diferencia de otras leguminosas, esta planta es muy particular en lo que respecta a sus requerimientos del suelo. Este debe ser de estructura suelta (prefiere los suelos arenosos), fértil , bien drenado, con alto contenido en calcio (pH superior a 7.0), así como en fósforo y potasio. Estas plantas, a pesar de tener la capacidad de fijar nitrógeno atmosférico, como la mayoría de las leguminosas, son agotadoras, o sea, que extraen muchos nutrientes del suelo, de tal modo que es necesario hacer aplicaciones de materia orgánica durante su cultivo, así como una vez cosechado, preparar el terreno para el siguiente cultivo, como parte de una buena práctica de producción.
Las lluvias que se presentan a intervalos frecuentes durante el período de su desarrollo vegetativo, son beneficiosas, pero pueden ser perjudiciales si se originan cuando las vainas se están desarrollando o madurando. En muchos países tropicales, el maní se siembra durante la estación de lluvias en suelo seco, o durante la estación de sequía en suelos que pueden regarse, como, por ejemplo, en campos de arroz, donde ya se ha efectuado la cosecha. Sin embargo, si el suelo es demasiado húmedo se puede presentar pudrición y constituir un problema serio. Estas son recomendaciones para espacios más grandes, pero si usted cuenta con un pequeño espacio, éstas también son válidas. En una o dos gomas de auto desechadas, con buena tierra puede obtener una pequeña, pero buena producción de esta leguminosa.
Cuando las flores están listas, se debe amontonar tierra suelta cerca de ellas (aporque). Muchos productores hacen esto más de una vez, con el propósito de hacer que se extiendan y que cubran toda el área de crecimiento. Tan pronto como las flores producen la estaquilla o clavo que va al suelo, se suspende toda clase de trabajos próximos a las plantas. Después que las flores aparecen, los frutos estarán listos para su cosecha entre 8 y 10 semanas.
El hecho de que el cultivo de leguminosas enriquece el terreno ha sido conocido desde tiempos muy remotos, y se ha derivado de éste la técnica de alternar cultivos de año en año siguiendo rotaciones, en las que obligadamente interviene una leguminosa. El maní es un buen ejemplo.
En cuanto al valor del maní como alimento, quedé impactada desde que en un libro de curiosidades, que estaba en la biblioteca de mi escuela, hace ya muchos años, leí "que si una persona en una situación extrema, de naufragio o catástrofe, se come un grano de maní puede sobrevivir hasta el siguiente día". Desde entonces he pensado que un grano de maní ¡es mágico!
No se cuán cierto pueda ser esto, pero si sé que un cucurucho de maní calma el hambre por un rato. Esto se debe a que es nutritivo y energético. La semilla contiene entre 40 y 50% de grasas y entre 20 y 30% de proteínas, y constituye una fuente excelente de vitaminas del grupo B, como la B-1, B-2, B-3, vitaminas A, C, E y D, y minerales como azufre, magnesio, fósforo, calcio, potasio, hierro, cobalto, flúor, yodo, sílice, manganeso y cloro.
Por su alto valor nutritivo, estas semillas mágicas revitalizan el organismo y son un excelente afrodisíaco. La grasa que poseen es poliinsaturada, por lo que controla los niveles de colesterol. Sus proteínas son de alto valor biológico.
Según investigadores de la universidad norteamericana de Harvard, el consumo regular del maní ayuda a prevenir la diabetes tipo 2, sobre todo en la población femenina, ya que las grasas insaturadas y otros nutrientes que contiene el maní ayudan a mejorar la estabilidad de la insulina y las concentraciones de glucosa en la sangre. El maní es llamado también "aliado del corazón": más maní, menos cardiopatía, por el tipo de grasa que posee.
Contiene además estrógenos vegetales, excelentes para la mujer en la menopausia. Entre sus componentes están presentes flavonas que mejoran la circulación y taninos astringentes a nivel intestinal, por lo que se recomienda usar en las diarreas, para aumentar la energía del organismo. Para ello puede prepararse una bebida, haciendo un batido de semillas de maní tostado, agua y azúcar a gusto, la cual es muy agradable y revitalizadora. Es recomendable para los deportistas y personas que han de desarrollar un gran trabajo físico, sobre todo, en invierno.
Como tratamiento de belleza se afirma que su aceite contribuye a eliminar las arrugas, aplicado externamente con regularidad. Ayuda al sistema nervioso a mantenerse saludable y mejora la artritis.
Aunque es americano, actualmente China e India producen cerca de las dos terceras partes de la cosecha mundial. Otro importante productor es Estados Unidos. El aceite de maní ocupa el segundo lugar en el consumo mundial. En Cuba, durante la Segunda Guerra Mundial, se desarrolló la industria del aceite de maní, ya que no llegaban los barcos con el aceite de oliva desde España. Una de las principales plantas se encontraba en el central Hershey, fomentándose el cultivo por este Central, y se llegó incluso a exportar una buena cantidad, según nos dice Roig en su Diccionario botánico de nombres vulgares cubanos.
El consumo mundial de maní es enorme y muy variado, para nosotros las recetas más comunes, además de los cucuruchos, son los turrones y dulces; pero otros países, sobre todo asiáticos, tienen muchísimas recetas apetitosas y nutritivas. La cáscara, casi siempre roja o beige, que tiene el grano de maní, no es simple celulosa, sino que contiene vitaminas del grupo B y caroteno, por lo que es recomendable no desecharla. Nuestros campesinos siempre la utilizan para la alimentación de sus animales.
Algunos nutricionistas recomiendan la preparación del "pan alimenticio perfecto" hecho con una mezcla de 25% de maní y 75% de harina de trigo. De esta forma, el maní complementa el valor proteico del trigo, le agrega las grasas necesarias y le da además un sabor exquisito. Este pan tiene la ventaja de mantenerse fresco durante más tiempo.
De la cocina indonesia, esta salsa, que puede hacerse clara, para vegetales, aves y pescados, o espesa para comer como pasta con pan y galletas:
Una taza de maní crudo se fríe en un poco de aceite, en una cazuelita de hierro, con mucho cuidado porque se fríe enseguida. Se escurre y se coloca sobre un papel para que pierda el exceso de grasa, luego se muele en una máquina de moler carne con cuchilla fina, para que quede como una pasta, (si la cuchilla no es lo suficientemente fina, se pasa dos veces). Aparte se prepara un sofrito con cebolla, ajo machacado y tres cucharadas de puré de tomate. Cuando está éste listo, se le agrega 1 taza de agua, una cucharadita de sal, el jugo de medio limón, 2 cucharadas de azúcar prieta y el maní molido. Se revuelve y se deja hervir revolviéndolo con una cuchara de madera, suavemente para que no se pegue hasta que espese. Hierve como la harina de maíz, con un efecto de lava de volcán. Puede dejarse cuajar más o menos según su gusto.
Agradecemos esta receta a nuestro amigo, el indonesio Salim.
Otra receta de la cocina china: Chop suey con maní
Cocinar el maní en 2 tazas de agua, hasta que se ablande. Escurrir y reservar el caldo de la cocción. Poner en una cazuela de hierro, el aceite con los vegetales cortados en trocitos chicos (excepto los frijolitos chinos).
Cocinar tapado unos 5 minutos. Agregar el maní tostado y la taza de caldo donde cocinó el maní. Cuando comience a hervir, agregar la harina disuelta en un poco de caldo con la salsa de soya y los frijolitos chinos cortados. Cocinar unos minutos revolviendo, para que la salsa espese un poco. Las verduras no deben quedar demasiado blandas.
Puede servirse con arroz. El punto de sal puede arreglarse al final, pues depende del tipo de salsa de soya que use.[1]
Algo curioso aparecido en el periódico El Habanero es que en Nueva Paz, provincia Habana, vive el compañero Leonardo Lebolle Mulet, llamado El Rey del maní quien tiene una lista de 355 variantes de utilización del maní como alimento, materia prima para mezclar con harinas o extensores para elaborar panes y dulces; también en los medicamentos utilizados en afecciones de la piel, el cabello, o metabólicas, como es el caso de las personas que no pueden consumir la sustancia conocida por gluten, que se encuentra abundante en los cereales.
Como si fuera poco, Mulet asegura y anticipa el éxito de una fórmula contra las larvas de mosquitos, aunque por el momento, se encuentra en fase de laboratorio en la filial de LABIOFAM de Camagüey.
Entre los medicamentos, ya tiene una receta para contrarrestar la otitis en humanos o animales, un remedio que elimina los parásitos en aves canoras, como los periquitos y Rosacolis; y un linimento alcanforado contra el reumatismo, las inflamaciones, torceduras en las extremidades y hasta un champú revitalizante.
Cada uno de estos inventos forma parte de la vida de un hombre, que buscaba una solución que le permitiera a su esposa ingerir grasas sin que le provocara mayores daños a su hígado, casi destruido por los efectos del colesterol. Como si fuera poco se llegó a probar su líquido de freno basado en el maní.
En fin, la grandeza del maní es tal, que no cabe en tan poco espacio. Sólo téngalo presente siempre como la semilla mágica que puede salvar su salud, su belleza, su economía personal o familiar y ¡OJO! hasta su vida si se encuentra en apuros. Cuando salga a un viaje peligroso, ponga en sus bolsillos al menos dos cucuruchos de maní, por si acaso.
Página enviada por Ludovico (Eugenio Blanco Rodríguez)
Cuba. Una identità in movimento
El maní ha sido inmortalizado con la canción de Moisés Simons, "El manicero", que se canta en todos los idiomas, hasta en chino, donde suena rarísima.
1 taza de maní.
1 cebolla grande.
1 pimiento.
2 zanahorias.
3 ramitas de apio.
2 tazas de brotes de soya (frijolitos chinos).
2 cucharadas de aceite.
1 taza de caldo, donde se cocinó el maní.
1 cucharada de harina.
3 cucharadas de salsa de soya.Nota
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Webmaster: Carlo Nobili — Antropologo americanista, Roma, Italia
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