Cuba

Una identità in movimento


"La casada infiel". Poesía de Federico García Lorca para Lydia Cabrera

Federico García Lorca


                  La casada infiel

                  A Lydia Cabrera y a su negrita


                  Lydia CabreraY que yo me la lleve al río
                  creyendo que era mozuela,
                  pero tenía marido.
                  Fue la noche de Santiago
                  y casi por compromiso.
                  Se apagaron los faroles
                  y se encendieron los grillos.
                  En las últimas esquinas
                  toqué sus pechos dormidos,
                  y se me abrieron de pronto
                  como ramos de jacintos.
                  El almidón de su enagua me
                  sonaba en el oído,
                  como una pieza de seda
                  rasgada por diez cuchillos
                  Sin luz de plata en sus copas
                  los árboles han crecido,
                  y un horizonte de perros
                  ladra muy lejos del río.

                  Pasadas las zarzamoras,
                  los juncos y los espinos,
                  bajo su mata de pelo
                  hice un hoyo sobre el limo.
                  Yo me quité la corbata.
                  Ella se quitó el vestido.
                  Yo el cinturón con revólver
                  Ella sus cuatro corpiños.
                  Ni nardos ni caracolas
                  tienen el cutis tan fino,
                  ni los cristales con luna
                  relumbran con ese brillo.
                  Sus muslos se me escapaban
                  como peces sorprendidos,
                  la mitad llenos de lumbre,
                  la mitad llenos de frío.
                  Aquella noche corrí
                  el mejor de los caminos,
                  montado en potra de nácar
                  sin bridas y sin estribos.
                  No quiero decir, por hombre,
                  las cosas que ella me dijo.
                  La luz del entendimiento
                  me hace ser muy comedido.
                  Sucia de besos y arena,
                  yo me la lleve del río.
                  Con el aire se batían las
                  espadas de los lirios.

                  Me porté como quien soy.
                  Como un gitano legítimo.
                  La regalé un costurero
                  grande de raso pajizo,
                  y no quise enamorarme
                  porque teniendo marido
                  me dijo que era mozuela
                  cuando la llevaba al río.


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Webmaster: Carlo NobiliAntropologo americanista, Roma, Italia

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