Cuba

Una identità in movimento


El fin de la esclavitud en Cuba colonial y otras notas historiográficas

Lohania Aruca Alonso


Ciento veinte años atrás, en la isla de Cuba aún subsistía una modalidad de la esclavitud para miles de africanos negros y sus descendientes criollos: el patronato. Alrededor de 200 000 esclavos, en cifra redonda, formaban parte de los habitantes isleños declarados hacia 1877. El régimen de patronos (esclavistas) y patrocinados (esclavos) fue instaurado por la metrópoli española en 1880; se entendía como una "transición" hacia el trabajo libre. Pero el decreto real que lo suprimió para siempre demoró ese tránsito seis años más, hasta el 7 de octubre de 1886, en esta fecha entró en vigor oficialmente la libertad jurídica de una porción importante de la población de Cuba colonial.

La abolición total de la trata de esclavos, primero, y, con posterioridad de la esclavitud, como sistema de explotación de la mano de obra de seres humanos, que no eran considerados como tales por los esclavistas, cierra uno de los procesos históricos de larga duración más relevantes de la historia social de Cuba: la inmigración forzosa de población africana negra trasladada a la Isla desde 1510 en adelante. El sistema esclavista nos dejó una marca indeleble que identifica el tipo de cultura antihumanista, llena de crueldades, del más perverso racismo y otros traumas en la psicología social, que fue trasladada e impuesta por los conquistadores y colonialistas europeos a los aborígenes pobladores de la Isla por más de tres siglos.

Sin lugar a duda, en el proceso a que nos referimos hubo un antes y un después a partir de 1789, con la entrada masiva de esclavos africanos negros a la Isla. La concesión hecha por Carlos IV para el comercio libre de esclavos por dos años, fue renovada y ampliada sin límite de tiempo precisamente en 1791-cuando tuvo lugar la insurrección de los esclavos en Saint Domingue. La solicitud inicial se hizo por un joven y talentoso abogado criollo, el habanero Francisco de Arango y Parreño, por entonces Apoderado del Ayuntamiento de La Habana ante la corte real.

Esta opción puramente "económica" de la oligarquía criolla, que dominaba los cargos locales de la administración colonial, frente a la posibilidad de solucionar la falta de brazos con inmigrantes de origen europeo, blancos y libres –de acuerdo con el estilo implantado por el norte industrial de los recién estrenados Estados Unidos de América- fue concebida y ejecutada del modo más racional, teniendo en cuenta, fríamente, los excelentes resultados de la experiencia, terriblemente inhumana, de la plantación azucarera esclavista acumulados en la colonia francesa de Saint Domingue. A consecuencia de estos tan productivos "métodos", se produjo una explosión social y económica en el país vecino, el levantamiento armado de todos los esclavos, que arrasó la industria azucarera, expulsó a los blancos y buena parte de los mulatos de esa parte de La Española, y finalmente derrotó al ejército napoleónico que intentó restituirles la esclavitud. Este trascendental hecho histórico de la Humanidad transformó la geopolítica colonial en el área caribeña. Así, se llegó al nacimiento de la primera república negra del mundo, Haití, el 1º de enero de 1804.

La ambición dominó a la razón y a los sentimientos humanistas, supuestamente revalorizados por los ilustrados habaneros. La alianza entre la oligarquía criolla y la monarquía española, con mira a lograr un fomento económico acelerado, se selló, a costa de la pérdida de una incalculable cantidad de vidas, sangre, dolor y humillaciones de africanos esclavizados y traídos en las más horrorosas condiciones hasta Cuba. Un total de 637 700 esclavos fueron importados desde 1811 hasta 1867, durante 56 años, según el cálculo de algunos autores. Arango y Parreño (La Habana, 1765-1837) tuvo oportunidad, en vida, de evaluar las consecuencias del error cometido por la burguesía esclavista, clase a la que perteneció, y, además pudo escribirle sus reflexiones a Fernando VII (San Idelfonso, 1714-1833), en los Informes al Rey sobre la condición de los esclavos en la Isla de Cuba, y urgente necesidad de la supresión de la trata (1828 y 1832), a los cuales me referiré en otro trabajo.

La influyente personalidad y obra de este habanero aún requiere de profundos análisis historiográficos y literarios. Arango trascendió los confines de la historia de una diminuta colonia caribeña, se inscribió en la de su metrópoli, y en la del llamado "mundo atlántico". Fue nombrado Prócer del Reino en 1834, y en el mismo año en el que llegó al cenit de su gloria política, por solicitud directa del Ayuntamiento de La Habana, la reina regente María Cristina le confirió por real decreto, el título de Castilla marqués de la Gratitud, aunque esta dignidad nobiliaria no se hizo efectiva para el beneficiario supuesto. Mucho después de la muerte de Arango, llegó a manos de su sucesor legítimo el real despacho que le confirmaba en el uso y disfrute del título.

El alzamiento revolucionario anticolonialista iniciado por Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868, determinó la etapa final del sistema esclavista en Cuba. La política abolicionista fue debatida en la primera Asamblea Constituyente, en Guaímaro, 1869. A pesar de existir contradicciones en torno a esta, el 25 de diciembre de 1870 Céspedes firmó la Circular en que se dispone la emancipación total. Ese año se había aprobado la ley de vientres libres, o ley Moret, por los españoles, la cual establecía que los hijos de esclavos nacidos después del 17 de septiembre de 1868, eran libres. La Paz del Zanjón de 1878 liberó a todos los ex esclavos que habían luchado en la Guerra de los Diez años, aunque en algunos casos no se cumplió lo estipulado. Para los que no habían participado directamente en la contienda bélica, porque se encontraban en las entonces provincias de Pinar del Río, La Habana y gran parte de Matanzas, ese acuerdo no surtió efecto. En 1880, se creó el intervalo histórico del patronato.

En las dos últimas décadas del siglo XX, estudiosos cubanos y foráneos (particularmente españoles y estadounidenses) manifestaron gran interés por los estudios económicos-sociales sobre el sistema esclavista en Cuba, sobre todo del período posterior a 1789, hasta 1886. Antecesores en esta temática habían sido, entre otros, los historiadores cubanos José Luciano Franco, Pedro Deschamps Chapeaux, Ramiro Guerra Sánchez y Manuel Moreno Fraginals.

La nueva hornada de investigadores del país que se dedican a la reconstrucción y el análisis histórico de la cuestión y de problemas afines está compuesta principalmente por historiadoras: Gloria García, María del Carmen Barcia, Olga Portuondo y Ohilda Hevia. Ellas han hecho contribuciones notables en el aspecto social. Tocando la misma cuerda, pero con un estudio enfocado hacia la pequeña escala urbana del barrio, Dolores Guerra López, ha añadido hechos todavía más concretos a esta corriente historiográfica, palpados a través de los archivos de la antigua Iglesia Parroquial de Jesús del Monte y presentados sintéticamente en su obra Jesús del Monte historia local y representación social (Editora Política, La Habana, 2004, 65 pp., con tablas, plus un interesante Testimonio gráfico).

Es cautivadora la lectura del proceso de desintegración del sistema esclavista, de sus peculiaridades, visto a través de Jesús del Monte, un territorio cercano a la ciudad de La Habana, parte de uno de sus actuales municipios (según la División Político Administrativa de 1976), justamente denominado Diez de Octubre, en honor a la epopeya libertadora de 1868-1878. Con seguridad, allí sería posible detectar y reconocer a las familias que han integrado el desenvolvimiento poblacional durante las seis generaciones de cubanos que se suceden desde 1886 hasta la fecha. Al menos las dos últimas generaciones, de descendientes de ex esclavos que vinieron a poblarlo, después de ser arrancados de sus diversas etnias africanas -congos. lucumies, carabalíes y gangas- han nacido y viven con los beneficios que les ha proporcionado la Revolución cubana. ¿Quién podrá ahora arrancarles a ellos los que constituyen en realidad sus actuales derechos humanos?

    La Habana, jueves, 20 de abril de 2006


        Lohania Aruca Alonso
      • Investigadora.
      • Lic. Historia.
      • M.SC. Estudios en América Latina, el Caribe y Cuba.
      • Colaboradora periodística del Portal de la Cultura Cubana.
      • Miembro de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).





Página enviada por Froilán González y Adys M. Cupull Reyes
(25 de abril de 2006)


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