Entre otros ejemplos Froilán conoció como los campesinos de determinadas zonas de Bolivia acuden a las piedras para cumplir promesas, o hacer rogatorios.
Es el caso de la Virgen de Urcupiña en Cochabamba, una tradición donde las piedras resultan el elemento que debe acompañar a la persona, para dejarla allí en el santuario o para llevársela. Y agradecerle los milagros, si es que los hizo.
En otras formas le piden que haga llover, o que le cure a un enfermo, que le salve las cosechas.
Froilán argumenta que el Comandante Ernesto Guevara también observó la veneración a través de las piedras, y lo dejó escrito en su Diario de Viaje en 1952, cuando llegó al pueblo de Tarata en Perú, y en el camino hacia Llave, otro pobladito, él y su amigo Alberto Granado iban en un camión lleno de nativos, y vieron una curiosa pirámides de piedras irregulares, anotó el Che,coronada por una cruz. al pasar el camión casi todos escupieron y uno que otro, dice, se persignó.
Cuando el Che le preguntó sobre el porqué hacían ese rito, hicieron el más absoluto silencio.
En la investigación Froilán afirma que según la leyenda, los indígenas, creen que la vida surgió de las piedras. Y se refiere a una antigua leyenda boliviana basada en que en las profundidades del lago Titicaca, nació Viracocha, que es el Dios supremo, que formó la luna el sol y las estrellas, para darle luz al mundo. Plantea la mitología incaica que Viracocha es la principal divinidad. En los templos se presenta con apariencia humana y se le atribuyen condiciones similares al Quetzacóatl de los aztecas.
Según la leyenda, Viracocha con sus guerreros, se dirigía hacia el Cuzco, que era la capirtal de los incas, pero 18 leguas antes de llegar, en un lugar que se llama Cacha, unos hombres que no sabía quien era, trataron de asesinarlo. Viracocha y sus guerreros se convirtieron en piedras para luego continuar la lucha.
Esta hermosa leyenda incaica termina con la siguiente afirmación.