La mañana de mi nacimiento, mi madre sufrió una crisis de amnesia y no recordó que yo existía hasta el quinto día de mi llegada al mundo, por suerte, ya me habían llevado a casa, donde unos parientes cuidaban de mí. Me creía el non plus ultra de los nacimientos originales en la familia, pero hoy he escuchado algo que le gana a mi historia.
¿Sabían que mi madre nació en medio de un velorio? No, claro, no lo saben, es un modo de hablar, yo también lo ignoraba… Me lo acaba de confesar justo hoy, día de su cumpleaños. Cuando le pregunto a qué vienen más de cuatro décadas callándolo, dice que como de todo saco un cuento, no se atrevía a contarme esto...
"Por eso tienes ese carácter tan funesto", le dije, pero como está de fiesta, se ha reído. Así me lo ha contado, y así fue:
Una tía de su madre la había pedido en adopción. Mi abuela, entonces de solo 19 y con una cuarta de hambre, se la iba a dar porque "todo quedaba en familia y podía ir a verla cada vez que quisiera". A mi abuelo, de la misma edad y sin empleo, ni siquiera se le pidió opinión.
Pero la tía murió de repente, sin dejar testamento, y mi abuela, con el susto, sumado a que se encontraba en los días de término, sintió las contracciones en plena velada, casi a las cuatro de la madrugada.
Como había una comadrona entre los dolientes y se velaba a los difuntos en casa, en un cuarto gritaban por la que se iba, y en otro mi abuela por la que llegaba, al menos los gritos sincronizados eran de dolor.
Terminado el entierro, fueron a celebrar el acontecimiento… se consideraba de mala suerte no agasajar a una madre y su recién nacido. Mal que bien, mi madre era la primera hija, la primera sobrina y la primera nieta de la estirpe de los Tamayo.
Mi familia es excepcionalmente ocurrente, hasta para esas cosas.
Marié Rojas Tamayo
Dibujos: Ray Respall Rojas
Página enviada por Marié Rojas Tamayo
(26 de julio del 2008)