Cuba

Una identità in movimento


Medio siglo de cultura de Nuestra América

Lohania Aruca Alonso


Hay ocasiones en que es inevitable la evocación de José Martí. Su raigal definición de Nuestra América, concebida por él como una etapa superior de la Hispanoamérica del siglo XIX, la que él vivió, recorrió, conoció, amó, por la que murió de cara al sol.

La intuición martiana de América latina y unida, la nuestra, que pone de pie al indio, al negro, a las mujeres, a los pobres de la tierra, y les señala un afán nuevo, digno, liberador y regenerador de las innumerables miserias que legó el coloniaje a nuestros pueblos.

Ejemplo de ellas fue — aunque en ciertos casos todavía hay que escribir es — el ocultamiento, la tergiversación discriminatoria, hasta la destrucción completa de la identidad humana, de los prístinos valores culturales y morales con que pretendieron dotarnos — a sus descendientes o sucesores — los pobladores aborígenes; y después nos aportaron generosamente, las migraciones africanas, canarias o asiáticas... — que sustituyeron a los nativos exterminados, disminuidos, o, porque sencillamente fueron irreducibles al vasallaje español, convertidos en "cimarrones" — traídas, aquellas, de manera forzosa, esclavas o semiesclavas, con mayor derecho moral que el conquistador y el colono, a las tierras y a las riquezas americanas, a traducir en sus propias palabras, símbolos y músicas, el canto, el llanto, el amor y la imagen de nuestra naturaleza e historia toda.

Estas son las ideas que se agolpan o fluyen dentro de mí, mientras escucho las palabras de Roberto Fernández Retamar acerca del papel inolvidable de Haydé Santamaría Cuadrado en la creación, casi maternal, de la Casa de las Américas, en 1959, dando cumplimiento a la ley 299, entre las primeras dictadas por el Gobierno revolucionario. Allí, en su esencia, estaba José Martí. También su luz se proyectó al aparecer la convocatoria del Concurso Literario Hispanoamericano, en el propio año; el que más tarde se nombró Premio Literario Casa de las Américas.

Medio siglo ha transcurrido de entonces a hoy: febrero 2 de 2009. Cientos de obras, concursantes, decenas de miembros de sus jurados y de autores premiados, han pasado por este recinto austero, a la vez bello y alegre de la Casa. Un auténtico centro de cultura latinoamericano, que desde el borde norteño de El Vedado, frente al Malecón de La Habana, con el Golfo de México, mar rumoroso o encrespado, a la vista, se torna cada vez más inclusivo, más abierto: caribeño, brasileño, y en este año "extraordinariamente" apela a la participación de los latinos y caribeños que residen en los Estados Unidos de América.

Sucede, y he aquí lo notorio y trascendente del hecho histórico cultural al cual me refiero, que no se realiza tan sólo como un ejercicio de movilización intelectual internacional, de por sí valioso, pero que podría permanecer estático (¿por cándida vanidad?), sino que este Premio de Nuestra América persigue, en pleno vuelo, las hondas transformaciones, el regocijo y los padecimientos de la historia actual.

El documento que introduce el programa del evento sintetiza en breves párrafos datos precisos sobre quienes asumen la responsabilidad de juzgar las obras en concurso. Leo que ellos y ellas, tienen procedencias varias (venezolano, colombiana, chileno, angolano, argentino, mexicano...), pertenecen a diversas generaciones nacidas en el siglo XX, y tienen oficios y ocupaciones afines, o, en ciertos casos, muy distintas, en apariencias, a la del escritor o de la escritora que todos conjugan, muchas veces adicionando sabiamente la de periodista. Están, además, el psicólogo, el ingeniero eléctrico, el artista plástico, la actriz, el juez, sí, pero Juez del Superior Tribunal de Justicia de Argentina, Héctor Tizón, y simultáneamente ¡miembro de la Academia Argentina de Letras!

Me asombran estos americanos nuestros que se reúnen hoy bajo el auspicio de la Casa de las Américas, que es también de la Revolución, de José Martí y de Haydé Santamaría Cuadrado. Seguramente ellos nos regalarán los frutos de la maravilla de sus aciertos, en la nueva hornada de creaciones y creadores que a partir del 11 de febrero de 2009, contarán con uno de los Premio Literario que hacen historia nueva, la verdadera y propia historia de la cultura americana.


    La Habana, miércoles, 11 de febrero de 2009.




Lohania Aruca Alonso: Investigadora auxiliar. Licenciada en Historia y Especialista en Urbanismo, MC Estudios Interdisciplinarios sobre América Latina, El Caribe y Cuba; miembro del Grupo de Estudios Regionales de Cuba (G.E.R.C.) del Instituto de Historia de Cuba y de la Cátedra de Estudios del Caribe de la Universidad de La Habana. Coordinadora del Grupo de Trabajo Permanente Expediciones, Exploraciones y Viajeros en el Caribe (adscrito al Instituto Cubano de Antropología).










Página enviada por Lohania Aruca Alonso
(11 de febrero de 2009)


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