Cuba

Una identità in movimento


El globo viajero

Marié Rojas Tamayo


El globo viajero. Dibujo: Ray RespallEra un globo color rosa, entre muchos globos de colores en las manos de un vendedor, en medio de una plaza. Los niños acudían con sus padres, o solos, portando moneditas, y se iban llevando a sus hermanos. Pero el globo no se resignaba a servir de pasatiempo, sabía de su vida breve y quería disfrutarla conociendo el mundo, así que aprovechó la primera ocasión en que el vendedor aflojó un poco el mazo y se escapó, elevándose grácil sobre la plaza, las cabezas de los transeúntes y los tejados.

Un niño lo vio partir y le silbó, diciéndole adiós. El vendedor apenas lamentó su pérdida, todos los días se le reventaba alguno. Al final todos lo olvidaron, era sólo un globo más.

El globo viajó a través de las horas, conoció las nubes y las crestas rizadas de las olas, supo de montañas tan altas que la nieve no escapa nunca de ellas... y finalmente descendió a una pequeña aldea perdida en un rincón del planeta.

Todas las ventanas estaban cerradas menos una. Allí fue, curioso, a asomarse. Un niño muy enfermo había querido ver la aurora, la madre, que no sabía negársele, le había permitido dormir con la ventana abierta a pesar de los cambios de temperatura.

Al ver el globo asomado a su ventana, balanceándose travieso, sonrió.


— No eres mariposa, ni ave, porque no tienes alas, pero aún así vuelas — dijo el niño, que jamás había visto un globo —, no eres una flor viajera, porque no tienes corola, pero aún así te adornas del más bello de los colores. ¿Quién eres y por qué has venido a mi ventana?


El globo no podía hablar, pero se mantuvo oscilando en su sitio, mostrándole la visión del mundo a través de su transparencia, el mejor obsequio que sabía dar. Era su primer amanecer en libertad, la hora más hermosa del mundo, y todos los niños merecen un regalo.

Los rayos del sol naciente comenzaron a calentar, el globo, húmedo de rocío, no resistió el impacto y estalló en mil pedazos.

El niño cerró los ojos, feliz, creyendo que había visto un ángel.













Página enviada por Marié Rojas Tamayo
(9 de enero del 2009)


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