Cuba

Una identità in movimento


Críspula Vásquez

José Millet


        Críspula Vásquez,

      hija sencilla del pueblo venezolano, nacida en esta tierra en un tiempo que sólo recuerda el cachube que dejó en ella anidado; sí, en esta Tierra Madre en cuyos vapores haya su inspiración para echarnos cada día, al despertar, su bendición y predecir al mundo los mejores augurios;

        Críspula Vásquez,

      hija de los venezolanos humildes que son honrados por ella y toda su familia y también hija de esta tierra en que ella siembra el maíz con sus propias manos, esa planta mágica dadora de la vida del hombre primigenio que habitaba este espacio que el invasor y conquistador europeo, con su espada y su cruz, rebautizó como Nuevo Mundo;

        Críspula Vásquez,

      hija de esta tierra de la cual sabios extraen las sustancias para preparar el barro con que crean las habitaciones para vivir en comunión con animales y plantas, y todos los utensilios y herramientas necesarios;

        Críspula Vásquez,

      hija de esta tierra dadora de los frutos que permiten la continuidad de muchas especies animadas, las desaparecidas y las que nos ha sido permitido aún ver, entre otras la de la especie humana o que la envuelve en un velo de misterio y magia, como el tabaco, propiciador de la asistencia de los espíritus y espíritu él en sí mismo; del cocuy que sirvió de alimento al hombre desde tiempos inmemoriales y alimenta hoy a nuestro hermano el burro, frotamos el vientre grávido de nuestras mujeres, quitamos el manto purpúreo que acompaña al bebé en el nacimiento, frotamos las articulaciones quebrantadas, preparamos el cuerpo de los fallecidos y absorbemos gustosos los más puros alcoholes;

        Críspula Vásquez,

      hija de la Madre Tierra que preside el matrimonio, da estabilidad a la familia y se asocia al mundo insondable donde moran los muertos; parte sólida del planeta donde comparten en armonía e igualdad de condiciones todas las criaturas: yerbas, plantas, animales de toda clase, minerales y los espíritus, los de nuestros ancestros y los de nuestros seres queridos;

        Críspula Vázquez,

      hija ilustre de la tierra y del sol, dispensadores de la vida sobre el planeta, de manos tiernas y firmes con que empuña la chícora en la siembra de su conuco, la azada con que lo aporca y detentadora de los saberes y habilidades para cosechar sus frutos, elaborarlos en su rústico fogón de leña y de las artes que nos las devuelve en cachapa o arepa de maíz verdadero;

        Críspula Vásquez,

      mujer sencilla de la vida en el campo que posee el más preciado patrimonio que son los valores humanos: los que te dotaron de la ternura con que lactaste a tus hijos carnales y los cuidaste en un hogar lleno de calidez y buenas enseñanzas; del respeto a la Naturaleza con todos los seres que habitan en ella, los visibles y los intangibles; de la generosidad de entregars al prójimo para darle cordialidad, seguridad física e intelectual;

        Críspula Vásquez,

      hija de la tierra y del maíz, al que honramos y reverenciamos como entidad totémica del que surgimos como pueblo nativo de este Mundo y gracias al cual vivimos;

        Críspula Vásquez,

      Hija del Maíz y Reina de Las Turas, testimonio vivo y elocuente de que la espiritualidad de nuestros pueblos nativos se mantiene firme y altivo, y se yergue como defensa de una identidad compartida y de la sociedad de hombres libres que ahorita nos proponemos rescatar como la más justa por ser modelo en cuanto al respeto a todo lo que mora en el cosmos y en la Naturaleza;

        Críspula Vásquez,

      nosotros, criaturas también sencillas como tú de esta otra COMUNIDAD MAYOR que es la HUMANIDAD, en consideración a que eres un digno ejemplo de los valores creados por nuestro pueblo; en consideración a tu naturalidad de campesina auténtica, conuquera por lo demás, por ser hija del maíz y hermana de los animales y las demás plantas; de los valores humanos que posees; de la familia que supiste edificar con el mismo amor con que amasas el barro o la masa de la harina para hacer los tamales; y de la otra gran familia que es la hermandad de Las Turas;

      NOSOTROS, Críspula, tus hermanos de este Instituto de Cultura que preside un poeta, Simón Petit, imbuidos por esa corriente de amor y fe de los que tú nos haces depositarios, ante nosotros y ante las comunidades tureras de Falcón y de toda Venezuela, inspirados en los principios más altos que nos guían al deber de reconocer las virtudes de nuestros conciudadanos, de ser — en labios de Bolívar — "apropiados a la naturaleza y al carácter de la nación" para la cual hemos sido instituidos como ente público, reconocemos en ti la condición de Ciudadana Ilustre del Estado Falcón y de Patrimonio Viviente de Venezuela y te postulamos al más alto título y grado con que podría ser investido cualquier ser humano: Hija Natural de la Humanidad, patrimonio ejemplar de esa Patria Mayor de Hombres Libres, Naturales y Bondadosos por la que, rodilla en pie encima de esta tierra fértil, hoy todos luchamos.

        Dado en el Edificio Santa Rosa, sede del Instituto de Cultura del Estado Falcón, y firmado por los presentes, a los dos días del mes de noviembre del año 2007.






    José Millet
    Profesor Investigador Auxiliar Lic. José Millet
    Director del Centro de Investigaciones Socioculturales
    Instituto de Cultura del Estado Falcón
    Edificio Sta Rosa, Coro City, Estado Falcón, República Bolivariana de Venezuela
    Teléfono celular: 0416/2615089 y tlf. fijo: 0268/4608164
    Email: milletjb2004@yahoo.com





    Página enviada por José Millet
    (5 de noviembre del 2007)


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