Ha muerto Jesús Cos Cause. La patria del poema está de luto. Nació en la pobreza natural y murió en la pobreza irradiante. Ahora será el eterno Quijote presto a cabalgar en los páramos de la memoria de los que lo odiaron con premura y los que lo amaron en toda la inmensidad.
Para hablar de Cos Cause hay que ir al génesis. Ese génesis de cuando el primer hombre se dispuso a poner sobre el fuego las palabras que le daban miedo comenzaba el rito interminable de la poesía por encima del rito de la muerte. Han pasado los días, las guerras, los desamores, los dulces hundimientos del horror. Un Lord Byron en la plenitud del cielo, un César Vallejo en la periferia de la tierra sin otro ademán que saludar las banderas caídas.
En las casas vacías de la locura hay mujeres que construyen con humo el sostén de sus hijos. Hay hijos que se ahorcan con bramantes de aire en un sitio llamado Café Bonaparte.
Las palabras se pueblan de manos vencidas, de ojos quemados por el fragor de la arena en los desiertos que ya nadie dibuja en los mapas. El poeta, como demiurgo ha de ponerse el uniforme de cosaco, la sotana del realista, la espada del vencedor y echar sus alas sobre las planicies donde le puede esperar el paraíso, la crucifixión o simplemente el allanamiento del misterio.
Corren días arduos. Poesía y barbarie. Eros y Tanatos. La flor y el desastre. Como en dos bandos los poetas se enfrentan a la discordia de existir en un mundo cada día más fragmentado, crucigrama o acróstico del cual se han perdido piezas fundamentales.
Alguien ha dicho que Dios no puede cambiar el pasado, los historiadores, si. ¿Y los poetas? Bueno, a los poetas le está destinado cambiar el futuro desde un presente que se hace enrarecido y demoledor desde el vocinglero noticiero que anuncia tres muertes por segundos. Se hace necesario pues, plantar el girasol en la grata compañía del giraluna.
La locura del Quijote o Gibran. La bondad de Mahatma Ghandi o Teresa de Calcuta. La santidad y misterio de Francisco de Asís o Che Guevara hacen la ronda para que Juan Salvador Gaviota, la Zorra y el Principito canten un aleluya al amanecer.
La poesía ha de trasponer las puertas del castillo de marfil para convertirse en aurora y pan, mariposa y mar pacífico.
Se ha de volver al hornillo viejo del patio donde Kafka intentó ser polvo enamorado, a la hoguera silenciosa que destruyó bibliotecas enteras, al callado heroísmo de los monjes que iluminaron los libros sagrados o prohibidos. Se ha de volver a ese y otros fuegos terribles dictados por la censura o la ceguera de los necios. Se ha de volver a esas ruinas para levantarnos desde el olvido con la palabra en ristre, saludar el vientre de las mujeres, saludar el lugar común y hermoso que es la risa de los niños. Se ha de volver a esos naufragios personales para saludar a la muerte que da vida, a la vida que da otros albores.
Hay momentos en que escribir hace daño y vale el silencio del ruido de la página rasgada. Ha muerto Jesús Cos Cause. La patria del poema está de luto. Nació en la pobreza natural y murió en la pobreza irradiante. Ahora será el eterno Quijote presto a cabalgar en los páramos de la memoria de los que lo odiaron con premura y los que lo amaron en toda la inmensidad.
Viejo y amigo Cos Cause ten presente que se ha de volver a la secreta comunión de las palabras para comprender de una vez y por todas que el estado natural del hombre es la poesía.
Santiago de Cuba
23 de agosto de 2007
Página enviada por Jorge Bousoño González
(24 de agosto del 2007)