Cuba

Una identità in movimento


El chamán

Marié Rojas Tamayo


Casi había terminado de machacar en su mortero el antídoto para salvar a la princesa: flores secas, cenizas, huesos de animales, piedras molidas, tierras traídas de lugares sagrados. Mientras reducía a un finísimo polvo los ingredientes, entonaba las palabras de su sortilegio en un lenguaje solo conocido por los elegidos, aprendido de su maestro, fruto de una tradición tan antigua como el mundo.

Sin dejar de cantar, en estado semejante al trance, pero con sus sentidos perfectamente alerta, se acercó a la víctima del maleficio. Era tan bella, aún pálida y dormida, que sus entrañas se estremecieron: si la fórmula hubiera requerido su corazón, él lo habría entregado para salvarla.

Echando el contenido del mortero en la mano izquierda, apretó el puño y, conjurando en voz alta al espíritu oscuro que se estaba apoderando del alma de la joven, lanzó con todas sus fuerzas el polvo sobre ella.

Se despertó justo a tiempo de ver como un caco tomaba la billetera que acababa de lanzar por la ventana de la posta donde hacía la guardia nocturna, llevándose su sueño, sus llaves, su documento de identidad y el poco dinero que le quedaba para terminar el mes. No tenía caso correr tras él, aún estaba medio adormilado y no podía abandonar su puesto.


— Lo único que siento fue no haber visto el color de los ojos de la princesa. — dijo en voz alta a pesar de saber que estaba solo en medio de la noche — ¡Hasta dormida y pálida era preciosa!




Marié Rojas Tamayo







Página enviada por Marié Rojas Tamayo
(10 de octubre del 2008)


Cuba. Una identità in movimento

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