Joanicot: Siempre hay un camino en mis paisajes
Laura Mendoza
LA HABANA, 13 DE MARZO DE 2006 (WORLD DATA SERVICE)
Dos de sus retratos, los que hizo de Ernesto Che Guevara y Nicolás Guillén, bastarían para incluirlo entre los mejores retratistas cubanos, pero Jorge José Luis Joanicot (1942) es un paisajista absoluto y consumado desde que hace 12 años empezó a reflejar en sus telas la naturaleza de la Isla. Su magistral dominio de la técnica paisajística, su preciosismo y fidelidad a la luz y colores de la costa y el campo cubanos bien le valdrían una mejor suerte entre la crítica local que hasta ahora ha pasado por alto a un pintor que ha atraído la atención de galeristas y coleccionistas privados de unos 20 países de Europa, América y África. Uno de sus lienzos, Amanecer poético, se exhibe en el Salón Orange Central del Palacio Huis Ten Bosh, en La Haya, Holanda, como parte de la colección particular de la Reina Beatrix. En julio de este año, viajará a Ecuador, invitado por la Fundación Guayasamín, para exponer su obra. Luego le seguirán México y Canadá. Pero antes, en abril, unos galeristas españoles volarán a La Habana solo para llevarse los 20 lienzos de formato pequeño en los que actualmente trabaja en su estudio de la barriada capitalina de San Miguel del Padrón.
Desde que en 1959 se graduó de la Escuela de Artes Plásticas Fundación Villate, patrocinada por la Sociedad Económica Amigos del País, Joanicot ha participado en unas cuarenta exposiciones personales y colectivas dentro y fuera de Cuba.
Resultado del entrenamiento al que se somete para reproducir casi a la perfección los diferentes matices del medio ambiente cubano, sus cuadros, además, cuentan una historia y en todos hay siempre un camino, una senda, ya sea un canal o un trillo de tierra que anuncia sorpresas a lo largo del viaje que propone el artista. Es "como si estuviera buscando una salida", dijo Joanicot a WDS.
J: A mi siempre me llamó la atención el paisaje, pero no sabía como enfrentarlo. No conocía la técnica para pintar paisajes. Entonces Jorge Martínez Mayet, quien fue un gran paisajista, un maestro aún sin haber pasado por San Alejandro, me enseñó la técnica del paisaje. Lo vi pintando y me encantó. El reunió a un grupo de unos diez pintores y nos dio clases durante tres meses. Clases muy interesantes porque comenzaba preparando desde su inicio un paisaje: el dibujo al carboncillo, después el color, cómo se pintaba primero el cielo, las nubes, cómo se preparaban los colores, es decir, la práctica y la teoría. Me fui embullando con el paisaje y dejé de hacer retratos. Hoy, luego de conocer a muy buenos paisajistas, principalmente en Pinar del Río y Sancti Spíritus, te diría que, modestia y aparte y sin pretender ser vanidoso, me pudiera ubicar entre los 10 primeros paisajistas de Cuba.
WDS: ¿Entonces, a qué se debe el hecho de que sea Ud casi un desconocido en Cuba?
J: A mi me ha visto poca crítica y es una de las cosas que me duelen. Todavía en mi criterio el trabajo promocional nuestro, ya sea el del Fondo de Bienes Culturales, el de la UNEAC o de otras instituciones, es muy pobre o está centrado en figuras reconocidas. He conocido muchos pintores muy buenos, algunos paisajistas a quienes ni se mencionan, son ignorados. Pero esos mismos desconocidos cuando exponen en el extranjero llaman la atención. A mi mismo me conocen más afuera que en Cuba. Hay un reconocimiento de personas e instituciones fuera del país que no he tenido aquí. Esto lo he conversado con otros miembros de la Asociación de Artistas Plásticos y me han dicho que eso en los últimos años ha sido muy frecuente. Lo que sucede aquí generalmente es que se casan con ciertos artistas por determinadas razones, por problemas coyunturales y hay otro movimiento grande, porque quiero decirte que la plástica cubana está viviendo un boom internacional. Mucha gente viene aquí a buscar pintura cubana y no solamente la de pintores reconocidos. Hay un trabajo promocional muy pobre. No se busca talentos nuevos, que no tiene nada que ver con la edad del artista. Yo mismo me considero un talento nuevo dentro de la paisajística porque llevo poco tiempo trabajando el paisaje en comparación con otros.
WDS: ¿Qué ha sucedido con su obra en Holanda?
J: Me sorprendí mucho cuando expuse en Holanda hace unos cinco años porque como decimos los cubanos: fui a bailar a casa del trompo. Por la tradición paisajística de Holanda y sus grandes maestros, sobre todo el paisajismo del siglo XVII, el siglo de oro de Holanda. Así que asumí la exhibición como un reto. Llevé 18 obras para exponer y cinco obras más por si surgía algún otro compromiso. Y para mi asombro se vendieron las 18 obras que tenía en la galería y encontré un público ávido de una pintura como la que yo hago: realista. A pesar de que Holanda fue cuna del paisajismo, de la pintura realista, hubo un tiempo, sobre todo en el siglo XX, que se inundó mucho de la llamada pintura modernista y posmodernista. Entonces parece que la gente estaba un poco ansiosa por ver otra vez el realismo en la pintura. De ahí el éxito de mi pintura allí, que está llena del colorido del trópico y del Caribe.
WDS: Aunque a veces se aprecian huellas del ser humano en sus pinturas, ya sea el rastro de una carreta en el fango, una cerca de madera o una cesta de frutas sobre la arena, pareciera como si Ud estuviera esperando a que el hombre abandone la escena para comenzar a pintarla.
J: Los paisajistas tenemos que ser muy cuidadosos con la figura humana porque esta tiene que resultar natural, que la pida el paisaje porque de otra forma parecería artificial y entonces he decidido dominar bien el paisaje sin la figura humana explícita para, después que tenga bien dominada la técnica del paisaje, incluir al hombre en mis obras. Eso sería una etapa posterior.
WDS: ¿Cómo ha conseguido el nivel de preciosismo que caracteriza su obra?
J: Solo la ejercitación logra que la mano te obedezca totalmente. El hiperrealismo es una ejercitación del realismo: ejercitando mucho el realismo se llega al hiperrealismo. Uno puede pintar un bodegón, una mesa, una naturaleza muerta, pero el tratamiento que se le da a esas frutas, que en la cáscara del mango, por ejemplo, aparezcan todas las manchitas, una gotica de agua, todos esos detallitos son hiperrealismo. Si estás haciendo un retrato, la forma en que se hace el pelo, que se logre diferenciar un cabello del otro, todo eso es hiperrealismo. Yo trato de lograr eso en los primeros planos del paisaje donde tengo que detallar todo. En esos detalles incorporo lo que me de la mano en esos momentos para llegar al hiperrealismo. Este trabajo realista e hiperrealista que hago requiere de tiempo. Uno se demora veintipico de días en una sola obra.
WDS: Al apreciar sus cuadros, el espectador se queda con la impresión de haber presenciado una historia
J: Mi pintura tiene un mensaje. Siempre trato que sea un mensaje positivo, algo que el hombre puede lograr si se lo propone. También tiene una cierta tendencia a la búsqueda de algo, a la experimentación de algo. Esos caminos que aparecen o esas entradas que sugieren que alguien transita por ahí esperando encontrar algo.