Cuba

Una identità in movimento

Jesús de Nazaret en la optica martiana

María Teresa Peña González



A medida que el pensamiento del Maestro madura, se define con mayor precisión y claridad su misión histórica, que fue: luchar por libertar a su patria del colonialismo español, su latinoamericanismo y eticidad humana, entre otras. Es probable que se acentúan sus preocupaciones socio-políticas, producto de estudios prácticos de las sociedades en que vive.

Desde etapas muy tempranas encontramos en su discurso la relación que establece entre la religiosidad del hombre en su medio y la forma en que actúa, a la vez que se observa que acerca la figura de Jesús de Nazaret al pobre y desvalido, y provoca una identificación entre su estatus socio-económico y el sacrificio y rebeldía que evoca la figura de este personaje, así como, la fuerza moral que lleva al hombre la doctrina del Nazareno y el ejemplo que aporta de heroísmo y estoicidad en defensa de una causa justa.

Es preciso batallar para entender a Jesús – nos explica – haber venido al mundo en pesebre oscuro, con el espíritu limpio y piadoso, y palpado en la vida la escacez del amor, el florecimiento de la codicia y la victoria del odio: es preciso haber acerrado la madera y amasado el pan entre el silencio y la ofensa de los pobres (T15-215).

En el análisis que Martí hace del Nazareno, destaca su condición humilde, que acepta y defiende al lado de su pueblo pobre, que vivía en la más absoluta estrechez de condiciones económicas y políticas en medio de un imperio que fue de los mayores que ha conocido el mundo: el Imperio romano en la época de Tiberio. Lo simboliza con atributos que lo acercan al hombre que sufre pobreza, falta de libertad e inseguridad económica y social y manifiesta el porqué esta figura paradigmática nos representa

... fuerza de trabajo, verdad, libertad, igualdad, justicia, amor casto (Periodismo diverso. T23-83).

Lo iguala al hombre desinteresado, honesto que lucha por el bien común con estoicidad y firmeza y así lo expresa cuando nos dice en Cartas sobre el Arte, que es "Jesús sin halo el hombre que se doma, el Cristo vivo, el Cristo humano racional y fiero..." y nos asevera más adelante "Lo divino está en lo humano".

Muestra el ejemplo de Jesús, que ayudó a sobrevivir el débil y además condena al fuerte que consideró el responsable de las miserias humanas, que le atrae el calor de la gente, que comparte la mesa y no establece distinción entre puros e impuros, entre judios y samaritanos, fariseos y republicanos, que demuestra con su prédica que lo contrario del miedo no es el coraje, sino la fe. Esto lo deja ver en sus escritos en la Escenas Norteamericanas refiriéndose al Terremoto de Ciarleston, (1886) cuando los negros con todo el horror que les produjo el terremoto, acuden a su fe. Martí nos relata:

Jesús es lo que más aman de todo lo que saben de la cristiandad estos desconsolados, porque lo ven frustrado y manso como se vieron ellos. Jesús es de ellos, "mi dueno Jesús", "mi dulce Jesús"... a él imploran de rodillas... Esto es Sodoma y Gomorra se decían temblando (T11-73).

Es evidente el acercamiento que hace Martí de estos pobres desvalidos a la figura del Nazareno; y como estas gentes en su orfandad acuden a él para sentirse protegidos por su fe. Es evidente como establece una relación directa entre pobres y Jesús entre miseria y ejemplo del Nazareno. Deja ver cómo estos negros marginados de la sociedad y víctimas de la inclemencia de la Naturaleza, tienen el valor y la resignación que les puede dar las fuerzas y el coraje de su propia fe en el Nazareno (T11-73). También en Escenas Norteamericanas trata sobre la Huelga de los Caballeros del Trabajo y no desaprovecha los reclamos de los pobres trabajadores para establecer la relación con la misión teológico atribuida a Jesús. Así lo explica:

Aquella huelga que a pesar de sus violencias retuvo por su fundamento de justicia la simpatía pública, encendió las esperanzas... de las muchedumbres obreras del país... Se les había ofrecido un Mosías que había de salvarlos de su suerte triste, y creyeron el Mesías vencido (T10-418).

Y refiriéndose a estos mismos huelguistas, nos compara estos hechos que surgen de la acción del hombre con los hechos que le oprimen, con otros grandes hechos de la humanidad y ahí está incluido el Nazareno:

Ese es el gigante escondido – nos dice –que hace dar al mundo sus tremendos vuelcos: el sentimiento divino de la propia persona, que es el martirio cuando se ejerce aisladamente, y es Jesús y es Abelardo, y es Lutero y es Revolución Francesa, cuando se condena a una época o una nación... ven su fuerza como un medio justo y sagrado de reparación, de entrada en el goce de sí mismo, el supremo deleite de sentir en sí y por sí triunfante la persona humana (T10-419).

Revisando en estos trabajos periodísticos del Maestro que ya señalamos, encontramos su escrito Los Cristos del Sur, sobre los negros de Atlanta. Martí deja ver en estas líneas como observa en estos predicadores el mismo espíritu de las 12 tribus de la diáspora judía a mediados del siglo V a.C. (Stgo. 20-4,6 y Mateo 19-24). De ellos nos dice que:

Se distinguen en el periódico y en la teología, acaso porque en éstos hallan un tanto la piedad y el consuelo que les niega el mundo... Para seguir arrodillándose a su voz, a un blanco de unos 30 años y caballero rizada, que les decía que en su cuerpo negro y casi transparente del ayuno, está encarnado Cristo... y por allá salió entre los negros un James, que se declaró también Jesús e iba a la cabeza de sus secuaces, desnudo por los campos, con éxtasis religioso.. y confusión pública. (T12-294-295).

El sentido comparativo de la figura de Jesús de Nazaret, con el esfuerzo y sacrificio que tendrían que realizar los cubanos en la lucha por la independencia de Cuba, expone su ejemplo para lograr un ideal en la vida; y enfatiza la importancia y validez ética y moral de la doctrina cristiana, y lo acerca al pobre para computarlo a luchar por un destino mejor. Califica a Jesús como

... el rebelde sublime que, con la fuerza de su patriotismo, dio empuje de humanidad y alcance de Universo a la vía en que se encendía la opresión romana en Galilea (T19-455).

Comprende que una de las ataduras en la conciencia de su pueblo va más allá de la relación Colonia-Metrópoli (Cuba-España), hacia la ideología enraizada por las tradiciones históricas judea-cristiana, y que hay que liberar al hombre del dogma religioso, sin apartarle de esa sana y rebelde ética cristiana. Despertarlo del embotamiento eclesiástico, sin arrancarlo de sus raíces, y para esto, es necesario rescatar la figura de Jesús de los primeros siglos del cristianismo. Rescata el ideal del hombre, el esfuerzo y estoicidad que hay que realizar para lograrlo, compulsa al pobre a mejorar su destino y a mantener una ética política y social en el hombre..

La liberación de Cuba que se proponía Martí como proyecto revolucionario era realmente una tarea compleja y fue un gran mérito poder aglutinar a todos los cubanos interesados en la independencia, sin distingo de clases, de razas, de sexo, de religiones, en un bloque unido en cuanto a garantizar la obtención de los objetivos trazados. Para eso utilizó preceptos morales y políticos en función de unificar acciones comunes de diferentes sectores sociales y exalta constantemente la voluntad y dignidad humana, como factores importantes que tiene el hombre para cambiar su destino.

Martí en la organización de la Guerra Necesaria (1895), reúne grupos homogéneos en cuanto a su aspiración de obtener la libertad de Cuba, pero eran bien heterogéneos en el plano social y ético, y en cuanto a los credos allí representados: católicos, protestantes, masones, agnósticos, materialistas, etc. En su política insurreccional, observamos la figura de Jesús como un paradigma en la organización de las masas, donde frente a tantas contradicciones existentes, hay que olvidar rencillas y temores, unirse y prestarse al sacrificio, a favor de la independencia de Cuba, y ¿quién mejor para ocupar este lugar que el "hombre del amor y del perdón"? El Maestro representa a Jesús, como un Mesías social que logra trascender los límites del judaísmo, donde no era simplemente un rebelde, era también un representante del pueblo, un líder político, quizás hasta el fundador de una organización, que le sobrevivió y continuó aumentando en número y fuerza, y que estaba lleno de amor y patriotismo judaico así como de hostilidad a los romanos.

La época en que Martí vivió, la política y la religión mantenían un pacto, donde la segunda enseñó lo que la primera necesitaba. Bajo estas condiciones es que el Maestro intensifica su labor de organización de la "Guerra Necesaria", donde la alta Jerarquía Católica, representada por los papas Pío VII y posteriormente León XII, expresaron opiniones condenatorias a la emancipación de los pueblos al colonialismo español. Y llamó ardorosamente tanto al clero como a los fieles para no escatimar esfuerzos en la conservación del imperio de España. El clero americano – en su mayoría – desplegó la más intensa actividad para impedir que las colonias hispánicas alcanzaran su independencia.

Es evidente que Martí razonó los aspectos sociológicos y sicológicos necesarios para la unificación de los cubanos, y así orientar su política en pos de obtener los objetivos propuestos en la organización de la guerra. En el periódico Patria, el 14 de marzo de 1883, en su escrito Hora Suprema señala:

A nadie más que al español conviene la desconfianza... él la fomenta de cien modos.... él se aprovecha de nuestras pasiones y de nuestros odios... él clava a Cristo en la cruz del ladrón... Pero el español no hallará entre los cubanos los cómplices que cree hallar... porque ellos saben que ésta que se levanta es una guerra nacida de la rebelión del hombre contra todo lo que se aje una dignidad o merme un derecho humano...(1)

Martí comprende lo profundo que había calado el cristianismo en su pueblo, y en todo el continente americano y toma conciencia de la necesidad de rescatar la esencia revolucionaria de la figura de Jesús, despojándolo de dogmas, fanatismos y supersticiones. Ello le permitiría poner en acción un enorme potencial ideológico en función de la organización de los hombres y las fuerzas sociales que se orientan hacia el futuro por la independencia de Cuba, que están en ese entonces desgarradas por contradicciones profundas. Asevera que

... para amar a Cristo es necesario arrancarlo de las manos torpes de sus hijos.

Y explica que

... se le rehace como fue; se le extrae de la forma grosera en que la ambición de los pósteros convirtió las apologías y vaguedades que necesitaron para hablar a una época mitológica Jesús y los que propagaron su doctrina.(2)

¿Por qué este otro Jesús? Porque serviría para provocar una identificación entre el sacrificio y rebeldía que evoca este personaje y la lucha revolucionaria que tendrían que librar los cubanos. Era preciso en ese momento, para el proyecto social que Martí se proponía, independizar al hombre de la ideología colonial, ¿y qué mejor punto de referencia que Jesús de Nazaret, en toda su amplitud ética y humana?

Para la figura del otro Jesús, rescata una vida terrenal, envuelto en un sentido ético, y lo pone al lado de los hombres en función de despertar el interés de sus acciones, por el amor propio, donde invoca al individuo a revelarse contra todo lo que impida la libertad física y espiritual.

A nuestro lado anda Jesús, y se muere de angustia porque no le ayudan a hacer el bien.(3)

Encontramos en la prédica del Maestro múltiples evidencias de cómo define perfectamente dos imágenes de Jesús: la dogmática y la real de los primeros siglos del cristianismo y de cómo rechaza una y saca a la luz la otra. Esta última es la que utiliza con fines estratégicos políticos, cuando exalta a los cubanos a la lucha, cuando exige sacrificios por la patria sin recibir recompensa. Y postula

... en la cruz murió el hombre en un día: pero se ha de aprender a morir en la cruz todos los días.(4)

Considera a Jesús

... el rebelde sublime que, con la fuerza de su patriotismo, dio empuje de humanidad y alcance de Universo a la vía en que le encendía la opresión romana en Galilea.(5)

Reconoce en Jesús el sentido ético de su doctrina y la "pura severidad de su moral" y afirma que "la moral es la base de una buena religión".(6) Vincula estrechamente a la política este sentido humano de Jesús, que a su vez relaciona con toda la actividad del hombre. Declara que la religión del Nazareno es "... pura, desinteresada, perseguida, martirizado, poética y sencilla..."(7) y enfatiza que es producto de múltiples influencias sociales, que con frecuencia se extienden por los siglos, y que reflejan las más variadas situaciones históricas, pero exonera de culpas a Jesús, de todo lo malo que se ha hecho en su nombre, cuando nos dice

... las exageraciones cometidas cuando la religión cristiana, que como todas las religiones se ha desfigurado por sus malos sectarios; la opresión de la inteligencia ejercida en nombre del que predicaba precisamente el derecho natural de la inteligencia a libertarse de tanto error y combatirlo, y los olvidos de la caridad cristiana a que, para afirmar un poder que han comprometido, se han abandonado a los hijos extraviados del gran Cristo, no deben inculparse a la religión de Jesús toda la grandeza, pureza y verdad de amor. El fundador de la familia no es responsable de los delitos que cometen los hijos de sus hijos.(8)

En la meditación martiana sobre el hombre es evidente cómo vincula el destino trágico de Jesús a lo resistencia humana de enfrentar la vida ante las dificultades, y sobre todo hace énfasis en la tenacidad de mantener la lucha de principios revolucionarios, que tanto dolor, angustia y sacrificios conlleva. Y exhorta que

... no se cansa de perecer por la libertad. El Calvario primero luego la cruz resplandeciente.(9)

0 enfatiza que

... estamos con la cruz, y la vamos cargando...(10) y yo tomo mi cruz humildemente.(11)

Es evidente que Martí acude a la figura de Jesús y le atribuye una misión humana, como representante del pueblo humilde, que vio en él un signo de esperanza y consideró el hecho de la crucifixión como una razón política-social de su tiempo.

La coincidencia de la prédica de Jesús con la doctrina martiana del amor y el bién, así como de sacrificar su vida por sus principios es muy probable que hiciera que el Maestro se considerara en el orden moral como cristiano. Y así aseveró en unos apuntes, aparentemente refiriéndose a él. "Cristiano, pura y simplemente cristiano". Seguidamente en estas mismas notas, esclarece al parecer esta definición, cuando apunta:

Observación rígida de la moral, mejoramiento mío, ansia por el mejoramiento de todos, vida por el bien, mi sangre por la sangre de los demás. He aquí la única religión, igual en todos los climas, igual en todas las sociedades, igual e innata en todos los corazones.(12)

Y claro está, si lo expresado anteriormente es el centro de la doctrina cristiana y el amor una vía para lograrlo, es lógica la admiración fervorosa que el Maestro muestra por Jesús de Nazaret, porque en realidad cristiana es su actitud ante la vida y es cristiano el amor que recomienda en toda su obra, y según la misma definición martiana:

"Cristiano quiere decir semejante a Cristo".(13)



Citas

1. José Martí, Obras Completas, Tomo 2, pág. 249-250.

2. Idem, Tomo 6, pág. 313.

3. Idem, Tomo 15, pág. 435.

4. Idem, Tomo 20, pág. 478.

5. Idem, Tomo 19, pág. 455.

6. Idem, Tomo 19, pág. 391-392.

7. Idem, Tomo 19, pág. 391-392.

8. Idem, Tomo 19, pág. 391-392.

9. Idem, Tomo 5, pág. 406.

10. Idem, Tomo 1, pág. 405.

11. Idem, Tomo 7, pág. 283.

12. Idem, Tomo 21, pág. 18.

13. Idem, Tomo 19, pág. 381.


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