En este nombre están comprendidos todos los secretos y
sabiduría del complejo adivinatorio utilizado por los pobladores de la parte occidental de África, el pueblo yoruba de Nigeria, cuyo centro es la sagrada ciudad de Ifé (cuna de la civilización). También se encuentra entre los igbos, nupe, wari y junkun, y en Togo y Dahomey. En América tuvo su asiento en Brasil y Cuba, y actualmente se extiende por Venezuela, México, Panamá, Colombia y EE.UU.
La palabra Ifá significa para algunos babalawos: "Lo que marca el tiempo para usted". De Ifá y Orula, Orúnla u Orúnmila se ha escrito mucho, dando criterios controvertidos. El resultado de lo que hemos podido investigar en nuestro deambular por distintas y prestigiosas casas de Ifá aquí en Cuba es que Ifá y Orúnla se refieren a la misma deidad: es decir, que en Ifá están atrapados todos los secretos y la sabiduría que marcan los preceptos éticos de la estructura social yoruba a través de sus dos sistemas adivinatorios: el ékuele y los ikines. Orúnla es pues, el orisha parlante de los oddun, ebbó, refranes, rezos, cantos y fábulas que marcan las tiradas del ékuele o la bajada directa de Orúnla por medio de los sagrados ikines y la representación de nunca menos de tres babalawos.
Orúnla es uno de los principales orishas del panteón yoruba y a través de sus historias orales se conocen los demás orishas y orissas. Él es el intermediario entre los dioses y los hombres, y los hombres y sus antepasados. A Cuba llegaron famosos babalawos cuyos nombres pertenecen a la historia mitológico de Ifá: Luguere, Ifabí, Anaí y Acaide (que trajeron a Olokun), Pancho Carrabá (Oddé Oba) y Bonifacio Valdés (llamado Cheché). Estos nobles africanos introdujeron el sistema adivinatorio más complejo que se practica actualmente en Cuba, y de ellos nacieron las ramas de Ifá que se convertirían en las prestigiosas casas que rigen la vida religiosa afrocubana. Con ellos vinieron Olofi, Odudúa, Olokun, Ochaoko, Osain, Ibuañá, Bromú y Brocia (guardieros o Elegguás de Odudúa).
Los babalawos de los cuales tenemos más datos, son los de fines del siglo XIX, por ejemplo, Eulogio Gutiérrez, (Addé Shiná), quien tenía un Osain el cual, según informantes, hablaba. Era Omo-Koloba-Olofi, uno de los primeros babalawos que hubo en Cuba. De procedencia africana y no esclavizado, radicó en Calimete, provincia de Matanzas, y, más tarde, en el pueblo de Regla, Habana, en donde estableció un Ilé Ocha que gozó de gran reputación y respeto.
Addé Shiná le entregó Ifá a Taita Gaitán (Oggundá Ofún), que vivía en Palo Blanco No. 35, Guanabacoa y que además fue consagrado por Luguere, Maestro de Ceremonia. Tuvo el fundamento de Olofi y en su casa se guardaban las caretas de Olokun, que hasta los años 50 eran bailadas por los venerables ancianos babalawos. Taita le hizo Ifá a Bernabé Menocal (Babá Eyiogbe), que vivió en la calle Pozuelo No. 79, Cerro. Estos dos ahijados de Addé Shiná sacramentaron a la mayoria de los babalawos que existen en la actualidad y que con gran orgullo hablan de sus antepas
ados y su árbol genealógico. Bernardo Rojas Iglesias, ahijado de Babá Eyiogbe y que vivía en la calle Arzobispo y Calzada del Cerro, murió en 1959. Su rama es de las más grandes y extendidas. De nación lucumí, se estableció en Regla, junto con Addé Shiná, Addé Kolá e Ifá Omí (Adolfo Fresneda). De este último se cuenta que tocó la puerta dos veces, o sea, salió de un cuarto (de Ocha) y entró en el otro (Ifá)(1).
Por Anaí fue consagrado Asunción Vilialonga. Sus rituales de antiguas tribus nómadas, se diferenciaban de las anteriores en que sus animales se sacrificaban amarrados a un palo y que, con anterioridad, se encerraban los iniciados en un cuarto rezando por más de una hora.
En el interior del país existían ramas de prestigio y de tradición familiar como por ejemplo, la de Jacinto Ezquerrá, en San Juan de los Remedios. En las casas de Sagua la Grande, Cienfuegos, Trinidad, Placetas, Rodas, Palmira, Sancti Spiritus y Matanzas, hay establecidos Ilé de Ifá, de gran austeridad y sabiduría ancestral.
Pongamos como ejemplo la rama de Addé Shiná (Obbara Meyi). De ella se derivó la de Taita Gaitán (Oggundá Ofún) y de ésta la de José Isabel de las Mercedes (Regla). De la del difunto Obeate la de Andrés Izquierdo (Osaché) y así se amplian y multiplican los babalawos por todo lo ancho y estrecho de nuestra Isla Caribeña.
En este trabajo quisiéramos mostrar los estudios comparativos entre Ifá y la Ocha, sus puntos en común y sus especificidades.