Cuba

Una identità in movimento

Protesta de Baraguá: una digna respuesta de los cubanos

Yolanda Díaz Martínez



"Creí vérmelas con un rudo arriero y me lo encuentro convertido en todo un general".

Quien expresaba esas palabras era un general español, y no cualquier general, era Arsenio Martínez Campos, el mismo que en 1878 fungía como Capitán General de la Isla y máximo jefe del Ejército Español peninsular. La persona a quien se refería tampoco era cualquier jefe cubano, sus palabras caracterizaban a uno entre los grandes: Antonio Maceo, general entre generales. El sitio del encuentro: Baraguá.

Desde el inicio de la guerra de los 10 años resultó evidente la falta de unidad revolucionaria que impidió a la contienda perder su carácter regional y pasar a ser nacional; a la altura de 1877 algunos de los males que aquejaban a la Revolución habían comenzado a profundizarse con preocupante intensidad.

Aún cuando se mantenía el patriotismo dentro de las filas insurrectas, las contradicciones generadas impedían el desarrollo de un plan único y coherente para lograr el triunfo definitivo.

En esas circunstancias la duda comenzó a ganar espacio dentro del aparato político de la República. Por otra parte, la administración hispana incrementó su ofensiva militar con el ejército, en tanto desde el punto de vista político ofrecía perdón y olvido a quienes se entregaran o depusieran sus armas y odios contra España.

La dirección mambisa empezó a tambalearse en sus posiciones, aún cuando la intransigencia de algunos jefes cubanos y su fidelidad a los ideales patrióticos constituía un valladar para quienes veían la posibilidad de un proceso de paz con los colonizadores, sin que mediara el indispensable requisito de la independencia.

El 10 de febrero de 1878, de común acuerdo con el general Arsenio Martínez Campos, una parte de la dirigencia política de la revolución firmaba en San Agustín del Brazo, el documento conocido por el Pacto del Zanjón, que ponía punto final a la Guerra Grande.

"Nuestra espada no nos la quitó nadie de la mano, sino que la dejamos caer nosotros mismos", expresaba años después José Martí respecto al Zanjón, y tal aseveración encerraba el disgusto y frustración que una buena parte de las huestes rebeldes tuvo ante ese hecho.

Pero dentro de las fuerzas independentistas hubo quienes no aceptaron la claudicación y se mantuvieron con disposición a luchar hasta el final, y dentro de ellos Maceo, aquel mulato que incorporado como soldado a la contienda en 10 años había alcanzado el máximo grado dentro de las filas insurrectas.

En Baraguá, el 15 de marzo de 1878, habían quedado citados Arsenio Martínez Campos y Antonio Maceo.

En los días previos se enteraría el Titán de Bronce de la encerrona que le preparaban algunos cubanos al español e inmediatamente se opuso por considerar que tal proceder sólo comprometería la dignidad y el decoro de quienes se habían ganado un reconocido prestigio como hombres valientes y de honor, aquel que persistiera en la acción traicionera tendría que enfrentarse primero a él.

No tengo conocimiento si Martínez Campos lo supo alguna vez, pero indudablemente tal actitud del mambí elevaba todavía más el respeto y admiración que le tenían aquellos que le rodeaban.

"No estamos de acuerdo con lo pactado en el Zanjón; no creemos que las condiciones allí estipuladas justifiquen la rendición después del rudo batallar por una idea durante diez años y deseo evitarle la molestia de que continúe sus explicaciones porque aquí no se aceptan", expresó el general Maceo de manera breve, pero precisa a su homólogo ibérico.

Seguidamente insistía en que la contienda se reiniciaría de nuevo hasta obtener las dos aspiraciones fundamentales: la independencia absoluta y la abolición de la esclavitud.

Así, la Protesta de Baraguá resultó la respuesta política que volvía a colocar en primer plano los objetivos básicos de la Revolución, contenidos en el Manifiesto del 10 de Octubre y defendidos durante casi dos lustros de combate en los campos de Cuba.

(Especial para la AIN).


Yolanda Díaz Martínez es Investigadora del Instituto de Historia.


Fuente: Radio Cadena Agramonte, Camagüey
http://www.cadenagramonte.cubaweb.cu/historia/historia_baragua.asp


Cuba. Una identità in movimento

Webmaster: Carlo NobiliAntropologo americanista, Roma, Italia

© 2000-2009 Tutti i diritti riservati — Derechos reservados

Statistiche - Estadisticas