No pocos padres pensamos casi siempre, o al menos en algún momento de la vida, que la educación de los hijos es responsabilidad únicamente de las madres, incluso cuando algunos matrimonios se separan ocurre la ruptura del padre con el hijo. Error que, a la corta o a la larga, pagan los vástagos.
Sin embargo, la educación de los hijos es una labor que debe ser asumida y enfrentada por ambos padres — permanezcan unidos o separados —, de la mejor manera posible según los recursos y conocimientos que posean, y atendiendo a que los tiempos cambian y la labor educativa adquiere nuevos matices, en dependencia de la época en que se vive.
No es menos cierto que para muchos de nosotros, los hombres, se hace difícil la tarea de disciplinar y a la vez lograr una buena comunicación con los hijos, incluso llegamos a pensar que la sinceridad puede provocar irrespeto del joven hacia nosotros, lo que no pocas veces destruye la comunicación y no llegamos a conocer sus problemas, preocupaciones e intereses.
¿Cómo fomentar en ellos la responsabilidad, la creatividad y a la vez, estimular su autoestima? ¿Cómo entendernos y relacionarnos de manera amorosa? ¿Cómo fomentar sentimientos de seguridad y respeto? ¿cómo hacerlos independientes y al mismo tiempo colaboradores y preocupados por los demás? Estas son tan sólo algunas de las muchas interrogantes que nos formulamos los padres en aras de hacer más agradables y constructivas las relaciones con los hijos.
Educar adecuadamente a los hijos es una tarea que requiere de mucho esfuerzo, paciencia y amor de ambos padres. Para ello, se requiere construir una relación positiva sobre la base del respeto mutuo, comportamiento adecuado y demostraciones de cariño, hay que estimular en él responsabilidad y autoconfianza, comprender su comportamiento y ayudarlo en todo momento a solucionar sus dificultades.
Debemos aceptar a nuestros hijos tal y como son y no como nosotros deseáramos que fueran. Se requiere tener fe en ellos, reconocer sus esfuerzos y resultados y no tratar nunca que sean perfectos sino educados, responsables, respetuosos, solidarios y humanos; eso es — a mi modo de ver —, lo más importante.
Fuente: http://www.rcm.cu/