Cuba

Una identità in movimento

El hombre invisible de la mafia en Cuba

Luis Hernández Serrano



El escritor cubano Enrique Cirules. Foto: Roberto SuárezParafraseando el título que hace años hizo popular al escritor cubano Enrique Cirules, el nuevo libro que ha salido de sus manos, es como una conversación sobre el último de los mafiosos de Estados Unidos en Cuba. En él revela insospechadas y hasta ahora inéditas aristas en torno a Meyer Lansky, el financiero de la mafia norteamericana en nuestra patria. El autor de Conversación con el último norteamericano y de El imperio de La Habana, ha terminado y entregado a una editorial cubana esta investigación con nuevas revelaciones en torno a la mafia en la capital cubana, bajo el sugerente título de La vida secreta de Meyer Lansky en la esplendorosa Habana y dialogamos con él al respecto.


    — ¿Hablar de Lansky solo por ser el último mafioso en Cuba?

      No. En octubre de 1992, sin saber nada de él, basándome en el análisis histórico del fenómeno de la mafia en Cuba, expresé:

      "Lansky es merecedor de un estudio especial por parte de los historiadores cubanos. Es necesario precisar que desde los años 1930, hasta finales de 1958, no se produjo en nuestro país un acontecimiento político de magnitud o un gran negocio, sin que estuviera presente su mano o su atención, ya fuera de manera secreta, a través de cabezas visibles, protagonista o consejero".

    ¿No será llover sobre lo mojado?

      Mira, algunos, de buena fe, han dicho que yo he potenciado mucho el problema de la mafia norteamericana en Cuba. Les aconsejaría que estudien este asunto con mayor rigor, y que lo consideren un elemento esencial de la sociedad capitalista contemporánea.

      "No se puede estudiar la historia de Cuba en relación con Estados Unidos, sobre todo a partir de 1934, sin tener en cuenta este fenómeno de la mafia, que hoy cada día toma mayor fuerza y hegemonía en la propia sociedad norteamericana".

    ¿Siguen actuando igual?

      No. Ya apenas hay mafia como en la película de El Padrino, con los autos cargados de ametralladoras. En la propia Cuba de los años 1950 cambió el método tradicional mafioso.

      "Ya no hacen falta las ametralladoras. No hicieron falta ni cuando la época de Batista. Las ametralladoras y otras armas de destrucción masiva, las manejan oficiales del Estado yanqui que se encargan de llevar la muerte y la desolación, no solo a barrios y a personas, sino también a países enteros, para imponer su dominio imperial, como los casos de Afganistán e Iraq, por ejemplo".

    ¿Hay elementos inéditos en este otro libro?

      Sí, doy cuestiones reveladoras. Digamos, el escritor inglés Graham Greene, autor de Nuestro hombre en La Habana, quien en la década de 1950 siempre estaba por aquí, publicó en el periódico Sunday Telegraph, de Londres, en 1963, que "La Habana no era una colonia de Estados Unidos, sino de Las Vegas". Él sabía que el "dueño" de las trampas y la mafia de esa ciudad, era justamente Meyer Lansky.

      "No pudo resistir la tentación de escribir su novela y, entre otras cosas, evocó: 'La Habana de la que tengo más recuerdo, es la de Batista (...) era entonces una gran ciudad abierta para el soltero a la deriva (...) El Teatro Shanghai cerró (...) allí con 1.25 usted podía ver un espectáculo nudista y tres películas azules por noche; y había una librería pornográfica (...) para los que aún estuvieran insatisfechos' ".

    ¿Cómo se relacionó el militar Batista con la mafia?

      Con Batista todo el delito, el vicio, la lacra y la corrupción, eran perfectamente legales. Por ejemplo: el juego en todas sus manifestaciones y el lavado de dinero del más tenebroso origen. Entonces el centro financiero dedicado a esto último, el más grande del mundo, estaba en La Habana.

      "Era legal también la droga. No encontré nunca en los archivos ni un solo detenido por tráfico de cocaína, cuando corría en La Habana, como agua de cabañuela, en los clubes y cabarets".

    ¿Otros vicios?

      Sí. Era legal el tráfico de cadenas de oro, de brillantes y de diamantes. En La Habana había decenas de talladores. Todavía uno se encuentra a alguna persona que fue tallador de diamante aquí.

      "Había joyerías con almacenes completos de cadenas de oro y de brillantes. Y todo eso entraba sin problemas de ningún tipo, junto con la droga, por el 'ilustre' campamento militar de Columbia, a través de los hangares y los aviones de Aerovías Q, con pilotos de Batista".

    Y Meyer Lansky ¿qué?

      Era el hombre invisible de la mafia en Cuba. Nadie lo conocía. No hablaba delante de la gente. Ni siquiera se le podía llamar por teléfono, lo tenía absolutamente prohibido.

      "Estaba refugiado clandestinamente en un apartamento del Paseo del Prado, de La Habana Vieja, y al huir Batista nadie se atrevió a llamarlo por teléfono. Y, para que se tenga una idea del grado de secreto con que trabajaba la cúpula de los negocios mafiosos en Cuba, sépase que a las tres o cuatro de la tarde del primero de enero de 1959, todavía estaba en ese lugar escondido".

    Por eso era un incógnito...

      Todo lo que se ha publicado en torno a Lansky, es sobre la base de suposiciones, pura superchería. Se le escapaba a todo el mundo y apenas dejaba rastro.

      "Lucky Luciano lo mandó al sur de la Florida y al Caribe. A La Habana lo envió para negociar con el sargento-coronel Batista. Y en 1938, cuando ya tenía un verdadero 'clan' habanero, se diluyó y fue nada más una sombra furtiva".

    Entonces, ¿qué más se sabe de él?

      Se sabe que nació en Grozno, al sur de Rusia y que en 1911 la familia lo lleva hacia Nueva York, donde se vincula estrechamente con los mafiosos y llegó a jugar un rol relevante en la conocida reunión de Atlanta City.

      "Después fue una pieza clave en los contactos con los servicios secretos norteamericanos, para el apoyo a la mafia italo-norteamericana en la II Guerra Mundial y en los desembarcos en el sur de Italia y en Sicilia. Lansky fue el anfitrión en la famosa reunión de La Habana que se inició el 22 de diciembre de 1946, en el Hotel Nacional, donde estuvieron 500 de estos personajes mafiosos, la más grande de todos los tiempos".

    No obstante ser invisible, ¿habla con Batista?

      Los propios historiadores norteamericanos dicen que Lansky vino en 1943, a negociar con Batista, para hacerle el pase político al Autenticismo. Pero sigue entonces diluido y hasta ese momento nadie se había podido acercar a sus cosas personales.

      "Él murió en 1983. Hay un documental posterior a esa fecha sobre él donde deambula por ahí, por Israel, vinculado incluso a la religión, todo pura ficción. No hizo nada de eso. No escribió nunca nada. No dejó testamento, ni descripción alguna de sus negocios. Era absolutamente invisible".

    ¿Y ante la Revolución qué hace?

      En 1959 sale clandestinamente de Cuba y entra después dos veces más, también en secreto, con pasaportes falsos especiales.

      "Y en la década de 1950 hay un momento en que un solo hombre sabía en La Habana dónde estaba Meyer Lansky agazapado. Ni siquiera su propio Estado Mayor mafioso aquí conocía cuál era su escondite. Así fueron sus cosas. Incluso se enfermó en La Habana y lo operaron en forma supersecreta".

    ¿Otras reuniones?

      Hay algo muy importante para la historiografía cubana y para la de Estados Unidos: se da en Santo Domingo una reunión de todos los grupos mafiosos en pugna. Después de la reunión de Apalachín, del 14 de noviembre de 1957, hay una nueva en Santo Domingo, apoyada por el dictador Trujillo.

      "Esto se hace porque los grupos mafiosos de Nueva York no se atrevían a venir a La Habana. Querían una reunión tranquila, pues si se llega a hacer aquí, podría haber terminado violentamente. Y también el 'clan' de La Habana, que era el de Las Vegas, fue a República Dominicana".

    ¿Qué persigue su libro?

      Reconstruir la historia de un fenómeno que todavía no aparece con suficiente fuerza en la historiografía de esta época en Cuba.

      "Incluimos lo que Lansky hace desde que se desplaza de Las Vegas hacia La Habana: dónde se mete, cuál es su cuartel general, qué pasos da antes de que estalle la guerra con los grupos de Nueva York. Es un libro crudo en el que el autor apenas interviene".

      ¿Revelaciones?

        Por primera vez nos hemos acercado casi dentro de la actividad del mafioso, a su vida personal, a su tarea concreta, a su pensamiento, a su intimidad, a su espiritualidad.

        "Además, se ubica a Meyer definitivamente -si alguna duda había- como parte fundamental de los grupos de poder real en Cuba, hasta fines de los años 1950".

      ¿Quiere subrayar algo más?

        Este hombre se mantuvo todo el tiempo en La Habana en los años 1957 y 1958 para impedir que entraran a los negocios cubanos otros grupos de la mafia de Estados Unidos.

        "Mi libro habla de lo que ocurrió cuando Batista se fue del país, qué medidas tomó la mafia, cómo se replegó, qué influencia tuvo en otras zonas de la región".

      ¿Le oí decir que lo están plagiando?

        Sí. Me está copiando mucha gente. Vamos a tomar serias medidas al respecto. Lo han estado haciendo con El imperio de La Habana. Hay una corriente que pretende hablar de la mafia en Cuba y no mezclar en eso a los gobiernos y a los servicios secretos norteamericanos. Dicen que Batista sí, pero Estados Unidos, no. Les aconsejo que no tomen ese camino. Los propios historiadores norteamericanos van a ponerlos en ridículo.

      ¿Quién le ganó entonces la guerra a Lansky en Cuba?

        El primero de enero de 1959. Con el triunfo revolucionario se derrumbó el Estado delincuencial implementado por la mafia de Estados Unidos en Cuba a partir de la década de 1930. El propio Lansky subestimó al pueblo cubano. No estudió la historia de Cuba. Quien la estudie sabe que los cubanos somos capaces de cualquier cosa. Pensaron que no se podía hacer una Revolución contra el ejército de Batista, ni a las puertas de Estados Unidos y se equivocaron una vez más.



    Fuente: http://www.jrebelde.cubasi.cu/2004/abril-junio/jun-23/elhombre.html


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