Sobre este fundamento y a la luz del pensar de José Martí, quiero ejercer mi libertad para resaltar la importancia que tienen las ideas de los grandes pensadores cubanos en los enfrentamientos culturales y políticos actuales tanto a nivel nacional como latinoamericano y universal.
Lo esencial es reclamar libertad para defender la tradición democrática, revolucionaria y socialista de la nación cubana y, por tanto, hay que procurar se investigue, estudie y promueva la historia de los valores de lo que podemos llamar el ADN de Cuba, es decir de nuestra identidad. Esto mismo fue lo que planteé hace tres décadas cuando asumí la dirección del entonces recién creado Ministerio de Cultura y considero que el balance de lo realizado muestra resultados positivos que muchos reconocen. Hoy tenemos responsabilidades mayores porque no solo estamos defendiendo la cultura cubana, sino también su influencia necesaria en la cultura latinoamericana, caribeña e incluso mundial. La cultura que representan Martí y Fidel tiene responsabilidades universales.
La Humanidad tiene una gran enfermedad que se expresa en la quiebra de los valores culturales, éticos, jurídicos de la civilización que impropiamente llaman occidental. Los problemas climáticos y las guerras son sus síntomas más evidentes. Cuba, desde luego, continúa amenazada de agresiones de todo tipo. Quiero ejercer mi libertad para ayudar a Cuba, a América y al mundo a defenderse con la cultura frente a estos enemigos, por eso, hago un llamado a quienes quieran ejercer su libertad para enfrentar los problemas cruciales del mundo y también, desde luego, los de Cuba.
Debemos tener en cuenta que los grandes pensadores de la nación cubana aspiraron a una cultura general integral. La originalidad de Martí y de Fidel, su mejor discípulo, fue elaborar las bases conceptuales de lo que he llamado la cultura de hacer política. Veamos este párrafo del Apóstol:
La política es el arte de inventar un recurso a cada nuevo recurso de los contrarios, de convertir los reveses en fortuna; de adecuarse al momento presente, sin que la adecuación, cueste el sacrificio, o la merma importante del ideal que se persigue; de cejar para tomar empuje; de caer sobre el enemigo, antes de que tenga sus ejércitos en fila, y su batalla preparada.[1]
"No hay revolución sin teoría de la revolución", dijo Lenin. La cultura cubana, y en especial su experiencia de los últimos 50 años puede aportar las señales necesarias para encontrar los caminos del socialismo del siglo XXI, para ello, quiero proponer se elabore un programa que encierre la experiencia extraída del trabajo cultural fundamentado en la identidad nacional del país, Latinoamérica, Bolívar, Martí y Fidel, ahí tenemos nuestra primera y gran responsabilidad. Ahora se van a cumplir 46 años de "Palabras a los intelectuales" y he pensado que sería muy provechoso, a partir de aquel documento histórico, actualizar sus concepciones con planteamientos posteriores del Comandante en Jefe acerca del papel de la cultura. De ese modo debemos conmemorar la fecha con toda dignidad.
Nuestra generación de hombres y mujeres de cultura podemos, a partir de Fidel, de Martí y de la tradición intelectual cubana, elaborar las bases de la teoría de la revolución que necesita el siglo XXI. No puede hacerla un hombre aislado, muchos debemos contribuir a eso. Hago un llamado a todos los que quieran ejercer su libertad con alta responsabilidad a enfrentar estos problemas sobre el fundamento del pensamiento cubano de más de dos siglos que nos condujo al socialismo. Para ello, propongo se emprenda a la vez un trabajo científico encaminado a situar la cultura filosófica y social cubana en el alto sitial que le corresponde. Podemos convertir a Cuba no solo en el mejor sino también en el campeón del pensamiento filosófico, social y político que necesita el socialismo del siglo XXI.
Nota de referencia
- J. Martí. Obras Completas, Editorial Ciencias Sociales, 1973, Escenas Europeas, t. 14, p. 60.
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(6 de abril de 2007)